Los remotos parajes donde se inventó Noche de Paz
Fue aquella madrugada fría del 24 de diciembre de 1818. Al concluir la misa del Gallo, dos hombres entonaron esta melodía desde una adormilada población austriaca del estado de Salzburgo. Hoy, doscientos años después, el más famoso villancico, Patrimonio de la Humanidad, es un icono de la Navidad que resuena en todo el planeta.
Eran tiempos difíciles de tristezas y penurias, de anhelos y privaciones. Las guerras napoleónicas habían devastado los ánimos y aquella Europa exhausta recibía la Navidad con un halo de nostalgia. Así se sentía Joseph Mohr, el sacerdote bonachón de una diminuta aldea llamada Mariapfarr, perdida en un pliegue remoto de los bellos Alpes austriacos.
Invadido por este espíritu, se dispuso a escribir un poema idealizando la magia de estas fechas. Porque pronto llegaría la celebración del nacimiento de Cristo y, frente a la adversidad, había que avivar la esperanza. Aquella próxima fiesta del 24 de diciembre de 1818 habría de ser la más hermosa porque, a pesar del sufrimiento pasado, era una noche de paz. Con esta idea trazó unos sencillos versos agrupados en seis estrofas, sin sospechar que muy pronto traspasarían todas las fronteras.
GRANDEZA ALPINA
Hasta aquí la letra, nacida en esta adormilada población hundida en un profundo valle y custodiada por cumbres nevadas, a apenas una hora y media de la ciudad de Salzburgo. Una letra con estrellas y pastores, con Belén y el Niño Jesús, como mandan los cánones navideños. Pero aún faltaba la música para convertirse en un hit.
Impresionado por la habilidad musical de Franz Xaver Gruber, el maestro de la cercana localidad de Arnsdorf, el propio Mohr se atrevió a pedirle una melodía. Y así fue, solo que, dado que el órgano de la iglesia se había roto recientemente, su composición fue ideada para dos voces, acompañadas de una guitarra. Cuando llegó la Nochebuena, el villancico estaba listo para ser entonado en otra aldea, Oberndorf, donde se congregaba la gente. Y así, después de la misa del Gallo, ambos hombres presentaron a los feligreses esta flamante creación. Nacía, aquella madrugada fría, todo un hito musical.
DEL TIROL A NUEVA ORLEANS
Lo que vino después fue la propagación de este cántico de un rincón a otro del planeta. De este pintoresco pueblo, apoyado sobre el río Salzach, a la región del Tirol. De aquí a la ciudad alemana de Leipzig, probablemente al calor de los comerciantes. De Europa hasta dar el salto a Nueva York, donde sonó por primera vez en 1936. Y de la ciudad de los rascacielos a las calles de Nueva Orleans, San Luis, Pittsburg y Filadelfia. Incluso llegó a Asia Menor y a recónditos rincones de África.
Hoy, orgullosos de su obra maestra, los parajes de Noche de Paz exhiben numerosos recuerdos del que acabó convirtiéndose en el más famoso villancico. Así, mientras en Mariapfarr se ha habilitado un paseo temático, en Arnsdorf encontramos un museo y un santuario con su letra, y en Oberndorf exposiciones permanentes y hasta una capilla que conmemora esta canción universal. Incluso en Hallein, la localidad medieval donde Gruber tuvo sepultura, se celebran sobre la tumba ‘cánticos’ en su honor.
MÁS DE 300 IDIOMAS
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2011, Noche de Paz es un mensaje de conciliación que ha llegado a todos los hogares. Doscientos años después, unos dos mil millones de personas cantan este tema melancólico, que ha sido traducido a más de 300 idiomas y versionado por numerosos artistas en todos los géneros musicales. Cuentan que la adaptación de Bing Crosby de 1935 llegó a vender alrededor de 10 millones de copias.
Este año, con motivo de su sonado aniversario, toda Austria le rinde un sentido homenaje. Exposiciones especiales, obras de teatro, coloquios y rutas guiadas marcan estos días las agendas de todos los pueblos y ciudades. Auténticos centros de peregrinación serán además las regiones de Salzburgo, el Tirol y la Alta Austria, donde a la belleza invernal de sus paisajes alpinos salpicados de lagos, castillos y pistas de esquí, se suma el acontecimiento de lujo de ver cumplidos dos siglos de este himno de la paz universal.