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potala palace

El Palacio del Potala o la morada ancestral de los dalai lama


6 de mayo de 2020 - 14:54 CEST
potala palace tibet 3© iStock

MARAVILLAS DESDE MI PANTALLA / 27

Sobre el Monte Rojo, dominando la ciudad de Lhasa, se levanta el símbolo sin discusión del Tíbet. Un fascinante lugar en el país más elevado del mundo que es el epicentro del budismo tibetano y morada ancestral de sus líderes espirituales, los dalai lama, el último de los cuales tuvo que abandonar este reino de los Himalayas en 1959, pocos años después de haber sido invadido por China. Allí, en lo alto, en un lugar más cerca del cielo y de la divinidad, el imponente palacio comenzó ser erigido en el siglo VII bajo el reinado de Sontsan Gampo para su matrimonio con la princesa Wencheng de la dinastía Tang. Destruido por las guerras, sería en el siglo XVII cuando, tras cincuenta años de obras, adquirió su forma actual gracias al quinto dalai lama, convirtiéndose en el centro religioso y político del Tíbet, además de en la gran obra maestra y máxima expresión de la arquitectura antigua tibetana.

Si impresiona imaginar cómo pudieron acarrearse los bloques de piedra necesarios para su edificación hasta lo alto de este risco de la montaña Hongshan, lo que maravilla hoy es la espiritualidad que lo envuelve, donde los sacerdotes budistas siguen ancentrales ritos litúrgicos y los peregrinos tibetanos que se mueven por él irradian solemnidad y devoción. Irrealidad, vértigo y espiritualidad envuelven esta obra sobresaliente de una milenaria cultura.

potala palace tibet 1© iStock

SABÍAS QUÉ…

El Palacio es el edificio antiguo más elevado de todo el Tíbet y el situado a mayor altitud de todo el planeta, a 3.700 metros sobre el nivel del mar.

Su estructura original se levantó en piedra y madera y en su pared exterior se introdujo hierro fundido para que fuera más resistente a los terremotos, lo que también ha contribuido a que haya podido llegar a nuestros días.

Por aquel entonces era llamado el «Palacio de la Montaña Roja» y los nueve pisos con los que ya contaba entonces encerraban 999 estancias, más la sala de Buda.

Más que un palacio al uso, como conocemos en occidente, Potala es un lugar para orar, pues suma muchas más salas de oración que de cualquier otro tipo.

Los tejados de algunos de los edificios son de cobre y están pintados de oro, diseñados teniendo en cuenta la luz solar.

Lo primero que hacen los peregrinos que llegan hasta este palacio que parece haber brotado en la roca es realizar la kora (círculos en torno a él). Los más conmovidos se postran ante él e incluso lloran por el exilio de su morador, el dalai lama.

El Palacio de Potala está declarado Patrimonio de la Humanidad junto al monasterio de Jokhang –el más famoso de los templos budistas del Tíbet–, y el Palacio Norbulingka.

El Palacio de Potala es el escenario que inspiró a Martín Scorsese para su película Kundun, que obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar. Su trama recrea la vida de un niño de dos años reconocido como la decimocuarta reencarnación del Dalai Lama que es llevado al palacio de para ser preparado como nuevo líder político y espiritual.

potala palace tibet 2© iStock

IMPRESCINDIBLE

Con unas dimensiones de 400.000 metros cuadrados, de los cuales unos 130.000 están edificados, y 13 pisos de altura en su cuerpo principal, dentro de él se distinguen el Palacio Blanco –con un área en la que han vivido generaciones de dalai lama y otra destinada a los asuntos políticos– y el Palacio Rojo, en el cogollo central, donde se concentraban las actividades religiosas. El edificio amarillo alberga las grandes banderas con símbolos sagrados que se cuelgan en la fachada meridional durante los festivales de Año Nuevo.

Las que fueran las dependencias personales del actual Dalai Lama, la sala del trono del VII Dalai Lama, la capilla sagrada de Phakpa Lhakang, la cueva de meditación Chogyel Drupuk o la estupa del V Dalai Lama, con oro y cubierta de piedras preciosas.

También hay que estar atento a la cantidad de murales, estatuas, piezas de jade, cerámica u oro y plata, infinidad de utensilios litúrgicos y documentos históricos de gran valor que atesora en sus estancias.

Antes de adentrarse en el laberinto de estancias y capillas, los mejores lugares para fotografiar el conjunto son la plaza que queda frente a él, el mirador tras las tres estupas blancas y la parte trasera, con un gran estanque. Mucho mejor a primera hora de la mañana, cuando el sol da de lleno sobre el palacio y lo ilumina.

Además el Palacio, en Lhasa no hay que dejar de ver el antiguo barrio tibetano, con sus mercadillos y su laberinto de callejuelas, dueñas de un encanto medieval que nada tiene que ver con la anodina ciudad nueva. Ni perderse el ambiente de Barkhor, una calle circular en el viejo Lhasa por la que transitan y hacen sus ofrendas con absoluta devoción los peregrinos tibetanos.

potala palace tibet dalai© Shutterstock

MUY PRÁCTICO

Para llegar a Lhasa, capital de la región autónoma china de Tíbet, donde se levanta el palacio, no hay vuelos directos. Desde Madrid o Barcelona hay que volar primero a una de las principales ciudades chinas –Shanghái, Pekín, Chengdu, Xi’an, Hong Kong, Chongqing–, con compañías aéreas como Air China, Finnair o KLM, con mínimo una escala, y desde estas a Lhasa. Este trayecto también se puede hacer desde alguna de estas ciudades en el famoso tren transtibetano, también llamado tren de las nubes.

Solo se puede llegar a Tíbet a través de una agencia. Luego ya la mayor o menor movilidad y las rutas son personalizadas, se adaptan a la medida a sus clientes. Lo más habitual es estar un mínimo 15 días e incluir otros lugares imprecindibles de China, a partir de unos 3000 €. Youlan Tours ( viajaraltibet.com) es una agencia española especializada en Tíbet

La altitud a la que está situado el palacio provoca que haya mucho menos oxígeno del habitual en el aire, por lo que será recomendable la visita a él cuando uno ya se ha aclimatado a semejante altura.

Para entrar en el Tíbet es necesario tener el pasaporte con vigencia mínima de seis meses, un visado y un peremiso de entrada emitido por la Oficina de Turismo y tramitado con agencia de viajes. No es obligatoria ninguna vacuna.

La mejor época para visitar el Tíbet es de abril a septiembre. Conviene tener en cuenta que por su ubicación, la radiación solar es de las más altas del mundo.

VISITA VIRTUAL

A miles de kilómetros de distancia, puedes recorrer todos los espacios de la morada ancestral de los dalai lama gracias a este vídeo de National Geographic: youtube.com/watch?v=baK3X5Oozh4

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.