Ahora son las nuevas áreas, con su arquitectura contemporánea que comienza a cambiar el skyline de la ciudad, pero en la capital de Serbia siguen atrayendo toda la atención las orillas de los ríos Danubio y Sava que confluyen en ella, sus barrios bohemios, el parque de Kalamegdan, la peatonal Knez Mikhailova, su intensa agenda cultural y su vida nocturna, que es la envidia en Europa. Apetece ser de los primeros en descubrir esta ciudad inesperada.
VIERNES TARDE
Empezamos a descubrir la capital serbia con un plato fuerte: Skadarlija, el barrio bohemio. Más que un barrio es una calle adoquinada, pero qué calle. Cuando uno camina por ella entiende por qué se le compara con el Montmartre parisino. Y es que el que fuera el lugar donde se reunían en el siglo XIX poetas y artistas hoy es la zona más trendy de Belgrado, con coquetas terrazas, pequeñas galerías de arte, tradicionales kafanas (bares) y restaurantes, como Šešir Moj (sesirmoj.rs) o Dva Jelena, que pueden ser buena elección para cenar la primera noche en la ciudad.
SÁBADO
Arranca la mañana y es buen momento para comenzar a tomarle el pulso a la vida cotidiana de la ciudad en el mercado de Kalenic, uno de los treinta famosos «mercados verdes» de la capital serbia. Situado en el triángulo que forman las tres principales avenidas, sus puestos de frutas y verduras, panaderías y flores son una pequeña muestra de la esencia del país.
Con los sentidos bien despiertos se llega hasta el Museo de la Historia Yugoslava. Un lugar indispensable para comprender la historia de este antiguo estado. Y, como complemento, visitar la aledaña Casa de las Flores, que fuera residencia de verano de Tito, el mariscal que dirigió Yugoslavia entre 1945 y 1980, y su cuarta mujer. Además de su mausoleo, también puedes ver en ella los numerosos regalos que recibió de las distintas delegaciones internacionales durante su estadía en el poder.
El resto de la mañana hay que dedicarla a la fortaleza Kalamegdan. Seis puertas dan acceso a la antigua ciudadela que, si en otro tiempo fue testigo de las numerosas batallas que se libraron en ella, hoy es un gran parque público que regala, desde lo alto de una colina, la mejor panorámica de la ciudad, en la misma confluencia del Danubio con el Sava, dos de los ríos más largos de Europa fundidos en un entorno verde y natural.
Entre sus muros hay bonitos paseos, estatuas –entre ellas el monumento a Víctor, todo un símbolo de la ciudad–, restos romanos, cañones, puentes, un observatorio, un par de templos, un zoo, museos y también un encantador restaurante, Kalemegdanska Terasa (kalemegdanskaterasa.com), con unas vistas extraordinarias desde su terraza, donde nos sentamos a comer.
Reposada la comida, es momento de imitar a los belgrandenses y coincidir en su lugar de encuentro, la plaza de la República, presidida por la estatua ecuestre del príncipe Mihailo. De ella sale la calle Knez Mikhailova, la arteria principal de la ciudad, llena de cafés, restaurantes, tiendas y los edificios más significativos de la ciudad en su kilómetro de longitud. En un extremo, el parque de Kalemegdan; en el otro, el Museo Nacional de Belgrado, el más importante del país, que abarca obras maestras de pintura, arqueología, arte medieval, moderno, numismática... y donde uno puede pasarse horas en su interior, remodelado recientemente tras permanecer 15 años cerrado.
También arte, pero muy original, es el que expone en su comedor el restaurante elegido para cenar: Lorenzo Kakalamba (lk.rs). En él, Dalí se hubiera sentido como en casa, porque desde que uno cruza su puerta ve obras surrealistas en cada rincón. También se sorprende con sus especialidades, una mezcla de cocina italiana y serbia.
Para acabar el día, nada como descubrir por uno mismo por qué Belgrado se ha convertido en un destino de moda para los jóvenes. El mejor lugar son las riberas del Danubio y el Sava, donde se concentran ¡2000! bares de copas, splavovi y discotecas flotantes en la que suena la música y se baila hasta el amanecer. Las ganas de marcha nocturna en la capital de Serbia no parecen tener fin.
DOMINGO
Para el último día queda reservado un lugar que la Unesco ha declarado Patrimonio de la Humanidad, el templo de San Sava, la mayor iglesia ortodoxa de los Balcanes y una de las más grandes del mundo. Si por fuera llama la atención su fachada blanca de mármol, su tejado verde esmeralda y su enorme cúpula de 82 metros de altura, nos quedamos con su interior. Porque mientras finaliza la gran intervención a la que está siendo sometida, su cripta – –que acoge el tesoro de San Sava, el primer arzobispo serbio, y la tumba de San Lazar– ya luce en todo su esplendor, con sus paredes y techos cubiertos de deslumbrantes mosaicos dorados.
A 10 minutos caminando desde San Sava se llega al Museo Nikola Tesla (nikolateslamuseum.org), dedicado a guardar la memoria y el legado de este famoso ingeniero de familia serbia conocido por sus invenciones en el campo de electromagnetismo. Y algo más lejos, casi próxima al río, la catedral de San Miguel.
También en el río podemos quedarnos a comer, y después, si hay tiempo antes de regresar, seguir la orilla del Danubio para conocer el barrio de Zemun, que conserva el aire de un pueblecito y tiene desde la torre Gardoš sus mejores vistas, o la del Sava para llegar a la zona de Ada Ciganlja, un amplio espacio público en el que los belgradenses caminan, corren, hacen pícnics, practican deporte y hasta nadan en su lago. Mejor punto y final (y más relajado) no se puede tener.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Desde Madrid y Barcelona hay vuelo directo a Belgrado con la compañía Air Serbia (airserbia.com). Desde el aeropuerto internacional Nikola Tesla se puede llegar al centro de la ciudad, que queda a 18 kilómetros, en coche de alquiler. Aunque más fácil será contratar los servicios de una agencia local. Glob Metropoliten Tours (travelserbiabelgrade.com/en) organiza traslados, recorridos a la carta por Belgrado y otros destinos de Serbia, con guía en español.
DÓNDE DORMIR
Para descansar durante la estancia, el hotel Moskva (hotelmoskva.rs), de estilo art nouveau, es toda una institución en Belgrado, pero hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Bien situado y confortable, el cuatro estrellas Belgrade Art Hotel (belgradearthotl.com/art-room); con un bonito jardín en su azotea, aunque más apartado, Heritage Belgrade (heritagebelgrade.com), y con mucho gusto y atenciones, Envoy Hotel (envoy-hotel.com). Original también es alojarse en el Compass (compassrivercity.com), un barco convertido en hotel flotando en el Danubio, con camarotes de lujo y suites con vistas al río, piscina, restaurante y una gran terraza.
UN APUNTE GASTRO
Antes de una comida tradicional se suele tomar de aperitivo una copa de rajka –un popular coñac– acompañado de una tapa o mezze, como kajmaj (crema de queso) o prebanac, una especie de alubias. Entre las especialidades de la cocina serbia, con influencia mediterránea, se encuentran la sopska salata, los sarma, a base de carne picada envuelta en hojas de col, el ajvar una salsa cremosa elaborada con una base de pimientos rojos, y el pan pogaca.