Antes de que se pusiera en pie el Guggenheim, que llegó para revolucionar la ciudad, todo el mundo quería sacarse la foto en la ría de Bilbao con el puente de Bizkaia de fondo, el primer puente transbordador del mundo (puente-colgante.com). Patrimonio de la Humanidad, esta obra de ingeniería une desde finales del siglo XIX los dos márgenes de la ría. Más de cien años después, ahí sigue su barquilla, trasladando en poco más de un minuto a peatones y vehículos entre el barrio de Las Arenas de Getxo y Portugalete (0,40 €). Otra forma de disfrutarlo es subir a la pasarela que recorre a 45 metros de altura este mecano colosal y admirar las vistas (8 € y 10 € con audioguía); pero para atrevidos está la escalada o el salto atado a una goma desde sus alturas (tel. 660 77 00 67).
Llegar a la estación de Areeta, donde se encuentra el puente, es un suspiro desde el mismo casco viejo de Bilbao, la céntrica plaza de Moyúa o cualquier otro punto de la ciudad. Aquí arranca esta ruta que, hasta Plentzia, se puede seguir a pie (o en metro) por un litoral sorprendente.
Nada más ponerse a andar, van asomando en el paseo que escolta la playa de Las Arenas las villas residenciales que las familias adineradas e influentes de la industria bizkaína empezaron a levantar a partir de mediados del siglo XIX en Getxo siguiendo la moda de los burgueses europeos de la época.
El paseo, también con carril para ciclistas y patinadores, enfila después hacia al puerto deportivo de Getxo. Aquí mismo, frente a las galerías de Punta Begoña, empieza la playa de Ereaga, un largo y ancho arenal que se recorre de punta a punta hasta llegar al Puerto Viejo de Algorta. Tiene encanto, mucho encanto este pequeño y pintoresco puerto donde el sabor lo ponen sus antiguas casas de pescadores y el bullicio de sus tabernas frente al río Abra.
Donde acaba el puerto comienza una sucesión de acantilados, playas y ensenadas que ya prácticamente va a continuar hasta el final del itinerario con increíbles panorámicas. El sendero que trepa por los acantilados de La Galea va ganando en altura hasta llegar a la abierta playa de Arrigunaga, donde tomarse un descanso para darse un baño en sus tranquilas aguas, tomar el sol, merendar en su zona de pícnic o entretenerse mirando las acrobacias de los jóvenes que se lanzan por la pista de skate que se encuentra a su orilla. Caminando por este entorno excepcionalmente virgen hay que fijar la mirada en el antiguo molino de viento de Aixerrota y, un poco más allá, el fuerte de La Galea y el faro que en otro tiempo servía para avistar ballenas.
La senda empieza a vislumbrar verde al bordear el campo de golf de Neguri. Los acantilados se vuelven a partir de aquí más abruptos, mientras el mar bate con fuerza en este tramo de costa que va a dar a la playa de Azkorri. De arena fina y oscura, empieza el territorio favorito de los surfistas, que llegan buscando sus olas e impregnando el entorno y las terrazas de sus locales de ese ambiente alternativo y hippy-chic.
Un poco más adelante se vislumbra la de Barinatxe, que todos conocen como La Salvaje, y por algo es; pero para los que se inician en el deporte, mejor las playas de Sopelana: Arrietara y Atxabiribil, donde se puede observar ese fenómeno geológico conocido como flysh.
Mientras los surfistas disfrutan cabalgando sobre las olas, los que lo contemplan desde el sendero sobre los acantilados lo hacen con las panorámicas, en las que siempre se cuela algún entusiasta del vuelo libre que se lanza desde sus alturas en parapente.
Tras el peñón, el sendero se interrumpe en algunos momentos y obliga a buscarse el camino para continuar hasta la playa de Barrika y Plentzia, que también fue un lugar de veraneo de familias burguesas que han dejado huella en el bonito casco histórico. Animada y segura, la playa de Plentzia comienza junto a la ría en la que fondean embarcaciones y se practica el paddle-surf. Su continuación natural es la de Gorliz, un kilómetro de arena dorada en la que rematar la ruta por este hipnotizador tramo de costa vasca. El regreso desde Plentzia a Bilbao, por supuesto, en metro.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
El puente de Bizkaia se encuentra a 15 minutos en coche del centro de Bilbao y a menos de media hora en metro. A él llega la línea 1, con parada en Areeta (Las Arenas). Desde aquí, la ruta pegada a la costa recorre una veintena de kilómetros hasta Plentzia.
ACTIVIDADES
ESCUELAS DE SURF
La Salbaje Surf (lasalbajesurfeskola.com), Acero Surf (acerosurfeskola.com), Uribe Kosta (uribekostasurfeskola.com), Gorka Yarritu Surf Eskola Sopela (surfeskolasopelana.com) o Cabo Billano (cabobillano.com) son algunas de las escuelas que ofrecen cursos desde un día a varios para todos los niveles en este entorno.
DEPORTES AÉREOS
Parapente Getxo (parapentegetxo.com) permite probar la experiencia de un vuelo en biplaza sobre la playa de La Salvaje (parapentegetxo.com). También con Parapente Bizkaia (parapentebizkaia.com), Sopela Parapente (sopelaparapente.com) o Parapente Sopelana (parapentesopelana.com). Los vuelos de media hora cuestan en torno a 50 €.
Dónde dormir
Frente al Museo Guggenheim, abre sus puertas el Gran Hotel Domine (hoteldominebilbao.com), un cinco estrellas que lleva la firma del polifacético diseñador Javier Mariscal. Totalmente reformado en 2019, el lujo de alojarse en él es disfrutar de sus confortables habitaciones, sus generosos espacios decorados con un estilo elegante y cosmopolita que evidencian una pasión por el arte y su recién inaugurado centro wellness, de marcado estilo oriental. También un privilegio es tomar uno de sus deliciosos desayunos en la terraza con vistas al museo.
En Getxo, también recomendables son Embarcadero (hotelembarcadero.com), al estilo de los caseríos vascos, en el mismo paseo marítimo; o el Petit Palace Tamarises (hotelpetitpalacetetamarises.com), en la misma playa de Ereaga. En Plentzia, el Bahía Plentzia (hotelbahiaplentzia.com), diez habitaciones y cuatro apartamentos en un pequeño hotel boutique.
Dónde comer
Basalbo Baserria (basalbobaserria.com) y Tamarises Izarra (lostamarises.com) son dos buenas opciones de cocina de temporada en Getxo. La parrilla es la especialidad del Asador Pauli (asadorpauli.com), un restaurante del casco histórico con 75 años de historia.