Diez paradas imprescindibles en el Camino de Santiago por Aragón
En el Camino de Santiago del siglo XXI no todo es fe. También es una experiencia cultural, turística o deportiva que mueve a personas con los más variados intereses. Sin duda, entre sus atractivos principales están los monumentos medievales que visitaban los peregrinos de antaño, pero hoy en día esos lugares ofrecen mucho más, y un buen ejemplo se ve en el trazado que sigue la Ruta Jacobea por Aragón.
EL PASO DEL SOMPORT
Comencemos por el principio, el Puerto del Somport, la entrada del Camino en Aragón, un lugar que dista ni más ni menos que 858 kilómetros de Santiago de Compostela. Desde antiguo se conoció como el Summus Portu y por él ya circulaba una calzada romana al ser un paso relativamente salvable pese a sus 1.640 metros de altitud y el impresionante paisaje montañoso que se divisa.
De hecho, quizás fuera la primera puerta establecida en la cordillera para los peregrinos, incluso antes que el paso navarro por Roncesvalles. Pero, aunque fuera una vía más accesible que otras, no estaba exenta de dificultades. Por ello, a escasa distancia de la actual frontera se levantó el Hospital de Santa Cristina de Somport. Una construcción impresionante de la que solo quedan vestigios arqueológicos, pero que según el Codex Calixtinus era el tercer hospital más grande de la Cristiandad durante la Edad Media.
LA ESTACIÓN DE CANFRANC
Hasta inicios del siglo XX, cuando los peregrinos llegaban a la base del Somport se encontraban un valle angosto y deshabitado. Sin embargo, ese panorama cambió de forma radical con la construcción de la Estación Internacional del Canfranc y el ferrocarril que unió Francia y España desde 1928. Un tráfico que quedó interrumpido en 1970.
Desde entonces, la colosal estación de Canfranc con sus más de 240 metros de longitud, su arquitectura modernista y sus lujosos interiores en los que no faltaban el mármol de Carrara o la fina ebanistería, ha permanecido semiabandonada. Por fortuna, hoy toma un nuevo rumbo, y ya es posible hacer visitas guiadas al gran vestíbulo restaurado, además de que se pactó reabrir el tráfico ferroviario internacional en 2023, cuando la magnífica estación se transformará en un hotel.
ERMITA DE SANTA MARÍA DE IGUACEL
Los peregrinos, como los grandes viajeros, sabían que el objetivo no era alcanzar la meta, sino vivir, sufrir y disfrutar de la ruta. Por ello, muchos tras llegar a Castiello de Jaca y adorar su arqueta de las 100 reliquias, decidían tomar un desvío de 10 km y remontar el valle de la Garcipollera. Todo aquel que haga hoy este camino comprenderá el porqué.
Se llega hasta la ermita de Santa María de Iguacel, una obra románica del siglo XII ubicada en un paraje donde arte, naturaleza, fe y leyendas crean una mágica simbiosis. La ventaja es que, en la actualidad, no solo se accede a pie, también es posible ir en coche gracias a una pista de tierra. O mejor aún, se ofrecen excursiones a caballo para cabalgar por lugares donde parece que el tiempo se ha detenido.
LA CATEDRAL DE JACA
La ciudad de Jaca fue la primera capital del Reino de Aragón y una de las grandes villas del Camino de Santiago. Como testigo queda su catedral de San Pedro, de visita imprescindible para los peregrinos y cualquier amante del arte. Es uno de los mejores conjuntos de arquitectura y escultura medieval conservados en España. Y también uno de los más influyentes, porque aquí surgió el estilo románico jaqués.
Además del monumento hay que descubrir el casco antiguo de Jaca, con muchos edificios históricos, y no hay que perderse la Ciudadela, una fortaleza del siglo XVI mandada construir por Felipe II que hoy sirve para albergar un divertido Museo de Miniaturas Militares.
MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA
Una de las paradas más esperadas del Camino en Aragón es el monasterio de San Juan de la Peña, y, sin embargo, no está propiamente en la Ruta Jacobea. Pero el prestigio y poder del cenobio en el Medievo era tal, que pocos peregrinos rehusaban desviarse y hacer la dura caminata hasta allí. Ellos, como nosotros, quedaban sobrecogidos ante su espiritualidad y belleza, especialmente en su claustro cubierto por una inmensa roca, cuyo equilibrio parece más un milagro que cosa del hombre.
