48 horas en Granada, la ciudad que nunca pasa de moda

Morisca y católica, poetisa y hermosa como ninguna, por sus calles y cuestas descansa un legado que pocas ciudades pueden presumir de tener. Aprovechando que la antigua capital del reino nazarí es ahora un poco más accesible gracias a la nueva línea de AVE que la une con Madrid y Barcelona, nos vamos de escapada para descubrir su esencia más aclamada. Aquella que se despliega por los recovecos del Albaicín, la que descansa en su imponente catedral o se siente en la mismísima Alhambra. Sierra Nevada nos vigila en la distancia, así que más nos vale no dejarnos nada atrás.

por Cristina Fernández

VIERNES TARDE

Bajamos de nuestro tren en la nueva Estación de Andaluces con la ilusión de quien se dispone a descubrir un tesoro. ¿Acaso no es precisamente eso Granada? Tras dejar las maletas en el hotel, ponemos rumbo a un rincón granaíno de esos que tienen alma: la Huerta de San Vicente. Qué mejor manera de adentrarnos en la ciudad que de la mano de su mayor embajador. Y es que en esta antigua casona que hoy ocupa unos jardines públicos en pleno corazón de Granada, pasó Federico García Lorca numerosos veranos junto a su familia. También, desgraciadamente, sus últimos días en 1936, justo antes de su detención y asesinato. La casa se mantiene prácticamente intacta: se conservan los muebles de la época, la misma disposición, e incluso una gran cantidad de documentos y enseres del escritor y poeta donados por la familia. Mientras recorremos las diferentes estancias se hace fácil imaginar aquellos años en los que Lorca pasaba las tardes estivales sentado en cualquier rincón, escribiendo. De hecho, entre estas paredes se gestaron obras tan emblemáticas como Yerma o Bodas de Sangre.

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Tras nuestra incursión en el mundo literario, decidimos pasear un poco, así que nos dirigimos a las principales calles de la ciudad dispuestos a tomarle el pulso. Por Gran Vía la vida fluye llevada a rastras por el vaivén de personas que entran y salen de sus locales comerciales. Un poco más allá, a pocos minutos a pie, se encuentran la mítica calle Elvira, y Calderería, nuestras siguientes paradas. Repletas de teterías que recuerdan el pasado morisco, y alguna que otra tienda de souvenirs, si existe un lugar en Granada que concentra la esencia de lo que un día fue la ciudad, estamos en él. Avanzamos entre babuchas de cuero, kaftanes de colores e infinitos juegos de té. Precisamente en una de sus teterías, El Folclore Andalusí, hacemos parada para catar su té a la menta.

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Cae la noche y estamos de suerte: en Granada lo de la gastronomía es punto y aparte. Y precisamente nos encontramos rodeados de todo tipo de bares en los que probar las típicas tapas de la tierra. Un clásico es Los Diamantes, en la Plaza Nueva, donde el pescaíto frito es el protagonista. Si nos quedamos con más ganas, Los Manueles (C/ Reyes Católicos 61, junto a Plaza Nueva) tampoco defraudará. A poco más de cinco minutos andando se encuentra una de las calles de tapeo más famosas de toda España: la calle Navas donde se hace impresdindible parar en alguno de sus locales. Una vez saciados y con el estómago feliz, nos vamos a dormir, que mañana querremos aprovechar y hay que estar descansados.

SÁBADO

Amanecemos en el céntrico barrio de El Realejo y hacemos acopio del exquisito desayuno que nos sirven en el hotel: hoy nos va a hacer falta la energía. Hemos elegido el hermoso Gar Anat Hotel Boutique (hotelgaranat.com) para nuestra escapada, un coqueto alojamiento ubicado en la antigua casa morisca en la que vivió una familia musulmana durante la época de la Reconquista. El lugar ideal para salir a explorar la ciudad.

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La mañana decidimos emplearla en adentrarnos en el fascinante barrio del Albaicín. Para ello enfilamos la Carrera del Darro, que discurre junto al río del mismo nombre y está considerado uno de los paseos más bellos de la ciudad. Las vistas nos embelesan desde el primer instante: desde los puentes de piedra hasta las fachadas de los edificios que se asoman al camino son excepcionales. Sin apenas darnos cuenta, alcanzamos uno de esos enclaves mágicos que esconde Granada: El Patio de los Perfumes (es.patiodelosperfumes.com). Este antiguo palacio renacentista del siglo XVII guarda en sus adentros un hermoso proyecto en forma de tienda-museo en el que experimentar una inmersión olfativa y atemporal a partir de sus estancias y fragancias.

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Avanzamos por el Paseo de los Tristes y alcanzamos la Cuesta del Chapiz primero; después, la de San Agustín. De repente, el paisaje urbano muta, y son las pequeñas plazas con sus fuentes de piedra y las cuidadas casas de fachadas encaladas y macetas de flores las que aparecen: hemos llegado al Albaicín. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, lo que nos pide este barrio es perdernos por él. Subir y bajar cuestas, adentrarnos en callejones, curiosear en sus patios y descubrir los hermosos cármenes, casas señoriales de estilo morisco cuyo interior cuenta con dos imprescindibles: patio y huerta. Muchas de ellas gozan de unas increíbles vistas a la Alhambra.

