Fraser Island, el último descubrimiento de los duques de Sussex
El anuncio de su próxima paternidad ha llegado el mismo día en que el príncipe Harry y Meghan Markle comenzaban una gira que les va a llevar a recorrer Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Tonga y que tendrá como parada esta isla australiana, la más grande de arena del mundo. Nos hemos adelantado para descubrírtela.
No es difícil entender por qué los aborígenes llamaron a esta isla de Queensland, en la costa este de Australia y cerca de Maryborought, K’gari, que en el idioma batjala significa paraíso. Se entiende nada más tomar el ferry que lleva desde Hervey Bay a ella. Descubierta por el explorador británico James Cook en 1770, Fraser no es una isla cualquiera, es la mayor isla de arena del planeta y la Unesco la ha incluido en su lista del Patrimonio de la Humanidad.
Fraser es el paraíso de la biodiversidad por sus coloridos arrecifes de arena, por sus selvas tropicales que nacen en la misma playa, por sus lagos de agua dulce, sus brezales llenos de flores silvestres y su variada fauna, un edén donde se ven canguros, walabíes, zarigüeyas, tortugas, se avistan ballenas en sus cristalinas aguas y también algunas de las más de trescientas especies de aves que viven en la isla.
La isla de Fraser es territorio exclusivo del todoterreno desde el momento en que se llega a la autopista de arena de Seventy-Five Beach. Conduciendo por sus pistas se puede llegar a enclaves naturales tan espectaculares como los multicolores arrecifes de arena de The Cathedral; el arroyo Eli Creek, que desemboca en el mar; el Wanggoolba Creek, cuyas aguas atraviesan la selva tropical de Central Station, o las burbujeantes aguas marinas de las Champagne Polls, donde darse un chapuzón con la marea baja. Pero también de las canoas, que permiten navegar junto a delfines y tiburones o salir en busca de langostas y cangrejos durante una excursión de pesca. Los amantes de la cultura, disfrutarán conociendo la historia del naufragio del Maheno y las coloridas arenas de The Pinnacles, mientras que los de las panorámicas lo harán con un vuelo sobrevolando Cathedral Beach, Happy Valley y Orchid Beach.
La naturaleza de la isla no puede ser más espectacular y variada, e invita a pasear por antiguos bosques pluviales y a explorar sus más de cien lagos de agua dulce, algunos del color del té y otros de un azul transparente, entre ellos el lago McKenzie; el Wabby, el más profundo de la isla, rodeado por un enorme volcán de arena; el pequeño y pintoresco Allom, donde se pueden ver tortugas en sus orillas bordeadas de bosques, o el Boemingen, que dicen es el mayor lago elevado del mundo.
Después de unos días inmerso en una naturaleza tan exuberante, nada mejor que descansar en un resort ecológico frente a la playa o dormir bajo las estrellas en un campamento con vistas al océano de Central Station, Lake Boomanjin, Lake McKenzie, Dundubara, Waddy Point, Wathumba, Dilli Village o Cathedral Beach.