Al volante por la carretera más bella de la Toscana
La Strada Regionale 222, la bonita tira de asfalto conocida como la Chiantigiana, que discurre entre Florencia y Siena por los viñedos de los que nace el vino más famoso de Italia, es un destino en sí mismo. Sus apenas 80 kilómetros dan para emborrachar la vista con las colinas tapizadas de cereal, olivos y viñas, los caserones de piedra color miel y las hileras de cipreses que enmarcan la postal más icónica de la campiña toscana.
Por estos parajes italianos tan fotogénicos de la Toscana podrían seguirse en coche cerca de una veintena de rutas con sabor, perfectamente señalizadas como tal para que nadie se pierda: las de sus memorables aceites, las que combinan un puñado de especialidades locales como quesos o embutidos, y, por supuesto, varias más consagradas a sus vinos. Pero, puestos a elegir una sola del todo imprescindible, la que se adentra por los escenarios en los que se elabora el Chianti Classico, el vino más célebre de Italia, que tiene más de 300 años.
La ondulante Chiantigiana enlaza unos paisajes que enamoran con el placer bon vivant de ir haciendo un alto por sus pueblos cargados de siglos, sus abadías y sus castillos, donde nunca faltará una bodega para improvisar una cata, comprarle unas botellas a un paisano o, por qué no, instalarse en familia muchos más días en los numerosos agriturismos que ofrecen cobijo y buena mesa por estos territorios.
IMPRUNETA, LA PRIMERA PARADA
Bajo el símbolo del Gallo Negro –el emblema del Chianti–, los pueblos del valle irán asomando entre ordenadas lomas cubiertas de uva San Giovese hasta donde alcanza la vista. Viniendo de Florencia, podría hacerse una primera parada en Impruneta para curiosear entre sus talleres de cerámica de colores, o desviarse hasta el Castello di Verrazzano para hacer una degustación y no solo de vino, pues también producen aceite de oliva extra virgen, grappa, miel y un vinagre balsámico con siglos de tradición.
LAS VILLAS MÁS COQUETAS
Donde habrá que aparcar sí o sí el coche será en Greve in Chianti, una de las villas más coquetas de la zona, para recalar por su plaza porticada a rebosar de bares y tienditas artesanales. Enseguida, el encantador burgo amurallado de Montefioralle y, siempre hacia el sur, tomando de cuando en cuando algún desvío, otros platos fuertes como el conjunto monástico de Badia di Passignano o el pueblo de Panzano.
En la medieval Radda in Chianti, en cuyo convento di Santa Maria al Prato abre sus puertas el centro enocultural The House of Chianti Classico, habrá que meditar a fondo la decisión de si tomar una bifurcación rumbo a la idílica aldea fortificada de Volpaia, si enfilar en dirección contraria hacia la ciudadela de origen etrusco de Castellina in Chianti o, aproximándose ya cada vez más a Siena, hacia los muchos castillos e iglesias que se arremolinan junto a Gaiole in Chianti. Poco más allá, entre hectáreas de aristocráticos viñedos, aguarda como guinda del viaje el Castello di Brolio, donde a finales del siglo XIX el barón Ricasoli diera con la fórmula que hizo del Chianti uno de los vinos más famosos del mundo.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Vuelos directos de Madrid y Barcelona a Florencia. Si se prefiere, también se puede viajar en barco desde Barcelona hasta Livorno, en la costa de la Toscana.
Dónde dormir
Por toda la zona del Chianti hay infinidad de casas rurales e incluso granjas perfectas para unas vacaciones en familia (chianti.com). Verdaderamente exquisitos, los alojamientos entre los viñedos del Castello de Verrazzano (verrazzano.com), por el que también contratar si se desea una cata en sus antiquísimas bodegas, y el agroturismo de los jardines del Castello di Brolio (ricasoli.it), en un caserón del XVIII propiedad también de la familia Ricasoli. También muy ligado a la buena cocina y al vino, bajo el sello de Relais Châteaux abre sus puertas en Castelnuovo Berardenga el Hotel Borgo San Felice (borgosanfelice.com), una aldea medieval que, tras haber sido abandonada, fue restaurada con mimo y reciclada en alojamiento con encanto. Sus 46 habitaciones se reparten entre el palazzo que perteneciera a los marqueses de Taja y las antiguas casitas del pueblo, arremolinadas en torno a una capilla.
Dónde comer
Si en Greve in Chianti habrá que hacer un alto en L’Antica Macelleria Falorni (falorni.it), mitad carnicería mitad bistrot donde degustar o adquirir los mejores embutidos de la zona, en Panzano sería un pecado perderse las carnes de la Officina della Bistecca (dariocecchini.com), uno de los tres locales que regenta en el pueblo el mediático y genial Dario Cecchini. También apetecibles las hamburguesas de su otro restaurante Dario DOC. En compañía de este chef-carnicero podrán también realizarse un par de talleres consagrados a la carne del Chianti. Más aristocráticos, los restaurantes de los monasterios Badia di Passignano (osteriadipassignano.com) y Badia a Coltibuono (coltibuono.com), ambos cata de vinos y también cursos de cocina.
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