Más allá de la Giralda, de su majestuosa catedral o del maravilloso barrio de Triana, Sevilla guarda en sus entrañas un sinfín de sorpresas que, en ocasiones, pasan desapercibidas. Algunas de ellas lo hacen en forma de palacios que, repletos de jardines, escalinatas, salones y cientos de obras de arte, son el ejemplo perfecto de la más admirada arquitectura. Pero es que, además, sus historias compiten en belleza con sus diseños. Muchos de ellos admiten visitas, ¿por qué no conocerlos?
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PALACIO DE LA CONDESA DE LEBRIJA, UN AUTÉNTICO MUSEO
Con más de 2000 m2 distribuidos en dos plantas, no hay centímetro de este suntuoso palacio del siglo XVI, adquirido a comienzos del siglo XX por la Condesa de Lebrija, que no tenga una historia detrás. Y gran culpa de ello la tiene, precisamente, la gran pasión e interés por la arqueología de Doña Regla Manjón Mergelina, como se llamaba la condesa. De hecho, tanto era su entusiasmo, que llenó la casa de todo tipo de obras. Adquirió toda una colección de mosaicos romanos procedentes de la ciudad romana de Itálica, también piezas arqueológicas de distintas épocas y culturas; compró hermosos azulejos sevillanos extraídos de un convento en ruinas e incluso se hizo con bustos grecorromanos y objetos de origen asiático. La colección, que hoy día se puede contemplar durante la visita, es deslumbrante e incluye alguna que otra sorpresa: ¡hasta Van Dyck tiene su espacio aquí!
La segunda planta del palacio, donde se puede comprobar cómo eran las estancias privadas en las que la condesa y su familia desarrollaban su vida durante los meses de invierno, también son visitables (palaciodelebrija.com). En definitiva: toda una experiencia.
EL PALACIO MÁS POPULAR TIENE NOMBRE: LAS DUEÑAS
Para conocer esa otra Sevilla de gran postín hay que visitar uno de los palacios más populares de España. Y es que el Palacio de las Dueñas no solo cuenta con un riquísimo legado arquitectónico y artístico, que también. Se trata de la residencia oficial de la Casa de Alba en Sevilla y el lugar donde pasó largas temporadas la carismática Cayetana de Alba. Sin embargo, no siempre estuvo entre sus propiedades. En su origen, allá por el siglo XV, el palacio perteneció a la familia de los Pineda, que se vieron obligados a venderlo para recaudar el dinero suficiente para el rescate de D. Juan Pineda, secuestrado por los moros.
En sus estancias se han hospedado desde Grace Kelly y Rainiero de Mónaco a la mismísima Jackie Kennedy. Y no solo eso, se trata del lugar que vio nacer a uno de los mayores artistas españoles de todos los tiempos: Antonio Machado, que dejaría escrito para la posteridad aquello de «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero…». Pues eso.
Es fácil caer rendido ante este claro ejemplo de arquitectura nobiliaria sevillana en la que se mezclan recursos mudéjares y góticos. Sus jardines y patios son apabullantes, aunque una de las cosas más atractivas es la inmensa colección de obras expuestas en sus salones: 1425 piezas, entre las que se encuentran cuadros de Sorolla, Luca Giordiano o Romero de Torres. La casa se puede visitar todos los días de la semana (lasduenas.es).
CASA DE PILATOS, PURA INSPIRACIÓN RENACENTISTA
Solo es necesario poner un pie en el patio central de la Casa de Pilatos para que la emoción sobrecoja, tanta hermosura concentrada es lo que tiene. Este palacio, que comenzó a construirse en el siglo XV, combina elementos mudéjares propios de la arquitectura sevillana con los detalles más elegantes del renacimiento italiano. ¿La razón? Fadrique Enríquez, hijo de Pedro Enríquez de Quiñones y Doña Catalina de Ribera, dueños e impulsores de la construcción, realizó a comienzos del siglo XVI un viaje de peregrinación a Jerusalén que le llevó a atravesar Italia y a quedar prendado del estilo renacentista de sus ciudades. A su vuelta lo tuvo claro: quiso plasmar aquella inspiración en su casa familiar.
La Casa de Pilatos (fundacionmedinaceli.org) se puede visitar todos los días de la semana y existen dos opciones: acceder únicamente a los patios y jardines de la planta baja; o bien incluir, además, la primera planta, donde se ubican las estancias en las que la familia residió y donde se conservan, como en la mayor parte de palacios, grandes obras de arte. Entre sus detalles más sorprendentes, la increíble puerta de entrada, labrada por completo en Génova en 1529 y transportada a Sevilla pieza a pieza, y los 24 bustos de mármol que decoran el patio principal.
DE CASA DE VECINOS A CINE DE VERANO, EL PALACIO DE LOS MARQUESES DE LA ALGABA
Degradado hasta límites insospechados, expoliado y prácticamente en ruinas, este hermoso palacio del siglo XV levantado en la parte trasera del animado Mercado de la calle Feria tuvo la suerte de ser recuperado a principios del siglo XXI y hoy día acoge el Centro de Arte Mudéjar de Sevilla. No resulta extraño, ya que se trata precisamente de un gran ejemplo de este tipo de arquitectura civil en la ciudad.
