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sierra segura© shutterstock

Amanece, que no es poco, en la Sierra del Segura

Despedimos al director José Luis Cuerda con una escapada serrana de película. Ayna, Liétor y Molinicos, tres enclaves esenciales en el pulmón verde de Albacete, hilan esta ruta que recorre los escenarios de la que es una auténtica película de culto.


Actualizado 5 de febrero de 2020 - 12:31 CET

Podría ser esa de “anda que no debe estar bonito esto. Las cabras ahí quietas y yo aquí de perfil como un masai...”. O aquella de “que quería yo hablarle de Dostoievsky” o la de “yo he pensado que también me interesaría ser intelectual, como no tengo nada que perder…”, pero son todas ellas y muchas más las que han pasado al cajón de frases célebres del cine español. Por surrealistas, y porque todos estos disparates dichos hace 25 años siguen dando mucho que hablar en la sierra del Segura, donde los hombres no nacen en los bancales ni el sol sale por el oeste, por mucho que se empeñara José Luis Cuerda, un albaceteño de pura cepa a quien se le ocurrió llenar de estas ‘locuras’ su obra maestra Amanece que no es poco. La cinta, de humor absurdo, ha inspirado una ruta por esta sierra siguiendo las localizaciones reales de esta película de culto del fallecido director.

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Imagen de la Sierra del Segura, lugar que acogió el rodaje de la película Amanece, que no es poco.

AYNA

El itinerario enlaza Ayna, Liétor y Molinicos, tres enclaves a los que no les hacía falta una publicidad así porque su belleza y su autenticidad no tiene discusión, pero bienvenida sea. Emplazada en un estrecho cañón del río Mundo, Ayna se ha ganado con justicia su apelativo de “Suiza manchega”. Montañas y escarpadas hoces modeladas al capricho de la naturaleza han obligado a los vecinos de esta blanca villa a acomodar sus calles y plazas en una ladera escarpada, asomada al cauce del río más emblemático del sur albaceteño. Fue en Ayna donde se rodaron la mayor parte de las escenas de la película y donde muchos años después, no resulta difícil improvisar una charla con algunos de los lugareños que participaron como extras, porque el que más y el que menos, también ha aportado a la cinta su esencia, sus costumbres, sus lugares de encuentro y sus formas de vida.
Hasta Ayna se podría llegar en sidecar, sería lo más auténtico, primero, por el reto de ir sorteando estas zigzageantes carreteras que hilan la sierra del Segura; pero también por imitar a Teodoro y a su padre Jimmy, o, lo que es lo mismo, a Antonio Resines y Luis Ciges, los protagonistas, cuya moto con sidecar se puede contemplar en el mirador de La Rodea Grande, sobre la majestuosa garganta que forma el río Mundo.

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Vista panorámica del pueblo de Ayna.

Una vez en Ayna, cualquier paseo por sus empinadas calles llenas de rincones debe pasar por la calle Mayor que lleva a la plaza principal, aquí se encuentra el Ayuntamiento y las gradas que sirven para disfrutar de los encierros, y al lado, la iglesia de Santa María de lo Alto, pero como lo que se va siguiendo es el recorrido cinematográfico hay que entrar en la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, que alberga el Centro de Interpretación de la Ruta ‘Amanece que no es poco’. Después lo que toca buscar es La Casa del Viejo Agricultor, la Calabaza y el Semillero de Hombres para encontrase la figura del hombre que brotó y el anciano de larga barba blanca llamado Garcinuño y retratarse junto a ellos para la posteridad.

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Figura del Garcicuño situada en Ayna. Fotografiarse con él es todo un clásico.

LIÉTOR

A poco más de 20 kilómetros queda Liétor, un pueblo que posee un buen conjunto de mansiones señoriales y una interesante iglesia dedicada a Santiago, pero es la ermita de Belén, rodeada de un bello paisaje de bosques y roquedales, su tesoro más valioso. Más que el edificio, su extraordinaria colección de pinturas murales de temática religiosa del siglo XVIII. En la plaza de la Alcadima se puede ver hoy la reproducción de la ermita, donde el cura (Cassen), a las órdenes de Cuerda, celebraba todos los días la misa como si de una obra teatral se tratara (con “llenazo”).

MOLINICOS

En Molinicos acaba la ruta. Un pueblo idílico, recogido y evocador, enclavado en el corazón de la serranía. Su plaza Mayor es íntima y a ella se asoma el Ayuntamiento, pero no es este el edificio que hay que buscar cuando se llega hasta aquí, sino el viejo consistorio situado a la entrada del pueblo, hoy Casa del Níscalo, y desde el que el alcalde en la ficción (Rafael Alonso) arengaba al pueblo y visitantes a hacer flash back.

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Imagen del pueblo de Molinicos, una de las paradas obligatorias en esta ruta de cine.

Antes de empezar la ruta por estos tres pueblos de cine, dos requisitos ineludibles: mucho humor y, desde luego, ver antes la película. Ahora… ¡a divertirse!

MUY PRÁCTICO

Dónde dormir

En Ayna, está MiralMundo (hotelruralalbacete.com). Contemplar el mundo desde un coqueto hospedaje rural con un rincón dedicado a la película Amanece que no es poco. Para los que prefieran alojarse en Albacete está Gran Hotel Albacete (abgranhotel.com/es/), un cuatro estrellas situado en pleno centro con todo lujo de comodidades.

Dónde comer

Para los que empiecen la ruta con hambre, en Ayna está Felipe II (hotelfelipesegundo.es) Restaurante-hotel con vistas al valle del río Mundo, y con el plato manchego serrano (gachamigas, atascaburras…) como referencia. Y de postre, miel sobre hojuelas. Don Manuel (donmanuelrestaurante.com), situado en Hellín sirve platos tradicionales manchegos con aires de creatividad y vanguardia.