La visita a esta abadía, que también sirvió como panteón real de la monarquía aragonesa o que acogió entre sus joyas el Santo Grial, nos da una idea de las duras condiciones de vida del lugar. Así que no extraña que, tras un incendio en el siglo XVII, se decidiera construir un nuevo monasterio a un par de kilómetros, en la parte más alta de la sierra. En la actualidad, ambas construcciones forman un todo y se visitan conjuntamente.
SANTA CRUZ DE LA SERÓS
Bien sea antes de subir a San Juan de la Peña o tras la visita a los monasterios, hay que recorrer el pueblo de Santa Cruz de la Serós. Es un núcleo que cuida con esmero sus casonas pirenaicas y que guarda como tesoros sus monumentos más emblemáticos: la iglesia de Santa Cruz y la de San Caprasio. La primera levantada en el siglo XI como parte de un monasterio de monjas benedictinas. Y la segunda, más austera, pero con una elegancia románica singular.
La belleza de los dos templos, el conjunto urbano y la vecindad de San Juan de la Peña hacen que por aquí desfilen visitantes continuamente. Eso significa que abundan los servicios turísticos, sobre todo restaurantes que compiten entre sí por ofrecer el mejor repertorio de carnes a la brasa, con el ternasco asado como abanderado de la gastronomía local.
EL AERÓDROMO DE SANTA CILIA
La población de Santa Cilia posee un casco histórico muy atractivo. En él se descubren imponentes casas solariegas blasonadas, así como la iglesia de San Salvador o el actual albergue de peregrinos. Pero al caminar por la localidad no solo se advierte su buen estado de conservación, también llaman la atención los numerosos vehículos con matrícula extranjera.
No es que los peregrinos lleguen hasta aquí en coche. Los que pasan por Santa Cilia lo hacen a pie o en bici. Así que la explicación es otra. Es por la presencia de un aeródromo a las afueras. Un lugar privilegiado para la práctica de vuelos sin motor, al que acuden pilotos aficionados de toda Europa. Por cierto, se pueden hacer cursos o vuelos de iniciación para contemplar desde las alturas los vecinos Pirineos.
EL PANTANO DE YESA Y TIERMAS
Desde Santa Cilia, los peregrinos seguían su camino por ambas orillas del río Aragón. Es un punto donde el valle gana muchísima anchura, tanto que siglos después tal amplitud y el caudal fueron propicios para construir el pantano de Yesa. Era 1962 y eso significó el abandono de varias poblaciones situadas en la zona y por las que pasaba el Camino de Santiago.
Una de ellas fue Tiermas, cuyo nombre evoca sus aguas termales ya conocidas por los romanos. Allí se recuperarían los peregrinos de la Edad Media y siglos posteriores. Aunque su esplendor llegó a comienzos del XX. Por entonces, se construyó un gran hotel que llevaba el nombre de su huésped más ilustre, la infanta Isabel de Borbón y Borbón. De aquello solo quedan fotos y crónicas, así como las ruinas que quedan a la vista al bajar las aguas del embalse. Momentos en los que se sigue aprovechando para darse allí baños termales.
EL CASTILLO DE RUESTA
De todas las paradas del Camino de Santiago en Aragón, posiblemente la villa de Ruesta sea una de las que más invita a conocer la historia. Y todo ello gracias a la inmensa ruina que actualmente es la población. Ruinas donde destacan dos ermitas medievales, su iglesia parroquial y los restos de un impresionante castillo de origen musulmán.
De esta fortaleza aún se conservan dos de sus torres que llegaron a alcanzar hasta los 24 metros de altura. Un castillo que ocuparon las tropas de Almanzor, luego las huestes del rey de Pamplona y por último perteneció al reino de Aragón. Un castillo que ya no vigila nada, ya que las tierras que dominaban quedaron inundadas por el pantano de Yesa. Un lugar imprescindible para aquellos peregrinos que no solo buscan lugares hermosos, sino que aprovechan para la reflexión sobre el paso del tiempo.
UNDUÉS DE LERDA
Undués de Lerda es la última población del Camino de Santiago en Aragón. Tras ella nos esperan las tierras navarras. Pero antes hay que visitar este pueblo zaragozano ubicado en la comarca de las Cinco Villas. Un núcleo que muestra con orgullo el gótico de su iglesia de San Martín de Tours, sus palacetes dieciochescos o su pozo de hielo medieval que se mantuvo en uso hasta el siglo XIX.
Esta es la despedida de Aragón para los peregrinos, que antes de salir del territorio tendrán la ocasión de pisar un auténtico tramo empedrado de vía romana. Desde aquí ya ‘solo’ quedan unos 770 kilómetros hasta Santiago de Compostela, ¡ánimo!