Rodeada de dehesas de encinas, alcornoques, robles y castaños, Aracena es la puerta de entrada a la Sierra Morena onubense. Una villa blanca típicamente andaluza que contrasta con el verde del paisaje que le rodea, campos en los que pasta a sus anchas el cerdo ibérico. No hay mayor protagonista.
Pasear por su casco urbano es darse cuenta de su cierto aire de fortaleza, con su caserío arracimado en torno a una hermosa plaza mayor y, en lo alto de la colina que lo corona, un castillo del siglo XIII. A su lado quedala iglesia prioral gótico-mudéjar de Nuestra Señora del Mayor Dolor, de la que destaca su torre exterior, decorada con paños de sebka, al estilo de la Giralda de Sevilla. Y por sus calles, casonas burguesas, palacetes solariegos e iglesias donde el barroco se manifiesta en toda su plenitud.
Aracena guarda, además, un tesoro natural bajo sus entrañas. Es la Gruta de las Maravillas, uno de los complejos kársticos más interesantes de España que destaca por la extensión de sus lagos y la variedad de sus formaciones: estalactitas, estalagmitas, columnas, gours, pisolitos… Un mundo subterráneo de enorme belleza que el agua y el paso del tiempo han ido formando a lo largo de los siglos. La visita circular que recorre su interior, de 1 kilómetro, permite recorrer sus galerías a tres niveles.
Pero la sola mención de Aracena recuerda el sabor de uno de los mejores jamones ibéricos de nuestro país y tras el paseo llega el momento de descubrirlo todo sobre él. Para empezar en el Museo del Jamón, un espacio concebido para proporcionar información y difundir, de manera didáctica, toda una cultura milenaria y serrana. En sus siete salas se descubre todo sobre el cerdo, su proceso de crianza, su vida en la dehesa, la alimentación, la matanza tradicional y el proceso de curación y elaboración de los jamones. Cuando concluya la visita, será hora de probarlo.
Para una escapada tan completa, nada como descansar en el Hotel Convento Aracena & Spa (hotelconventoaracena.es), un singular alojamiento situado a los pies del castillo de Aracena. En este convento remodelado del siglo XVII se conjugan a la perfección los elementos más clásicos del edificio con una decoración sofisticada y moderna. Mientras que los tratamientos, masajes y circuitos termales que se brindan en su spa revitalizan los sentidos y purifican cuerpo y alma.
Y para complacer al paladar y marcharse de Aracena con buen sabor, Huerto Nun, el restaurante del convento, ubicado en el huerto de las monjas, que aúna la cocina moderna con la tradicional con platos elaborados con la mejor materia prima de la zona, propuestas que cuentan con el jamón de jabugo como protagonista.