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El valle de Arán tiene un buen puñado de pueblos bonitos


Actualizado 30 de enero de 2020 - 12:38 CET
© Juan Manuel Borrero

ARTIES

Pequeño y pintoresco es este pueblo a orillas del río Garona. Un mosaico de tejados y puntiagudos campanarios de pizarra en torno a la iglesia románica de Santa María. Para admirar también otros edificios notables, como la casa Ço de Paulet, el macizo torreón de la casa de Portolá y la iglesia de Sant Joan. Como curiosidad, aquí se habla una lengua propia, el aranés, y se disfruta de una gastronomía tradicional con mucha enjundia, que las montañas pirenaicas abren el apetito.

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SALARDÚ

La carretera que lleva hacia el Parque Nacional de Aigüestortes brinda la mejor panorámica de este pueblo –y del de Unha al fondo– rodeado por el río Garona y el Unhola. Tiene callejones en cuesta, numerosas fuentes y la iglesia de San Andrés como mejor testimonio arquitectónico, con su campanario octogonal y en su interior el Cristo de la Salud e interesantes pinturas tardogóticas en sus ábsides.

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VIELHA

Rodeada de cumbres que superan los 2000 metros, la capital del valle de Arán es el mejor punto de partida para recorrer este rincón de bosques, ríos, lagos y praderas donde habita la esencia de los Pirineos. A orillas del río Garona y muy próximo a las pistas de esquí de Baqueira Beret, además de todo tipo de comercios, muchos enfocados a los deportes de aventura, sus joyas patrimoniales son la iglesia de Sant Miquèu, el Museo Etnológico, la casa señorial Ço de Rodès y el Museo de la Lana.

© Valle de Arán

UNHA

La torre octogonal de la iglesia románica de Santa Eulària sobresale por encima del conjunto de casas de piedra y tejados de pizarra negra que conforman este pequeño pueblo de apenas un centenar de habitantes próximo a Salardú, ubicado en una situación privilegiada, a orillas del río Unhóla y al pie del escarpado Pui d’Unha, con una esplendida vista del valle y el glaciar y picos de La Maladeta. Entre sus casas aranesas destaca Ço de Brastet, que acoge el interesante Museo de la Nieve, y la singular Casa Fuerte de Unha, con sus viejos baluartes defensivos. Interesantes también sus dos vinotecas.

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BAGERGUE

Tiene el privilegio de ser el pueblo más alto del valle de Arán, a nada menos que 1419 metros de altura, y eso ya es un punto en época invernal, porque aquí nieva de verdad. Pero además forma parte de la asociación de Los pueblos más bonitos de España, y ha sido distinguido por el movimiento Viles Florides como municipio florido. Entre sus joyas, la iglesia románica de Sant Fèlix, la ermita de Santa Margarita, la calle Major y el museo de Eth Corrau, que muestra la tradición del valle.

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BOSSÒST

El bello puerto del Portilhon, famoso por ser una de las etapas de la Vuelta Ciclista a España, une este bonito pueblo con el francés de Luchon, del que queda a apenas unos kilómetros. Además de ser un reclamo comercial para el país vecino, Bossòst es un perfecto muestrario de arquitectura románica aranesa, especialmente la iglesia de la Purificación, en la que destacan la torre-campanario y la riqueza iconográfica de sus portadas, pero también las siete capillas que rodean el pueblo: San Cerrat, la Pietat… Para disfrutar, el paseo por la ribera del río Garona y el único aserradero que se conserva en el valle.

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ARRÉS

A 1200 metros de altitud y rodeado de fuentes y manantiales, Arres forma parte del terçon de Lairissa, en el que se agrupan siete pequeños pueblos, lo más antiguos del valle, de la montaña d’Uishèra y rodeados de abundante vegetación, en la que predominan los bosques de roble y pino silvestre. Arres en realidad hay dos: de Jos y de Sus, pero en otro tiempo fueron uno y hoy siguen compartiendo una única iglesia, la románica de San Juan. El primero, además, tiene otra dedicada a San Fabián, que es de las más antiguas del valle. Próxima a ambos está la Mina Victoria, que se puede visitar.

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