La bella Malinas, una ciudad que es todo un descubrimiento en Bélgica
Situada entre Amberes y Lovaina, y a solo 10 minutos en tren desde el aeropuerto de Bruselas, Malinas –o Mechelen (se pronuncia méjelen)– es una ciudad compacta, ideal para viajar en familia, pero también para disfrutar como niños. Y además está llena de monumentos protegidos, algunos de los cuales forman parte del Patrimonio de la Humanidad.
La visita a esta ciudad belga tiene que comenzar, irremediablemente, por la Grote Markt, o lo que es lo mismo, la plaza mayor. En ella se ubica el Ayuntamiento, cuya fachada impresiona por sus impresionantes filigranas góticas. Si lo observábamos desde la plaza, a la derecha se ve el edificio del siglo XIV que originalmente fue lonja de paños. Debía haber tenido una torre, pero con la caída del comercio textil se acabó el dinero para las obras y lo poco que se había construido de ella acogió una prisión. La parte izquierda del Ayuntamiento, mucho más vistosa, se terminó en el siglo XX. De estructura rectangular, la plaza es de lo más animada, con sus terrazas, que se llenan de gente los días de sol para tomar el aperitivo y degustar una buena cerveza artesana, o los sábados, cuando acoge un concurrido mercado al aire libre. En una de sus esquinas se alza una estatua de Margarita de Austria, regente de los Países Bajos entre 1507 y 1515, y no lejos —en Keizerstraat, 20—, su palacio, con un jardín renacentista.
Junto a la plaza y visible desde cualquier punto de la ciudad se eleva majestuosa la torre de Rumbold o San Rumoldo, un ejemplo de gótico brabantino incluido en la lista de la Unesco. Tiene una altura de casi 100 metros y desde ella se contemplar unas vistas increíbles de la ciudad, aunque para llegar hasta lo más alto es necesario no desfallecer y subir a pie sus 513 peldaños. Los días despejados es posible, incluso, ver Amberes y el Atomium de Bruselas. En su interior hay que prestar atención al altar mayor, al coro, el púlpito y al Cristo en la Cruz de Van Dyck. También destaca su carrillón de 49 campanas.
La calle más viva de Malinas es Ijzerenleen y está repleta de tiendas. Antiguamente pasaba por aquí un riachuelo, alrededor del cual se instalaba un mercado donde se vendía principalmente pescado y en el que se instalaron unas barandillas de hierro. El riachuelo fue cubierto, pero las barandillas se conservan y a ellas debe su nombre la calle: Ijzer, que significa hierro. Como recuerdo también de aquel mercado se han colocado unas pequeñas fuentes decoradas con peces. Dos paradas recomendables: en el número 28 de esta calle, la tienda de quesos Kaasmuisje, una verdadera delicia para el paladar, y, no muy lejos, el Schepenhuis, un impresionante palacio que se levantó en el siglo XIII convertido en galería de arte, después de haber servido como sede del tribunal de los Países Bajos, cárcel, museo, teatro y escuela de esgrima.
Algo que gustará a todos es montar en barca por el río Dijle. Una pasarela recorre su orilla desde Haverwerf hasta el jardín botánico. Un agradable paseo donde se ve, sobre todo, a parejas de enamorados. Desde Haverwerf, justo enfrente de la plaza Vismarkt, parten los cruceros que recorren el río y desde los que se contemplan las impresionantes fachadas de los edificios que representan la importancia comercial que tenía la ciudad antes de que Amberes y su gran puerto le robaran todo el protagonismo.
Durante la travesía hay que fijarse, especialmente, en tres construcciones del siglo XVII: la Casa Roja, conocida como La casa de San José, ya que en la fachada hay un relieve del santo con el Niño Jesús; la Casa de Madera, también llamada La casa de los diablillos, por los diablos que se pueden ver en las columnas, y la Casa Verde, a la que los lugareños se refieren como El pequeño paraíso, por sus relieves con escenas del paraíso.
Las familias con niños disfrutarán de lo lindo en el Museo del Juguete (speelgoedmuseum.be) que alberga una de las colecciones de juguetes más extensas de Europa. Repartido en tres plantas, incluye piezas de todo el mundo y épocas pasadas, entre las que destacan la colección de casas de muñecas, una sección de trenes eléctricos y otra sobre circo y atracciones de feria.
También emocionante es la visita a Technopolis (technopolis.be), una especie de museo de la ciencia para todas las edades en el que se puede ir en bicicleta sobre una cuerda, pilotar un avión, ser presentador del tiempo e, incluso, imitar a Superman moviendo un coche por ti mismo. Un montón de experimentos y actividades interactivas para aprender jugando.
También interactivo es Planckendael (zooplanckendael.be), mucho más que un zoo, pues a la vez que avanzar por los diferentes senderos del parque viendo animales de los cinco continentes, puedes disfrutar de aventuras cruzando puentes colgantes entre los árboles, remando en balsas de madera, visitando antiguas estaciones de tren abandonadas y aprovechándote de una extensa zona verde, ideal para un buen pícnic en un día soleado. Un colofón perfecto para un viaje al corazón de Flandes.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Bruselas cuenta con dos aeropuertos situados en Zaventem, a 13 km al noreste de la ciudad, y en Charleroi, a 46 kilómetros al sureste de la capital. Distintas compañías aéreas tienen vuelos directos desde varios aeropuertos españoles por unos 100 €. Desde Bruselas se puede llegar en tren a Malinas en menos de media hora (b-rail.be).
DÓNDE DORMIR
En Martin’s Patershof Hotel (martinshotels.com/en/hotel/martins-patershof), el hotel más emblemático de la ciudad, ubicado en lo que fuera una antigua iglesia neogótica. Nada como pasar la noche en alguna de sus confortables habitaciones de atmósfera vanguardista con espíritu sacro. Sus ventanas son auténticas vidrieras decoradas con motivos religiosos.
En VixX Hotel (vixxhotel.be). Aunque a primera vista es un hotel de 3 estrellas, en interior esconde 8 lujosas y estilosas suites de 60 m2 en el mismo centro de la ciudad que combinan la comodidad y la libertad del que busca un apartamento privado, añadiendo las facilidades y servicios que proporciona un hotel.
DÓNDE COMER
En la oficina de turismo se pueden comprar unos cupones llamados Sense-Sations al precio de 6 €, que permiten degustar lo más destacado de la ciudad, ya sea una cerveza Gouden Carolus, patatas fritas, chocolate, pastel de manzana, galletas e incluso unas tapas de queso. El paquete también incluye descuentos para varias atracciones y monumentos.
Los amantes de la cerveza deben acercarse a Het Anker (hetanker.be/nl) una antigua fábrica de cerveza flamenca fundada en 1471 por una comunidad de monjas beguinas. En la actualidad se elabora la famosa cereza Gouden Carolus, la mejor del mundo según el Carlos V. Además de la destilería posee un restaurante donde ofrecen diferentes platos de carnes, pescados o ensaladas, o en el que picotear deliciosas croquetas y mejillones.
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