Su portada es de estilo gótico mudéjar y merece ser contemplada a detenimiento mientras se fantasea con cómo debió ser en aquellos días en los que era habitada por una de las familias sevillanas de más abolengo, los Guzmanes de La Algaba. Quizás resulta más curioso aún recordar cuando, en el siglo XX, llegó a ser fue usado como casa de vecinos, teatro e incluso como cine de verano. En sus orígenes llegó a contar con un pasadizo subterráneo que, según cuentan, lo conectaba directamente con la iglesia vecina de Omnium Sanctorum.
PALACIO DE SAN TELMO, UN EDIFICIO POLIVALENTE
El que es hoy sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, cuenta con una de las trayectorias más animadas de todos los palacios sevillanos. Sus funciones son tan variadas que un repaso a su historia no tiene desperdicio. De hecho, cuando empezó a construirse en 1862 en unos terrenos del Tribunal de la Inquisición su finalidad estaba clara: sería un colegio-seminario que acabó transformándose en el Colegio de la Marina, donde estudió el mismísimo Gustavo Adolfo Bécquer.
Después pasaría a sede de la Sociedad del Ferrocarril e incluso Universidad Literaria, antes de ser adquirida, tiempo después, por Antonio de Orleans y Luisa Fernanda de Borbón, que le dieron el uso propio de un palacio. Eso sí, no por demasiado tiempo. En 1897 la infanta María Luisa Fernanda falleció y legó, por un lado, el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y, por otro, sus jardines a los propios sevillanos, que estuvieron de suerte, pues recibieron nada menos que uno de los parques más románticos y hermosos de toda la ciudad, el Parque de María Luisa. El palacio se puede visitar jueves y sábados, previa reserva en el tel. 955 001 010 o en visitassantelmo@juntadeandalucia.es, completamente gratis.
CASA DE SALINAS, UN PALACIO AÚN EN USO
Tener de vecinos al Real Alcázar, la catedral de Sevilla y a la Giralda no es mal asunto. Al menos eso debió pensar Baltasar Jaén cuando, en pleno siglo XVI, levantó su palacio en pleno centro hispalense gracias a las riquezas generadas por el comercio con las Américas. Y, sin embargo, no era el único. La calle Mateos Gago y los alrededores fueron el hogar de otras muchas elegantes casonas donde se concentraron las familias más acaudaladas de la ciudad.
Tras pasar por diferentes manos a lo largo de su historia sufrió todo tipo de reformas, según los gustos de cada propietario, por eso, en los últimos años se trabajó dura e intensamente en recuperar sus rasgos originales. Hoy, este ejemplo de palacio en el que se mezclan los estilos mudéjar, renacentista y gótico es un verdadero dulce que descubrir. Las visitas (casadesalinas.com) se centran en su planta inferior y se realizan por las mañanas, de lunes a viernes. La planta superior sigue estando habitada por los herederos de los Salinas.
HOSPEDARSE EN UN PALACIO ES POSIBLE: LA CASA DEL REY MORO
¿Qué tal sentirse parte de la nobleza durante alguna noche? Tan fácil como hospedarse en uno de los palacios sevillanos más auténticos. La Casa del Rey Moro (elreymoro.com), ubicada en un edificio palaciego del siglo XVI en pleno Barrio de Santa Cruz, conserva la esencia de lo que un día fue en sus diferentes habitaciones decoradas con mimo por sus propietarios, Víctor Soriano y Helena Valenzuela. Adentrarse en este rincón tan especial invita a sumergirse en un mundo mágico en el que el tiempo se para: solo hace falta contemplar la forma en la que las habitaciones están distribuidas en torno al patio principal para entenderlo. En el centro del mismo, además, una fuente de comienzos del siglo X es encargada de ponerle con su murmullo la banda sonora al lugar: fue descubierta en el subsuelo durante las obras de remodelación y es una auténtica reliquia.
PALACIO DE LOS BUCARELLO Y SUS MÍTICAS GOLONDRINAS
En este caso fue un noble de origen florentino, Don Antonio de Bucarelli, quien llegó a Sevilla movido por la pujanza del comercio con las Indias en pleno siglo XVII y decidió establecerse en la ciudad. ¿Dónde lo haría? En este glorioso palacio que mandó construir y que se convertiría en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura barroca civil andaluza. Conocido también como el Palacio de los Condes de Santa Coloma, un detalle de lo más interesante es que sus descendientes continúan aún viviendo en él.
Aunque lo de visitar las dependencias solo será posible si sus moradores se animan a mostrarlas, sí que existe la opción de alojarse en este tesoro en pleno centro de Sevilla (palaciobucarelli.com). Un ala del palacio ha sido reformada y convertida en seis apartamentos de lujo que se pueden alquilar. En la zona privada se conservan muchos rincones que recuerdan su origen primitivo, desde el hermoso apeadero a su extenso jardín o el patio porticado repleto de columnas de mármol. Cuentan que todos los años anidan en su fachada las golondrinas que, en su día, inspiraron al mismísimo Bécquer en su famoso poema, y es lógico, este lugar es pura sugestión.
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