Una ruta en coche llena de sorpresas por el Prepirineo aragonés
Castillos de película, mallos, ríos bravos y bellos pueblos adornan este rincón de la provincia de Huesca que es la Hoya de Huesca, que fue reino independiente hace unos cuantos siglos y hoy lo es de buitres, escaladores y aficionados al rafting. Da para una escapada de lo más apetecible y activa.
Los mallos son esas misteriosas torres de roca colorada que salpican la Hoya de Huesca. Los más espectaculares y famosos de estos pináculos de roca conglomerada que afloran rojos y violentos, como salidos del mismo infierno, son los de Riglos y para verlos hay que conducir 45 kilómetros hacia el noroeste de la provincia. El mejor lugar para contemplarlos es el mirador Rábada-Navarro, en la última curva que traza la carretera antes de entrar en el pueblo. Y el momento ideal, al atardecer, cuando la línea de luz y sombra asciende por las paredes acantiladas del Huso, el Fire, el Puro, el Cuchillo..., y sus ápices se tiñen con el último sol de un rojo vivísimo, como velas recién apagadas.
Habituales de Riglos son los escaladores que vienen a probar sus peligrosas habilidades en las muchas vías, alrededor de 200, que hay abiertas en estos riscos de 300 metros de altura. Riglos es también el punto de partida de un sendero que, colándose inicialmente entre el Fire y el Pisón, permite dar una vuelta de dos horas al macizo en el sentido de las agujas del reloj. Pero lo que más hay aquí, más que escaladores y senderistas, son buitres leonados, que forman la mayor colonia del Pirineo Aragonés. En el Centro de Interpretación de Aves Arcaz (vultouris.net) tienen catalejos para observarlos y cámaras estratégicamente emplazadas para espiar a los polluelos en sus nidos.
MURILLO DE GÁLLEGO
Enfrente de Riglos y sus mallos, en la escarpada margen derecha del río Gállego, se acurruca el pueblo de Murillo alrededor de la iglesia de San Salvador, de esbeltos ábsides románicos y expresivos canecillos. En lo más alto del caserío, sobre una peña llena de sepulturas antropomorfas, se erige la ermita de la Virgen de la Liena, con preciosas pinturas murales góticas y vistas de buitre sobre el portillón por el que el Gállego, que baja brincando de las montañas, se asoma a los primeros llanos.
Desde Murillo, la carretera remonta el encañonado cauce del Gállego hasta la presa de la Peña, ofreciendo durante cinco kilómetros la visión estremecedora de los formidables plegamientos de roca caliza cayendo a pico sobre las aguas; unas aguas bravas, de color turquesa, que atraen a multitud de aficionados al rafting, el hidrospeed, el kayak y demás variedades náuticas y organizan empresas como Ur Pirineos (urpirineos.es), River Guru (riverguru.es) y Alcorce (alcorcerafting.com) para todas los niveles y edades.
AGÜERO
También cerca de Murillo, pero por otra carretera, queda Agüero, para muchos el pueblo más bello del reino. Agüero tiene, al igual que Riglos, sus propios mallos como telón de fondo. Tiene bonitas casas de rubia arenisca, flanqueando calles tan empinadas que, para subir por ellas, casi es necesario calzar pies de gato. Y tiene dos iglesias románicas: la parroquial de San Salvador y la de Santiago, reputada esta última como uno de los grandes tesoros artísticos de la comarca, y eso que sus constructores la dejaron a medias.
CASTILLO DE LOARRE
El mayor tesoro del reino, sin embargo, es el castillo de Loarre (castillodeloarre.es), la fortaleza románica mejor conservada de toda Europa, que se alza a cinco kilómetros de la población homónima, sobre un peñasco que domina toda la hoya de Huesca. Situado en la frontera entre cristianos pirenaicos y musulmanes oscenses, este castillo se dice incluso que pudo ser la Calagurris Fibularia romana. Lo cierto es que del siglo XI data la capilla real, la joya del lugar y una de las cimas del románico aragonés. Siempre fue un lugar muy visitado, pero desde que Ridley Scott rodó aquí El reino de los cielos, hay más curiosos en sus torres que buitres en los mallos.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Riglos se encuentra en el Prepirineo aragonés, a 45 kilómetros al noroeste de Huesca, desde donde se llega en tres cuartos de hora por la carretera A-132. Hay un tren regional que conecta Huesca y Riglos en 55 minutos.
Dónde dormir
En Murillo de Gállego, en Real Posada de Liena (realposadadeliena.com), un coqueto hotel rural de decoración muy cuidada en lo más alto del pueblo, con vistas a los mallos. Y también en Aguas de los Mallos (hotelaguasdelosmallos.com), un complejo hotelero de cuatro estrellas, con spa, piscina, gimnasio y restaurante. En Concilio, en El Corral de Concilio (elcorraldeconcilio.com), una casona de piedra elegantemente rehabilitada como hotel rural en una aldeíta de las vecindades de Murillo y Riglos, con patio amurallado, sauna, hidromasaje y chimenea. Y en Mallos de Riglos, en Rab Riglos Suite (rabriglossuite.com), el hotel más singular del entorno, que permite la experiencia única de dormir en una de sus ‘habitaciones’ suspendidas en las paredes de los mallos gracias a hamacas de escalada de última tecnología y a expertos guías alpinos y escaladores profesionales.
Dónde comer
En Murillo de Gállego, en Kédos (kedos-restaurante.com), de cocina casera ecológica en una terraza con vistas a los mallos de Riglos. Es el mejor restaurante de la zona, pese a estar en un camping. En Loarre, en Casa O’Caminero (tel. 974 38 26 96), especializado en carnes a la brasa y setas. Y en Ayerbe, en Callejón de Belchite (tel. 974 38 00 73), un mesón muy concurrido y ajetreado, sobre todo los fines de semana. Chuletón, chuletas, entrecot, conejo…, todo cocinado a la brasa, a la vista del comensal.