Con 200 kilómetros que tiene la isla de norte a sur, en Gales suelen presumir de que todo queda razonablemente a mano. Bordeando sus geografías por la costa, la cosa cambia. Son 1.400 kilómetros los que tiene el Wales Coast Path (walescoastpath.gov.uk), el sendero que, desde las afueras de Chester hasta la localidad de Chepstow, rodea por completo el litoral galés. Se trata del único paseo del mundo que sigue ininterrumpidamente la línea costera de una nación, aunque cualquiera de sus tramos no tiene desperdicio.
No hay error posible se elija la zona que se elija y, salvo alguna subida y bajada por lo más escarpado de los roquedos, pocas porciones del Wales Coast Path resultan excesivamente exigentes. De ahí que, más que dejarse intimidar por lo bárbaro de su extensión, baste con abordar el tramo que mejor se ajuste a lo que uno busca y lo que esté dispuesto a andar teniendo en cuenta, eso sí, que por sus áreas más esquinadas no siempre abundan los servicios y, en ocasiones, tocará tomar algún autobús local para llegar, por ejemplo, al siguiente alojamiento.
EN EL NORTE
El extremo norte de la ruta arranca con una suave caminata junto al estuario del río Dee, todo un favorito para los amantes del birdwatching. Tras rozar la fortaleza en ruinas de Flint –la primera de las muchas que levantaría Eduardo I al invadir Gales–, prosigue por un precioso tramo de playas como la de Talacre y las que cercan la ciudad costera de Rhyl hasta alcanzar el balneario victoriano de Llandudno y la amurallada Conwy, presidida por los torreones de su castillo medieval y protegida por la Unesco como ejemplo de arquitectura militar.
LA ISLA DE ANGLESEY
Tampoco es mala opción consagrarse al mundo aparte de la isla de Anglesey, con sus también aquí infinitos arenales, su atmósfera de cuento y puñados de yacimientos megalíticos hasta los que llegar desde pueblos remotos de inmenso encanto u otros tan famosos como el impronunciable Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, por suerte abreviado como Llanfair PG en los carteles que conducen a él.
RUMBO AL SUR
Rumbo al sur, se impone otro alto en Caernarfon, la más emblemática de las fortalezas del siglo XIII y puerta de acceso, ya tierra adentro, al parque nacional de Snowdonia. De no virar hacia este otro paraíso de los senderistas, continuando por la costa tendremos muchas bazas de admirar focas en varios puntos de la bucólica península de Llŷn antes de toparnos con nuevos castillos, como los de Criccieth y Harlech, o rarezas de la talla de la villa de Portmeirion, con sus palacetes de colores erigidos a principios del siglo XX en un estilo mediterráneamente italiano.
CAMINO A LA BAHÍA DE CARDIGAN
Si el tramo siguiente despliega por la bahía de Cardigan desde las dunas de Ynyslas hasta los acantilados entre la coqueta Aberaeron y New Quay, más abajo aguardan los tesoros de Pembrokeshire. Medio centenar de playas y el único parque nacional costero de toda Gran Bretaña, estuarios y bosques o la diminuta ciudad catedralicia de St. David quedan en las lindes de este condado, al que da el relevo más adelante la bahía de Carmarthen, con sus marismas y pinares y muchas más dunas. Antes de culminar en la capital galesa, la península de Gower y la bahía de Swansea ofrecen alicientes de Guinness: una decena de reservas naturales, cinco áreas de conservación y más de treinta lugares de interés científico, entre arenales tan fotogénicos como la playa de Rhossili o la bahía Three Cliffs Bay.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Hay muchos vuelos directos a Cardiff, la capital de Gales, desde Madrid, Barcelona y otras ciudades de la costa. En ocasiones las tarifas de ida y vuelta apenas rondan los 100 €.
Dónde dormir
Hotelitos del encanto del Harbour Master (harbour-master.com), en la villa marinera de Aberaeron, o The Bull Beaumaris (bullsheadinn.co.uk), en la isla de Anglesey; ambos en viejos caserones rehabilitados con gusto y además buen restaurante. Podemos localizar otros alojamientos originales –desde granjas, bed&breakfast boutique o pequeños establecimientos por las áreas más rurales de Gales– a través de The Rare Hideaways Guide (little-places.co.uk) o, si se prefiere, en cottages (welsh-cottages.co.uk). Los hay con capacidad para apenas una pareja o para un buen grupo de familiares o amigos, y muchos admiten mascotas.
Qué comer
Que la campiña galesa esté habitada por las ovejas más orondas del planeta se traduce, también, en sus muchos platos de tiernísimo cordero, como el que se sirve asado con salsa de menta o el Shepherd’s pie, un pastel con su carne picada y recubierta con puré de patata. También muy local, el tatws pum munud, un estofado caldoso con beicon ahumado y verduras; o el cawl, un guiso de carne y esencialmente puerros. También hay mucho marisco, buenos quesos y dulces como el bara brith, un cruce entre pan y bizcocho con pasas y cáscara de naranja, o los bollitos welsh cakes que, hechos de mantequilla, harina, azúcar y pasas, se suelen servir aún templados con mermelada o miel a la hora del té.
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