Alejada de la llanura manchega, la Sierra del Segura es única por su entorno natural. Allí donde la Albacete limita con Jaén, Granada y Murcia, se alza imponente esta sierra a la que da nombre el río Segura que no puede ser más privilegiada, porque, gracias a su accidentada geografía, se mire donde se mire hay una razón para prestar atención. Estos son algunos de los lugares que no hay que perderse:
LETUR
Es tanto el apego de Rozalén a Letur, el pueblo en el que pasó su infancia, que se ha convertido en la impulsora del festival LeturAlma, que desde hace dos veranos está revolucionando la Sierra del Segura. Pero este lugar tiene encanto siempre, asentado como está sobre un peñón y con un delicioso casco urbano de trazado medieval, cuyas calles y callejas se arremolinan en torno a la plaza Mayor, donde se levantan sus dos grandes monumentos: la iglesia gótica de la Asunción y el ayuntamiento. Típicos son sus portalicos, sus arcos de entrada, puentes y miradores en los que pasmarse ante sus vistas.
YESTE
Yeste fue un pueblo importante en época medieval, y de ahí su robusto castillo del siglo XIII dominando el barrio viejo. A sus pies se dispersas callejas estrechas y plazas recoletas que muestran casas señoriales. Otro hito es la iglesia de la Asunción, cuyo campanario es visible desde muchos kilómetros a la redonda. En sus cercanías se encuentran los baños de Tus.
NERPIO
Bañado por las aguas del río Taibilla y en la esquina con Andalucía y Murcia, Nerpio es un lugar antiguo, como muestran las pinturas rupestres de sus alrededores, declaradas Patrimonio de la Humanidad. En su conjunto urbano, también de regusto medieval, la referencia es la iglesia de la Purísima Concepción, su gran monumento.
CALAR DEL MUNDO
El Mundo es el niño bonito de la sierra albaceteña y sus aguas, recién nacidas, se despeñan desde una cueva que parece no tener fin creando uno de los parajes naturales más bellos de Castilla-La Mancha. En su caída, la cascada dibuja saltos y colas de caballo de una vistosidad extraordinaria. Para visitar su nacimiento, lo más cómodo y habitual es subir en coche desde Riópar hasta un aparcamiento que hay a menos de un kilómetro del nacedero y luego caminar 15 minutos por un sendero escalonado. Entre noviembre y enero tiene lugar su mayor explosión, que aquí llaman el Reventón.
AYNA
La llaman la Suiza manchega y por algo será, aunque muchos la descubren porque llegan hasta aquí atraídos por seguir el rastro de las localizaciones de la famosa y disparatada película Amanece que no es poco, que se rodó en esta sierra. Situada en la afilada garganta del río Mundo y rodeada de manantiales, caudalosos arroyos y cerros inexpugnables, esta bella localidad colgada entre el valle y la montaña posee un curioso casco antiguo cicatrizado por calles estrechas, umbrías y empinadas de sabor morisco. Si en la plaza Mayor queda al lado de la iglesia de Santa María de lo Alto, en la parte alta se alzan los restos del primitivo castillo árabe.
LIÉTOR
A orillas del río Mundo y rodeada de un bello paisaje de bosques y roquedales toma asiento este pueblo que sitúa alrededor de la plaza Mayor sus monumentos más emblemáticos: el edificio del Ayuntamiento, un puñado de casas solariegas, la iglesia de Santiago y la ermita de Belén, con una de las mejores colecciones de pintura popular española del siglo XVIII.
MOLINICOS
Molinicos es un pueblo recogido y evocador, enclavado en el corazón de la serranía. Además de su plaza Mayor y su museo micológico La Casa del Níscalo, en sus alrededores se localizan los restos de varias atalayas y castillos, testimonio de su pasado árabe.