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alava salinas anana© Shutterstock

Álava insólita, el valle de Añana que en verano parece nevado

Los cocineros más famosos de España usan la sal de este valle a media hora de Vitoria, que, en estos meses, ofrece un paisaje deslumbrante. Es el momento en que esta se produce de manera artesanal y el valle se cubre de un manto blanco. Aquí tienes las pistas para descubrirlo.


Actualizado 6 de julio de 2020 - 15:48 CEST

Visitar el Valle Salado de Añana, en Álava, es viajar al mundo anterior a los frigoríficos y los envases al vacío, cuando la sal valía su peso en oro y resultaba tan necesaria para la conservación de los alimentos que se pagaba con ella y los reyes se reservaban el derecho de explotarla extrayéndola del mar o de manantiales salinos, tierra adentro. De estas últimas, el complejo más impresionante que ha habido y aún puede verse en España es el de Añana.

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Durante la visita general podemos conocer el proceso de recuperación de este paisaje cultural que estuvo a punto de perderse a mediados del siglo XX.

DÓNDE ESTÁ

En el oeste de Álava, a 90 kilómetros de la playa más cercana, hubo un mar hace 200 millones de años, cuya sal hoy aflora diluida en varias surgencias con un caudal medio de tres litros por segundo y una salinidad de más de 250 gramos por litro. Desde tiempos de los romanos, la sal se ha extraído exponiendo el agua al calor del sol sobre terrazas de madera. Junto al pueblo de Salinas de Añana podemos ver el alucinante mosaico que forman estas 2000 eras. Un paisaje anfibio y cuadriculado bello todo el año, pero más aún en verano. Mar en Álava, nieve en verano. ¡Quién lo diría!

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En verano el valle es un paisaje blanco, el momento en que se produce la sal.

CÓMO SE HACE LA VISITA

En el Centro de Visitantes de Salinas de Añana (vallesalado.com) comienzan los diferentes recorridos guiados. Se reservan y se realiza el pago online. Durante la visita general, de una hora de duración (8€), podemos conocer el proceso de recuperación de este paisaje cultural que estuvo a punto de perderse a mediados del siglo XX, cuando la actividad salinera dejó de ser rentable. También permite comprender los procesos geológicos que hacen aflorar la sal en este enclave y apreciar su fauna y su flora singulares.

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Todos los recorridos por el Valle Salado son guiados.

POR LOS MANANTIALES

Es el corazón del Valle Salado, donde surge la sangre que da vida a las salinas, la salmuera, y arrancan los cientos de canales de madera que, a modo de arterias, distribuyen el agua por sus más de 120.000 m2 de extensión. Además de ver cómo brota la salmuera burbujeando del interior de la tierra en el manantial de Santa Engracia podemos observar el modo en que los salineros reparten desde hace miles de años el preciado líquido por toda la explotación y los trabajos de conservación que se realizan para recuperar y garantizar la sostenibilidad de las salinas. En esta antiquísima arquitectura de canales, pozos, eras y almacenes, todo es de piedra, arcilla o madera, incluso los clavos, para evitar el óxido. La visita, de hora y media, cuesta 9,50 €.

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La salinidad de las aguas es de más de 250 gramos por litro.

EL MEJOR FINAL: UN SPA SALINO

Entre los meses de abril y octubre, las visitas incluyen el uso del spa salino al aire libre, donde podemos sumergir los pies y las manos en las aguas hipersalinas, con conocidas propiedades terapéuticas: mejora de la circulación sanguínea y de la elasticidad de los tejidos, remineralización de la piel y reducción de las posibilidades de desarrollar artrosis.

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El punto y final a las visitas es el spa salino.

OTRAS ACTIVIDADES

Además existen otras posibilidades de visita, como la que se centra en la producción de sal, y actividades como el taller salinero (8 €) –orientado a familias– o las catas (8,50-9,50 €) en las que se prueban las diferentes variedades que se producen en el valle: chuzo de sal, sal mineral, flor de sal, sal de vino, sal de aceituna verde, sal con ajo, con cayena, con tomate, con finas hierbas, con hierbas provenzales y con aceituna negra. Estos productos, que se comercializan ya en 20 países y que pueden adquirirse en el propio centro de visitantes, son utilizados en sus restaurantes por los chefs que colaboran en el proyecto de recuperación del Valle Salado: Pedro Subijana, Martín Berasategui, Andoni Adúriz, Eneko Atxa, Joan Roca, Diego Guerrero, Dani García, Patxi Eceiza…, lo mejorcito de la cocina española.

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Junto al pueblo de Salinas de Añana podemos ver el alucinante mosaico que forman estas 2000 terrazas de madera donde se expone la sal al sol.

Y SI QUIERES IR MÁS ALLÁ…

A 6 KILÓMETROS: LAGO DE ARREO

Tomando desde Salinas de Añana dirección Caicedo de Yuso descubrimos el lago natural más importante del País Vasco, cuyas aguas, como las de las salinas, tienen similares características. Ambas están incluidas en el listado Ramsar de humedales de relevancia internacional. El lago está rodeado de campos de cereales y bosquetes de carrascas, quejigos y robles melojos. Y entre los juncales y espadañas de sus orillas anidan fochas, azulones, zampullines, rascones, carriceros...

A 24 KILÓMETROS: SALTO DEL NERVIÓN

Es la mayor cascada de España y se precipita desde 270 metros de altura junto al puerto de Orduña.

A 30 KILÓMETROS: PARQUE NATURAL DE VALDEREJO

Lalastra es la puerta de entrada a este espacio protegido, cuyo eje vertebrador y excursión más recomendable es el desfiladero del río Purón. El paseo por el cañón hasta Herrán, ya en tierras burgalesas, y vuelta, lleva cuatro horas.

MÁS INFO

Dónde dormir

En Goiuri-Ondona, a 30 minutos de Salinas de Añana, en Ugarzabal (tucasaruralenalava.com) un alojamiento rural que ocupa un pajar rehabilitado con muy buen gusto, al lado de una de las maravillas naturales del País Vasco, la cascada de Goiuri, de 105 metros de altura. Si eliges Vitoria, en las suites equipadas como casas de Jardines de Uleta (jardinesdeuleta.zenithoteles.com/es), con cocina, salón y varios dormitorios, en un hotel de diseño vanguardista, con un patio acristalado que recuerda el Musac de León.

Dónde comer

Frente a las salinas está el Palacio de Añana (palaciodeanana.com), cuya cocina está basada en creaciones suculentas, imaginativas, sin perder de vista los productos vascos de temporada. En Vitoria, para mucho es el mejor restaurante es Zaldiarán (restaurantezaldiaran.com), cuya especialidad es la trufa. En la carta, que cambia cada estación, siempre hay platos donde la sal de Añana es protagonista.

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