EN LA PLAZA DO COMÉRCIO
También se la conoce como Terreiro do Paço y es la plaza más importante de Lisboa, donde estuvo el palacio real antes de ser destruido por el terremoto de 1755. Presidida por la majestuosa estatua ecuestre del rey José I, con el Tajo fluyendo a su paso y el gran Arco Triunfal da Rua Augusta en su flanco norte, posee magníficas arcadas en tres de sus lados, que acogen atractivos restaurantes, el Lisboa Story Centre o terrazas en las que saborear una tradicional ginjinha o disfrutar de la luz lisboeta…
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EN LA TORRE DE BELÉM
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, la Torre de Bélem es una joya de la arquitectura manuelina, además de un excelente mirador sobre el Tajo, estando como está en la desembocadura del río. El lugar donde se levantó en el siglo XVI no fue elegido al azar, pues su función era proteger la entrada al puerto. Para llegar hasta la terraza de esta torre de planta cuadrangular hay que ascender sus cinco pisos por unas estrechas escaleras; una vez salvadas, las vistas que depara del estuario, el Monasterio de los Jerónimos y el Monumento a los Descubrimientos son espectaculares.
EN EL TRANVÍA 28
Un clásico en Portugal es subirse este tranvía que une, como si de una poesía se tratara, el cementerio de los Placeres con la calle Necesidad. Este tranvía recorre, desde Chiado a Graça, los monumentos más significativos, como la Sé y el castillo de São Jorge, que flanquean el barrio. A mitad de trayecto se impone una parada en el mirador de Santa Luzia, donde tomarse un café en su agradable terraza.
EN LOS PUESTOS DEL MERCADO DA RIBEIRA
Al estilo del de San Miguel o San Antón, en Madrid, el Mercado da Ribeira es la meca gourmet de la ciudad. Con vistas al Tajo, está situado a dos pasos de uno de los centros neurálgicos de la ciudad, Cais de Sodré, y muy cerca de dos de los barrios con más ambiente: Chiado –el más bohemio- y Bairro Alto, en los que continuar ruta de shopping.
PUENTE 25 DE ABRIL
El Cristo Rey de Lisboa recuerda mucho al Cristo Redentor de Río de Janeiro. De hecho, está inspirado en él. Elevado a casi treinta metros de altura, abrazar desde sus alturas la ciudad y regala una excelente panorámica del estuario del Tajo y el puente 25 de Abril.
TOMANDO UN CAFÉ EN EL MODERNISTA NICOLA
En otro tiempo este café situado en la céntrica plaza del Rossio era un lugar de encuentro de intelectuales, donde se reunían para sus tertulias literarias. Con más de doscientos años a sus espaldas, hoy se viene a conocer un símbolo de la historia lisboeta, y los que quieran, además, a comer en su restaurante o sentarse en su terraza.
EL ELEVADOR DE SANTA JUSTA
Con 45 metros de altura, este precioso ascensor de estilo neogótico diseñado por Ponsard, discípulo del gran maestro de las obras de hierro, Gustave Eiffel, conecta la Baixa con el lujoso barrio de Chiado. En lo más alto, su terraza ofrece unas vistas envidiables sobre la parte antigua de Lisboa.
EN EL MIRADOR DE SANTA LUZIA
El aroma de las buganvillas perfuma el mirador más famoso del barrio de Alfama, al que se llega fácilmente en el tranvía 28 que tiene en él parada o en la subida al castillo de San Jorge. A este popular rincón que tanto gusta a los pintores se sube a sentarse tranquilamente en sus bancos de piedra cubiertos de azulejos portugueses desconchados y contemplar todo lo que alcanza la vista: el Panteón Nacional, las torres de las iglesias de San Miguel y San Esteban y a los pies, las casas blancas de Alfama y el Tajo. Una vez en él también hay que dedicar un pequeño tiempo a visitar la iglesia de Santa Lucía, que se sitúa junto a él, especialmente el gran mural cerámico que muestra la reconquista del castillo.
EN EL MONASTERIO DE LOS JERÓNIMOS
Del siglo XVI y de estilo predominantemente manuelino, el imponente monasterio construido para celebrar el regreso de la India de Vasco de Gama es una visita ineludible. En la iglesia se encuentra su tumba, así como la de Luis de Camões. Su claustro es una maravilla por su dimensión y por su perfección y en la parte superior se encuentra la tumba del escritor Fernando Pessoa. La Unesco lo ha incluido en su lista del Patrimonio de la Humanidad.
EN EL CASTILLO DE SAO JORGE
Un elevador lleva desde la Baixa hasta la colina más alta de Lisboa, donde se levanta desde hace ocho siglos esta fortificación musulmana reconvertida siglos después en Palacio Real, hasta que el terremoto le dejó malherido y tuvo que renacer de sus ruinas. Tras el arco de San Jorge se accede a su interior, una inmensa explanada ajardinada y protegida por cañones y torres. Una de estas, la de Ulises permite disfrutar de una panorámica de 360º gracias al periscopio Da Vinci.
EN LA SÉ
Fue levantada en el siglo XII, pero a pesar de sus reformas y de las catástrofes sucedidas, el estilo predominante de la catedral de Santa Maria Maior de Lisboa, la comúnmente llamada Sé, es el románico. En la portada o en su claustro, muy similar al del monasterio de los Jerónimos, la foto es obligada.
EN UN LOCAL DE FADO
Pocas señas de identidad más evidentes de Lisboa que su banda sonora local, el fado, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Pasar por uno de esos locales donde suena esta tradicional música portuguesa es casi un ritual para empaparse del alma de la ciudad. El mejor reportorio suena en las clásicas casas de fado del decadente barrio de Alfama, el más antiguo de la ciudad, como el Clube de Fado (clube-de-fado.com) o A Baiuca (S. Miguel, 20). Y si quedas enamorado después de esta melancólica melodía, acércate a descubrir el Museo del Fado.