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Pero para vistas, las más famosas de todo Granada, Andalucía y casi de España: el Mirador de San Nicolás es el lugar más icónico de toda la ciudad, y no es para menos. En esta hermosa plaza se dan cita a diario gitanos del Sacromonte que ambientan con su cante y sus guitarras la escena, hippies con sus tenderetes de artesanía, turistas llegados desde todos los puntos del globo y locales que, en su rutina del día a día, tampoco pueden resistirse a parar unos segundos y admirar a su amada Alhambra en la distancia.

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Aprovechamos para subir a lo más alto de la torre de la iglesia de San Nicolás antes de debatir qué lugar será el mejor para el almuerzo. Uno de los restaurantes más cotizados de la zona es El huerto de Juan Ranas (elhuertodejuanranas.com), justo en el mirador. Adentrándonos un poco más, nos topamos con La Porrona (porrona.es), un clásico a manos de otro clásico: la bailaora y cantaora más auténtica que ha dado Granada lidera este negocio en el que entre tapas y alguna cervecita que otra, se podrán escuchar las anécdotas más increíbles de su propia voz. Por ejemplo, que le bailó a Michel Obama en su visita a la ciudad en 2010. Para los incrédulos: hay una fotografía que así lo atestigua decorando la fachada principal.

Y por la tarde, el momento más esperado: nos vamos a descubrir la mismísima Alhambra. Eso sí, la entrada deberemos de haberla comprado con antelación: el aforo es limitado y la demanda, altísima (alhambra-patronato.es). Dedicar toda la tarde a pasear por los Palacios Nazaríes, admirar sus enclaves más renombrados, como el Patio de los Leones, asomarnos a los miradores de la Alcazaba, al Palacio de Carlos V y perdernos por los jardines del Generalife, nos sabrá a poco. Y es que cada detalle, cada estancia, cada rincón de este maravilloso monumento es un auténtico tesoro.

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Para la noche el plan se anima: regresamos al otro lado Darros para explorar el Barrio del Sacromonte. Auténtico donde los haya, lo que hace universalmente conocida esta zona de Granada son sus famosas casas cueva: viviendas, muchas de ellas hoy transformadas en negocios, excavadas literalmente en la roca.

Y precisamente hasta una de ellas nos dirigimos: en la Zambra María la Canastera (marialacanastera.com) disfrutamos de una cena con espectáculo flamenco de la mano de artistas locales formados en las mejores escuelas del país. La emoción estará a flor de piel cuando el cante arranque y el primer taconeo resuene en las paredes de la cueva: una de esas experiencias que no se olvidan.  

DOMINGO

Después de todo lo vivido el día anterior, el domingo lo reservamos para un plan algo más sosegado. Decidimos poner rumbo hacia la Catedral de Granada, el lugar donde descansan los restos de los mismísimos Reyes Católicos, quienes mandaron construir el templo en 1492. La que fue la primera iglesia renacentista de España fue proyectada por el arquitecto Diego de Siloé. Una idea estupenda para conocer la historia es alquilar una de las completas audio-guías. En la Capilla Real  (capillarealgranada.com) presentamos nuestros respetos, no solo a Isabel y a Fernando: también Juana la Loca y Felipe el Hermoso fueron enterrados aquí.

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Y ahora sí: no podemos abandonar Granada sin disfrutar de uno de sus auténticos hammans. Nos quedamos con el Hamman Al Andalus (granada.hammamalandalus.com/es/), unos elegantes baños árabes en los que tan solo hace falta atravesar sus puertas para que la serenidad se apodere de nosotros. Entre su oferta de tratamientos, un poco de todo: desde recorridos por sus termas de aguas a diferentes temperaturas, a un baño de vapor o una variedad de masajes a base de piedras calientes, aceites esenciales o espumas naturales.

Lo que está claro es que aquí, nos daremos el merecido homenaje con el que poner punto y final a una experiencia inolvidable en la siempre amada Granada.

DATOS PRÁCTICOS

CÓMO IR

Renfe acaba de estrenar la línea directa de AVE con conecta Granada con las ciudades de Madrid y Barcelona. Además, Granada cuenta con un aeropuerto desde el que operan diversas aerolíneas como Iberia, Vueling, Air Europa o Easyjet, uniendo vía avión la ciudad andaluza con destinos nacionales como Madrid, Barcelona, Melilla, Bilbao o Valencia.

DÓNDE DORMIR

Otra opción de alojamiento en Granada es el Hotel Santa Isabel La Real (hotelsantaisabellareal.com), en el corazón del barrio del Albaicín. Un coqueto y elegante hotel de tres estrellas con tan solo 11 habitaciones, algunas de ellas con vistas a la Alhambra.

DÓNDE COMER

Restaurante La Carmela (restaurantecarmela.com/). Situado junto a la Plaza Nueva y muy cerca de la Catedral de Granada, este restaurante de ambiente acogedor da un giro a la cocina tradicional para ofrecer platos y tapas con los sabores de siempre adaptados a los nuevos tiempos. No hay que dejar de probar su arroz ibérico de presa y chorizo con alcachofas, cualquiera de sus tostas o los huevos rotos: se querrá repetir. 

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