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mezquita de cordoba noche exterior© Shutterstock

VISITA NOCTURNA

La Mezquita Catedral, más bella a la caída de la noche

Entrar por la noche en ella es lo más parecido a viajar al pasado. Bajo la luz de las lámparas que penden del techo se tiene la sensación de retroceder al tiempo en que los emires y califas convirtieron este templo en el mayor y más fastuoso de al-Andalus. Esta visita será, sin duda, la más bella e inolvidable de todas las que realices en la ciudad y además con la fresca.


Actualizado 17 de julio de 2020 - 15:42 CEST

Hay un halo de embrujo, algo difícil de expresar cuando se penetra en las galerías de la Mezquita y sus naves, sus arcadas bicolores y sus capillas están tan solo iluminados por la anaranjada luz de unas lámparas que penden del techo con la misma intensidad y el mismo color que como debieron verlas los fieles que en tiempo de los omeyas oraron en ella.

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La visita nocturna comienza en las afueras, recorriendo las cuatro caras de sus muros exteriores.

La visita empieza de puertas afuera, recorriendo las cuatro caras de sus muros exteriores, para entrar después en el patio de los Naranjos, el primitivo espacio de abluciones, en cuyas galerías hay un espacio reservado para la proyección de una película que nos introduce en la historia y el valor artístico del templo. Una vez acabada empieza lo bueno.

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Ampliación de Abderramán II iluminada por las lámparas que le dan plasticidad.

El recorrido arranca en el espacio de la primera mezquita construida en el siglo VIII por el emir Abderramán I sobre los cimientos de la primitiva iglesia visigoda de San Vicente. El silencio es absoluto en el oratorio. Solo se escuchan los pasos de los caminantes. La débil luz alumbra las dobles arcadas que alternan el ladrillo rojo y el calicastrado blanco, mientras la mirada se pierde entre la inmensidad de las columnas que las sostienen.

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Ampliación de Alhakén II iluminado por los lucernarios.

La nave construida en tiempos de Abderramán II da paso al espacio donde el califa al-Hakam II mandó levantar el mirhab y la maqsura. Es el reducto más sagrado de la mezquita, decorado con teselas bizantinas que emiten un brillo intenso pese a la debilidad de la luz.

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El mihrab de la mezquita, en el espacio de la maqsura, ubicado en el muro central de la quibla. Es el lugar hacia el que se orienta el rezo y las miradfas por su belleza.

Continuamos por las naves que mandó levantar el caudillo Almanzor, la menos artística de las sucesivas ampliaciones del monumento, antes de llegar hasta la catedral, ubicada en el centro, donde nos sobrecoge la altura de la nave central, el crucero, el apasionado altar mayor y la magnanimidad de un coro tallado en maderas nobles en el que están representados los pasajes más señalados del Antiguo y el Nuevo Testamento.

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La visita nocturna comienza en el patio de los Naranjos hasta llegar a la catedral pasando por todas sus ampliaciones.

MUY PRÁCTICO

La visita nocturna, conocida como «El alma de Córdoba» cuesta 18 € por persona (gratuita menores de 7 años). Es conveniente realizar la compra de entradas online con anterioridad (mezquita-catedraldecordoba.es). La visita dispone de audioguías en varios idiomas, la duración aproximada es 1 hora y cada pase tiene un aforo máximo y se realiza a las 22:00 h.

OTROS IMPRESCINDIBLES EN LA CIUDAD

UN PASEO POR EL RÍO Y LA JUDERÍA

Al Guadalquivir lo salva el Puente Romano, en cuya orilla contraria se alza la Torre de la Calahorra. A este lado del río, en torno a la Mezquita, se extiende la judería, que es un dédalo intrincado de calles empedradas, casitas blanqueadas en primavera y geranios y buganvillas que escapan de los muros para perfumar un paseo en el que abundan las tiendas de recuerdos, los talleres y algunos de los restaurantes más reconocidos de la cocina tradicional cordobesa. Uno de los muros mejor protegidos del Alcázar de los Reyes Cristianos mira al río y al molino de la Albolafia. Por dentro, es un resumen de la historia de la ciudad, pero, además, un delicioso conjunto de jardines aterrazados, decorados con estanques de agua saltarina, setos, flores y plantas perfumadas.

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El encanto de una de las calles del barrio de la judería.

PLAZA DE LA CORREDERA

Esta plaza rectangular y barroca adornada de balcones y ventanales enrejados es punto de encuentro de la ciudad, como en otro tiempo escenario de fastos festivos, corridas de toros y ajusticiamientos públicos. Un espacio lleno de terrazas, con un mercado de abastos y tiendas de antigüedades.

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Anochecer en la rectangular plaza de la Corredera.

TEMPLO DE DIANA

Entre las calles Claudio Marcelo y San Pablo se hallan los restos del antiguo foro romano, un conjunto de esbeltas columnas coronadas por capiteles de orden corintio situadas al lado del ayuntamiento, frente a la iglesia fernandina de San Pablo. Es el símbolo más visible del pasado romano de la ciudad.

CUESTA DEL BAILÍO

Uno de los rincones más bellos de Córdoba, son estas escaleras a diferentes niveles, esencia suprema del espacio y la arquitectura andaluza, enmarcadas por muros encalados y buganvillas que florecen en primavera. Al lado, la plaza del Cristo de los Faroles, un rectángulo de cielo y cal en mitad de una iglesia y un convento.

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Cuesta del Bailío, esencia de la arquitectura andaluza.

MEDINA AZAHARA

La mítica ciudad califal mandada construir por Abderramán III en la segunda mitad del siglo X es el mayor y más efímero símbolo de la grandeza de al-Andalus que hoy se ha convertido en un impactante parque arqueológico.

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Otra de las visitas imprescindibles en Córdoba, la ciudad califal de Medina Azahara, Patrimonio de la Humanidad.

Y PARA DEGUSTAR CÓRDOBA…

Restaurante Choco (restaurantechoco.com). Cocina de vanguardia en un comedor decorado con tonos blancos y minimalistas. Kisko García ha puesto en pie una carta vanguardista con productos de mercado y respeto a la tradición culinaria cordobesa.

Restaurante Celia Jiménez (celiajimenez.com/es/). En sus fogones se reinventan los platos tradicionales de la cocina cordobesa. Un modo diferente de probar el salmorejo, el rabo de toro y los guisos populares de nuestras abuelas.

Bodegas Campos (bodegascampos.com). Todo un clásico que no ha perdido un ápice de su encanto. Tradición en estado puro, en especial en sus diferentes espacios y comedores, unión de varias casas con patio donde degustar cocina verdadera, ibéricos de los Pedroches y vinos de Montilla-Moriles.

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