Haber sido distinguida como la nueva capital cultural de 2020 (rijeka2020.eu/en/), distinción que comparte con la irlandesa Galway, es una buena excusa para descubrir la tercera ciudad más grande de Croacia, con una historia muy interesante, ya que en solo 90 años ha pertenecido a seis estados diferentes.
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Korzo es el corazón de Rijeka, la calle principal de la ciudad, a la que asoman con fachadas de color amarillo y su símbolo, la Torre Municipal, del siglo XVII, que servía de entrada a la ciudad fortificada y rematada por un reloj en su parte superior. Muy cerca, la catedral de San Vitius, que fue construida a imagen de Santa Maria della Salute de Venecia, la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes y el antiguo Palacio del Gobernador, que hoy acoge el Museo Marítimo e Histórico del Litoral croata.
Uno de los paseos clásicos de la ciudad es el que lleva al castillo de Trsat, situado en una colina a 138 metros de altura y, desde tiempos inmemorales, el mejor y más importante mirador de Rijeka.
Bañada por el Adriático, Rijeka tiene el puerto más grande de Croacia, de ahí que su lema para la capitalidad sea «Puerto de la Diversidad», sinónimo de la transformación que está viviendo la ciudad.
Su programa para el año cultural abarca más de 650 eventos y la participación de artistas de 55 países, entre los que se encuentra una exposición de obras poco conocidas del austriaco Gustav Klimt y un concierto de la primera banda de rock de robots en el mundo.
En la región de Kvarner y en toda Croacia, el Carnaval de Rijeka (rijecki-karneval.hr) es todo un acontecimiento. Que sea el más grande del país ya da buena cuenta de la emoción con que se vive esta fiesta, cuya tradición viene de lejos, cuando los hombres se vestían con pieles de animales y cencerros para celebrar el fin del invierno. Desfiles, comparsas, fuegos artificiales, exposiciones… y dos protagonistas principales: las máscaras y el Pust, la figura que se quema al final de la celebración.