Científico y experto en el comportamiento de los grandes felinos, Jorge Alesanco se ha convertido en uno más de las manadas de leones salvajes que quedan en esta reserva natural, lo que le ha permitido observar y grabar imágenes nunca vistas. Sus estudios en la naturaleza africana han sido recogidos en El rey de la sabana, una serie documental de nueve capítulos, de los que ya puede verse el primero (rtve.es/alacarta/videos/otros-documentales/otros-documentos-rey-sabana/5394954/) en la que se puede observar la estrecha relación que ha entablado con estos grandes depredadores, que han llegado incluso a compartir comida con él.
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P. Cómo se toma esa decisión de coger la maleta, marcharse a Kenia y lanzarse a convivir con uno de los animales más peligrosos del mundo?
R. Desde muy pequeño, los tres primeros tomos de fauna africana de Félix Rodríguez de la Fuente hicieron que la magia de África me atrapara. Desde aquel entonces, siempre quise visitar esa zona del mundo, hasta que a los 35 años mi mujer Mariola y yo decidimos hacer un viaje a Kenia y Tanzania. A partir de ahí, Masái Mara nos enamoró y toda nuestra energía se centró en volver para quedarnos. Al final, y después de muchas aventuras y desventuras, conseguimos instalar un campamento en el corazón del ecosistema del Mara, junto al río, en una de las zonas más bonitas del mundo. Además, nos dimos cuenta de que en la zona no había nadie de habla hispana y decidimos ser los primeros.
Así que creamos el Cheetah Tented Camp, un campamento con tiendas de lujo que reunía todo aquello que, como turistas, habíamos deseado encontrar en nuestros viajes anteriores. Desde aquí acogemos a los turistas y les enseñamos lo mismo que a nosotros nos enamoró de este continente. Les damos privacidad absoluta y libertad en sus safaris.
Durante los primeros meses nos dimos cuenta de que el campamento que construimos resultó estar asentado justo en medio del terreno de una manada de leones. Como naturalista, iba todos los días con mi mujer a verlos y llegamos a compartir muchísimos momentos con ellos. Luego, por las noches, los acompañaba yo solo hasta muy tarde. Así aprendí a convivir con estos animales, hasta el punto de que me aceptaron y me hicieron formar parte de su manada.
P. ¿Qué es lo más curioso o lo que más te ha llamado la atención del comportamiento de los leones?
R. Una de las cosas en las que he podido profundizar durante estos años ha sido en el carácter social de los leones. Cada miembro de la manada ocupa un puesto y tiene unas funciones claramente definidas. Esta peculiaridad ha sido esencial para que yo pudiera llegar a formar parte de su familia. También me ha sorprendido la forma en la que el conjunto de la manada se apoya en los momentos complicados o cómo las leonas son la base de la supervivencia de la especie.
P. En el documental se narran momentos en los que las crías de las leonas están en peligro, ¿en ningún momento sentiste el impulso de ayudarlas para evitar su muerte?
R. Nunca. Esto es algo que tenía muy claro desde que llegué a África. Primero porque mi condición de científico me relega a un puesto de observador silencioso, en el que no se me permite intervenir en sus vidas. Segundo, porque he comprendido que este es el ciclo natural de la vida de los animales y que cada acción tiene una función y un sentido claro para la supervivencia de la manada, a pesar de que ello conlleve momentos duros como los que se ven en el documental.
P. ¿Qué es lo que más le ha costado durante el proceso de formar parte de la manada de leones?
R. Al acompañarlos durante tantos días y, sobre todo, durante tantas noches, los leones al cabo de dos años empezaron a conocerme y a saber que esa persona que estaba con ellos no era peligrosa. Llegaron incluso a interesarse en mí. Recuerdo muy bien una ocasión en la que se pinchó la rueda de mi todoterreno y al bajar a cambiarla, toda la manada vino y se tumbó a mi alrededor en una actitud completamente plácida, llegándose a dormir incluso. Cuando terminé de cambiar la rueda seguimos juntos en su actividad nocturna. Esta relación fue poco a poco creciendo y empezaron a contar conmigo como parte de la manada.
P. ¿Qué época es la más recomendada para hacer un safari en Masái Mara?
R. Desde mi punto de vista, Masái Mara podría ser el último África. Aquí las especies se entremezclan de una manera tan armoniosa como pudo ser hace cincuenta mil años. Todo el mundo debería venir a este lugar privilegiado, por lo menos una vez en la vida. Existen distintas épocas, pero cualquier momento es bueno para visitar el Mara. No obstante, si queremos asegurarnos de vivir una experiencia increíble, la mejor época podría ser de junio a octubre, que es cuando llega el espectáculo de la gran migración del lindante y seco Serengeti, en Tanzania. Podremos no solamente ver a los grandes depredadores mejor que nunca en acción, sino que seremos testigos de los mayores ataques de cocodrilo, los dramas más increíbles en el cruce del río Mara. Cuando los ñus cruzan el río tenemos el espectáculo asegurado.
P. ¿Qué es lo más emocionante que ha podido capturar durante los 15 años que lleva allí?
R. Sería muy difícil escoger un solo momento. Aquí las emociones son constantes, una persona amante de la naturaleza no se aburre nunca. Solamente admirando el simple atardecer uno queda asombrado. Las llanuras inmensas, la concatenación de diversas especies en un mismo plano… A nivel personal y durante mis estudios, uno de los momentos más emocionantes fue cuando recibí un regalo por parte de una leona en forma de gacela. Pensando que yo comía lo mismo que ella, la leona me trajo parte de la presa que había cazado para compartirla conmigo, lo que me conmovió enormemente.
P. ¿Cómo ha afectado el coronavirus al rodaje?, ¿cómo están viviendo esta pandemia desde la distancia?
R. Al principio, el equipo seguía grabando con normalidad hasta que comenzaron a llegar noticias más graves desde España. A pesar de que nuestras previsiones acerca de los efectos del virus en Kenia no eran nada optimistas, ellos decidieron no moverse y quedarse en el campamento. No nos ha afectado en gran medida porque este es un lugar muy remoto y alejado. El virus ha afectado más en las grandes ciudades de Kenia. Hemos tenido la gran ventaja de poder quedarnos absolutamente solos en la reserva de Masái Mara sin turistas. Hemos podido ver escenas increíbles gracias a ello. Los animales están solos y podemos filmar sin problemas. Hay una escasez de presas causada por las lluvias y eso ha provocado una dura batalla entre leones, hienas, guepardos y leopardos, lo que nos permite grabar muchas imágenes inéditas.
P. ¿Ha habido algún momento en el que haya sentido miedo o temido por su vida?
R. Nunca en todo este tiempo. Siempre he tenido la tranquilidad de que los leones no me iban a atacar porque no me veían como un ser peligroso. Al revés, han sido ellos los que me han defendido cuando algún miembro de la manada ha sentido recelos por mi presencia.
P. ¿Cómo fue esa primera noche en la que se aventuró a salir de caza con los leones en la más absoluta oscuridad?
R. Esta fue la anécdota que he contado en la que se me pinchó la rueda del coche. A pesar de estar en la sabana, solo y sin transporte, entendí que cuando un mamífero se tumba a tu lado, lo único que está mostrando es confianza en ti. Mi pasión por los animales nunca pudo tener mayor recompensa que sentir algo así.