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Tanto que pasa por ser la mayor de Europa y la segunda del mundo, tras la de la mina de Nica, en el estado mexicano de Chihuahua. Sus medidas lo dejan claro: 8 metros de largo y entre 1 y 2 de alto. Y además los cristales de yeso que la cubren llegan a alcanzar casi dos metros, lo que la hace realmente espectacular. Y mágica, porque adentrarse en las entrañas de la tierra y sentirse rodeado de cristales (aunque realmente sean de yeso) es una sensación única que no se experimenta todos los días.
La geoda de Pulpí, como se la conoce, lleva ahí millones de siglos (dicen que entre 5 y 6), pero no fue hace 20 años cuando un equipo de geólogos la descubrió en una antigua mina de hierro y plomo abandonada a 3 kilómetros de la costa. Desde este verano, esta maravilla geológica subterránea se puede visitar, aunque con reserva, porque en su interior solo caben 12 personas.
El recorrido comienza en un estrecho paso con forma de embudo de apenas medio metro que sirve de puerta de entrada a la geoga. Tras él, hay que descender hasta los niveles más profundos de la explotación minera, a más de 60 metros de profundidad, para llegar hasta la cavidad, cubierta de cristales transparentes con forma de prisma y romboides, cuyas aristas se mezclan unas con otras. Los más de 350 metros de galerías que llevan a ella permiten admirar, además, otras geodas de yeso en el camino.
LA VISITA
La entrada a la geoda (reservas en geodapulpi.es) tiene un precio de 22 € los adultos y 10 los niños e incluye también el acceso al castillo de San Juan de los Terreros, donde se muestra una recreación virtual de la cueva de cristal, y al Museo Minerológico. La duración del recorrido es de una hora.
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