En Alcoy, Alicante, saben de fiestas y si de todos es conocida la de Moros y Cristianos en honor a San Jorge, la cabalgata de los Reyes Magos, que cierra las fiestas navideñas, ha merecido ser declarada de interés turístico nacional. Tan importante es que para disfrutar de ella en su totalidad hay que llegar unos cuantos días antes y asistir, el domingo anterior al 5 de enero, a Les Pastoretes, la cabalgata infantil en la que niños y niñas vestidos de pastores desfilan sobre carros engalanados y en grupos de baile repartiendo caramelos y aleluyas.
Si no se ha llegado a tiempo, el día 4 enero se puede presenciar, frente al nacimiento de la plaza de España, el Pregó del Tio Piam, una escenificación que evoca una ancestral tradición alcoyana documentada en la primera mitad del siglo XIX y en la que el emisario de Sus Majestades declama repetidamente a lo largo de su recorrido por las calles de la localidad –desde la Font Redona a la avenida País Valencià) un bando real anunciando la llegada de los Reyes Magos. Al cortejo se suman unos burritos que portan los buzones en los que los pequeños pueden depositar las cartas con sus deseos para que Melchor, Gaspar y Baltasar los lleven a casa.
Si en la lejanía de la montaña de Sant Cristòfol, luces de hogueras y bengalas simulan el campamento de los Reyes de Oriente, al atardecer del 5 de enero, llega el momento de su desfile, en la que más de mil vecinos participan para dar brillo a la cabalgata más antigua de nuestro país, que se viene realizando de forma continuada desde 1885, aunque sus antecedentes documentales se remontan al año 1866.
Sobre elegantes camellos van montados los Magos desde el lugar donde se hallaba antiguamente la puerta de Alicante para descender por las empinadas calles del centro, bordeando el parque de la Glorieta. Tras ellos, forman su comitiva, músicos, antorcheros, pastorcillos y una legión de pajes –els Negres– que entregan sus regalos a los niños en mano, para lo que se sirven de largas escaleras con las que ascienden a los balcones de las casas.
En la plaza de España tiene lugar uno de los momentos más entrañables, la popular Bandeja, cuando los monarcas descienden de sus cabalgaduras y caminan hacia el Nacimiento para adorar al Niño Jesús mientras un espectacular castillo de fuegos artificiales pone color y brillo al instante.
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