Porque este año toca quedarnos en casa, no vamos a renunciar a vivir experiencias exóticas y diferentes en nuestros propios paraísos. La de disfrutar esta isla como un tinerfeño es fuera de lo común y perderte por rincones insólitos, una apetecible alternativa a las rutas más típicas.
EL CHARCO DE LA LAJA, UNA PISCINA NATURAL DE LAVA
Ubicado en la costa tinerfeña de San Juan de la Rambla, este pequeño paraíso volcánico creado a partir de las caprichosas formas de la lava es uno de los lugares naturales más especiales para remojarse en aguas marinas transparentes y tranquilas y conectar con la naturaleza.
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POR EL SENDERO DE LOS SENTIDOS
Desde la Cruz del Carmen, en el Parque Natural de Anaga, arrancan tres rutas conocidas por los lugareños como El Sendero de los Sentidos. Transcurren por un antiguo camino real que unió los pueblos que conforman Anaga con La Laguna y ofrecen una experiencia alternativa a las rutas típicas, porque todas ellas proponen vivencias para descubrir el entorno a través del olfato, la vista y el tacto. Se trata de caminos muy sencillos, que se complementan con paneles que indican si tenemos que utilizar las manos, la nariz o los ojos para captar los secretos que guardan.
CASERÍO DE MASCA, AL FILO DEL ABISMO
La imagen de las pequeñas casitas de Masca, alineadas sobre las crestas de los barrancos de mayor profundidad de la isla, son una imagen que corta el aliento. De camino al caserío, el mirador de Cherfe regala una panorámica excelente de este conjunto, que se encuentra habitado, y es uno de los mayores reclamos para curiosos del Parque Rural de Teno.
LA CUEVA DEL VIENTO, EL MAYOR TUBO VOLCÁNICO DE EUROPA
Un túnel volcánico es una cavidad que se forma en el interior de coladas de lava. Mientras esta fluye al entrar en contacto con el aire, la superficie de la colada se solidifica, creando un aislante y permitiendo el continuo flujo de la lava en su interior hasta su vaciado. Así se formó la Cueva del Viento. Originada por las coladas de Pico Viejo, un cono volcánico situado junto al Teide, este rincón escondido es un paraíso para los amantes de la espeleología. Tanto el Centro de Visitantes como la cueva pueden visitarse en horario de mañana y tarde (adultos 20€ / niños: 8,50€. cuevadelviento.net).
DE PASEO POR EL PAISAJE LUNAR DE VILAFLOR
Situado en el interior del Parque Natural de la Corona Forestal, este es uno de los enclaves más sugerentes de Tenerife, cuyas formaciones rocosas, fruto de la erosión milenaria sobre el territorio volcánico, transportan a la mismísima superficie de la Luna. En medio de un bosque de pinos, la acción del agua y el viento durante miles de años ha erigido formas de chimeneas y roques de pumitas (un material volcánico de color blanco) dando origen a un sorprendente monumento natural.
PLAYA DE BENIJO, UN ARENAL SALVAJE ENTRE ROQUES VOLCÁNICOS
El escondrijo más aislado de la localidad de Taganana es esta playa salvaje que regala unos atardeceres mágicos, cuando el rojo del horizonte se une a la resaca del mar y emergen de él las siluetas de los roques volcánicos. Entre el Roque Benijo y el Roque La Rapadura, en el Parque Rural de Anaga, este arenal es un rincón virgen de arena volcánica negra y grava prácticamente inexplorado.
LA COMIDA LOCAL MÁS TÍPICA, EN UN GUACHINCHE
Sentado en una silla plegable de madera y sobre una mesa con mantel de papel, los guachinches –improvisados comedores en los garajes de las casas de campo– ofrecen una experiencia culinaria única de comida casera y vino de cosecha propia. Son una insignia histórica de la isla, creados por los viticultores rurales ante la necesidad de vender sus excedentes y donde se degustan platos tradicionales como el escaldón, las garbanzas compuestas, la carne fiesta y el pescado salado con papas arrugadas. Algunos de los más auténticos los puedes encontrar en Santa Úrsula (Julián y Nunca es Lejos), La Matanza de Acentejo (Parralito y Basilio) o La Orotava, como El Ramal, en el barrio del mismo nombre.