No hay hasta la bahía de Xàbia, en dirección norte, una playa tan extensa como Arenal-Bol, con más de un kilómetro de largo –1200 metros exactamente– por 50 de ancho. Esta suave concha de arena ubicada frente el casco viejo de Calpe es una playa familiar con sorpresas, pues está flanqueada por el peñón de Ifach y en el mismo arenal se ven unas sorprendentes termas y los restos de una factoría romana de garum, conocidos como Baños de la Reina.
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El paseo marítimo de esta localidad alicantina de la Marina Alta invita a llegar a la base del peñón en una agradable caminata bajo las palmeras, dejando atrás la torre de un molino harinero, restos de viviendas romanas, la nueva cala del Morelló y la playa del Cantal Roig. Pero eso se puede hacer en cualquier momento del día. Mejor con la fresca, a primera hora, subiremos a pie a la cumbre del peñón, a 332 metros de altura, para contemplar una vista espectacular de la bahía de Calpe, Benissa, el Montgó y el islote de Benidorm.
LA EXCURSIÓN AL PEÑÓN
La ascensión es completamente segura, incluso para ir con niños y está bien señalizada. Lleva unas 2 horas entre la ida y la vuelta por el mismo camino. Una vía sin asfaltar cerrada al tráfico conduce al centro de visitantes. Antes de llegar distinguimos los restos de la Pobla de Ifach, la ciudad fundada a finales del siglo XIII que fue gobernada por dos mujeres, algo insólito en la sociedad feudal. Sobre sus ruinas se levantarían en los siglos posteriores diversas defensas costeras, templos, presidios…, incluso un hotel en 1959, el Ifach Palace, que acabó siendo demolido en 1987, cuando el Peñón fue declarado parque natural, por cierto, el más pequeño de Europa.
CENTRO DE VISITANTES
A escasos metros del mirador de Levante se encuentra este centro (tel. 965 83 75 96) que ilustra sobre la historia y la riqueza florística del peñón, inaudita, pues en sus 45 hectáreas se acumulan 400 especies de plantas. En las zonas altas de esta roca golpeada sin cesar por el viento, el oleaje y el sol crecen palmitos, sabinas negras, aladiernos, uvas de mar…; en las zonas bajas, lentiscos, bayones, madreselvas, esparragueras, enebros...
UN PASEO LIMITADO EN AFORO
Junto al centro existe un torno para controlar el número de visitantes, pues el número máximo que puede haber dentro del parque en temporada alta es de 150. Desde aquí es un recorrido de un kilómetro por un sendero marcado con pintura roja. Es imprescindible llevar calzado adecuado, protección contra el sol y agua suficiente, pues solo hay una fuente al inicio del camino. El tramo final de la ascensión es el más exigente, aunque cualquier persona con una forma física normal, que no tenga un vértigo exagerado, lo puede recorrer sin problemas.
La recompensa, al alcanzar el vértice geodésico, es una vista brutal, que abarca casi 50 kilómetros de esta Costa Blanca y montañosa: desde la Serra Gelada, la cual es poco más alta que los rascacielos de la vecina Benidorm, hasta el «gigante dormido» del Montgó, entre Xàbia y Dénia.
MIRADOR DE LOS CARABINEROS
Antes o después de subir a la cumbre, es buena idea alargar el camino hasta este mirador desde donde, en los días claros, se llega a ver Ibiza. Solo hay que añadir media hora más al tiempo total de la excursión. Está bien indicado.
SALINAS DE CALPE
Playa, excursión y visita a las salinas de Calpe, un humedal milagrosamente preservado detrás de los más altos edificios turísticos. La extracción de sal se mantuvo aquí hasta los años 80 del pasado siglo y con ella se llegó a abastecer a 40 municipios. La vuelta a esta laguna salada, de 1,76 kilómetros de perímetro, no lleva ni una hora. Además de flamencos podremos ver garcetas, garzas reales, cigüeñuelas y chorlitejos.
Y A LA HORA DE COMER...
En Beat (thecookbookhotel.com), cuya cocina de primer nivel ha merecido una estrella Michelin. Céntrico y para comer unas tapas creativas, El Mirador de Calpe (tel. 670 08 28 06). Mientras que El Posit (tel. 965 87 55 82) es un pequeño restaurante en el casco antiguo con agradable terraza donde hay que probar el arroz rojo con carabineros y el lomo de bacalao.