Capitanes intrépidos por los canales de Francia

La experiencia que se puede vivir en estas vías navegables nada tiene que ver con la de embarcarse en un crucero al uso. Aquí eres tú mismo el que maneja el barco –que se conduce sin licencia–, el que decide hasta dónde quieres navegar cada día, el que abres las esclusas y amarras en los pequeños puertos del recorrido. Nos hemos puesto al frente de una de estas casas flotantes para descubrirte las vacaciones más inolvidables y originales que puedes pasar en familia o con amigos. Para que luego puedas presumir.

por ESPERANZA MORENO

La región de Nueva Aquitania, al suroeste de Francia, es un buen lugar para estrenarse en la aventura de convertirse en capitán de barco por unos días y con tu familia y amigos como tripulantes privilegiados. Paralelo al gran río Garona, que atraviesa dos importantes capitales, como Burdeos y Toulouse, corre el canal del mismo nombre, por el que se puede navegar en total libertad sin más experiencia que la de unas sencillas pautas.

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El bonito pueblo de Le Mas D’Agenais ha sido el punto de partida y final de nuestro recorrido por el canal que, a lo largo de una semana, nos ha llevado a descubrir a sus orillas lugares con tanta historia y encanto como el pequeño pueblo de Damazan, con sus casas de entramados, restos de murallas y un lago donde darnos un chapuzón y hasta atrevernos con el esquí acuático; Buzet-sur-Baïse, en el que hemos aprendido más sobre los vinos locales y nos ha sorprendido su iglesia neogótica; la ciudad de Agen, donde, además de cruzar los soportales de la calle Cornières y pasar por las tiendas del bulevar peatonal de la République, hemos entrado en la catedral de Saint-Caprais, en la ruta del Camino de Santiago por tierras francesas; el mercado de Valence-d’Agen; Auvillar, considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia, con unas vistas espectaculares desde sus alturas sobre el valle del Garona, y Moissac, cuya abadía benedictina está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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Ponerse al frente de uno de estos barcos, que pueden acoger desde dos a doce personas, no puede ser más fácil. Y, además, el mapa de las vías navegables que se encuentra a bordo recoge toda la información sobre las distancias y los tiempos aproximados de crucero de un punto a otro, los servicios y zonas de amarre y los lugares de interés al llegar a cada pueblo o ciudad. 

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Recibidas por un instructor las indicaciones pertinentes en la base donde se alquilan los barcos y se aparca el coche, y sintiéndonos ya seguros al timón, comienza esta relajante aventura fluvial donde no existe la prisa y el estrés, porque la embarcación se mueve a menos de 10 kilómetros por hora y cada día se navega solo una media de tres o cuatro horas. A ese ritmo se atraviesa un bucólico paisaje enmarcado por una vegetación de ribera –unas veces más abierta y otras más tupida– y acompañado por una senda que corre paralela al canal y por la que circulan ciclistas y peatones a los que los niños les divertirá ir saludando durante el trayecto.

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Tan fácil como manejar el barco es ir pasando las esclusas que salvan los distintos niveles del río, una tarea en la que todos los pasajeros y hasta los más pequeños participar, ya sea activando el mecanismo para que se encienda el semáforo, amarrando el barco o dando paso a la apertura de puertas. Después de cogerle el tranquillo a la primera, las demás se pasarán con mayor habilidad, porque es un trabajo en equipo. 

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Para que uno se sienta como en casa, el barco está equipado hasta el último detalle y con todas las comodidades: camarotes con baño propio, duchas, cocina, barbacoa, zonas exteriores de descanso y hasta extras como wifi, servicio de limpieza, packs gourmets o bicicletas con las que hacer excursiones por la Francia rural o acercarse al mercado del pueblo más cercano a comprar croissants o pan recién hecho para empezar bien el día. 

Aquitania es una buena región para iniciarse, pero la experiencia es la misma en cualquier tramo de la red de canales y ríos que atesora Francia a lo largo y ancho de su geografía y que fueron cruciales en otro tiempo para el comercio entre el Atlántico y el Mediterráneo: el histórico Canal du Midi, Patrimonio de la Unesco; el paraíso de fauna y flora de la Camarga; Bretaña, Borgoña… Una emocionante experiencia para unas vacaciones inolvidables.

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Pistas prácticas

Desde España se pueden alquilar estas casas flotantes a través de Le Boat (leboat.es). El precio de una de estas embarcaciones con capacidad para seis personas por los canales de Francia durante una semana puede oscilar entre 1.500 y 4.300 €, según la temporada (de abril a octubre) y la categoría del barco. Además de en Francia, la experiencia también se ofrece en otras regiones de Alemania, Holanda, Bélgica, Irlanda, Inglaterra, Escocia, Italia y hasta de Canadá, recorriendo su espectacular canal Rideau, entre Otawa y Kingston.