Costa Daurada slow… con una chispa de adrenalina
Arranca el verano y nada mejor que disfrutar en familia del placer de viajar y de saborear un lugar sin prisas. En la Costa Daurada el slow travel es un sello de identidad y ofrece esa experiencia relajada en medio de un paisaje de viñedos que se funde con el mar y salpicado de pueblecitos de biorritmos ancestrales. Si se busca un momento de diversión a toda velocidad, ahí está Ferrari Land, en PortAventura World.
En los pueblos de la Costa Daurada aún laten los biorritmos de otros tiempos, esos en los que las estaciones marcaban de manera sosegada el paso del tiempo. Por eso, desde hace mucho tiempo es un lugar perfecto donde conectar con la naturaleza y las rutinas ancestrales de sus gentes. Para ello, nada mejor que empezar esta inmersión slow que descubriendo algunos de sus pueblos con más encanto. Ahí está Siurana, encaramada en un peñón de piedra caliza en medio de un magnífico paisaje de valles y acantilados en la comarca del Priorat.
Recorrer sin prisas el empedrado de las calles medievales del pueblecito más fotogénico de esta comarca es lo más parecido a un viaje a la Edad Media, sobre todo cuando el recorrido acaba en el mirador del Salto de la Reina Mora. Esta vertiginosa atalaya, con las cimas de las montañas de Prades y del pantano de Siurana a tus pies, deja con la boca abierta. Y más si se visita a la hora de la puesta de sol.
Un paseo por el silencio y la emoción de una naturaleza abrumadora, sin olvidar la huella de la historia, es lo que se llega buscando a Escaladei, la primera cartuja de la península Ibérica, allí donde un pequeño grupo de monjes la creó a finales del siglo XII. Situada a los pies del Montsant, este es, sin duda, otro de los tesoros del Priorat, un lugar mágico donde el silencio adquiere otra dimensión. Sugerencia: llega, mira, escucha y siente. No lo olvidarás nunca.
A grabar en la memoria esa sensación ayuda recalar en el recientemente inaugurado hotel Terra Dominicata (terradominicata.com), un rincón delicoso para este dolce far niente en la Costa Daurada. Natura, silentium, priorat… es su sello de identidad. Y es que este hotel 5 estrellas de 26 habitaciones, a poco más de 1 km de la cartuja, ofrece momentos de desconexión total, por ejemplo, en su piscina, con vistas sobre un mar de viñas, o descubriendo los secretos de la elaboración (y catas privadas) de vinos con denominación DOQ Priorat.
Otra forma relajada de descubrir sin prisas, pero sin pausa la Costa Daurada es descubrir en familia su cultura vitícola con relajados paseos en bicicleta. Este wine tour brinda una panorámica única de los paisajes del Priorat y de su cincuentena de bodegas enmarcadas en la DOC Priotat y DO Montsant. El mejor lugar para iniciar, posiblemente, la mejor ruta cicloturista entre viñas del mundo, es el pueblo de Gratallops, un icono del universo vinícola del Priorat. Desde este pequeño pueblo y a lomos de una bicicleta eléctrica se contemplan las viñas y bodegas donde nacen caldos de prestigio mundial, así como la Sierra del Monsant y pueblecitos mágicos como la Vilella Baixa.
Una experiencia única de ese discurrir relajado de la Costa Daurada es la que brinda, en el pueblecito de Capafonts, en la comarca del Baix Camp, los pastores Sergi y Eva (granjaserra.blogspot.com), artífices de que grandes y pequeños vivan el día a día del cuidado de sus 200 cabras en las montañas cercanas a Prades. Pero eso no es todo. Tras acompañar al rebaño a pastar por los alrededores de la Granja Serra y explicar los secretos de pastor, esta pareja también muestra a familias y a pequeños urbanitas cómo se elabora (y se degusta) tradicionalmente el queso La Vall del Brugent con la leche de su hato. Lo dicho, una experiencia sostenible, en plena naturaleza y deliciosa.
Una propuesta gastronómica slow en esta comarca es la del restaurante del Hotel Mas Mariassa (hotelmasmariassa.com). En el pequeño pueblo de Pratdip –donde descubrir entre sus callejuelas medievales la leyenda de los dips, perros vampíricos que causaban el terror antaño por estas tierras-, su restaurante es un deleite para los sentidos gracias a sus productos de proximidad: pescado de la costa de l’Ebre, verduras de los huertos del Camp de Tarragona, vinos del Priorat…
Para seguir disfrutando del espíritu slow travel, en la población de Aiguamúrcia hay que recrearse en la rutina monástica que, desde 1158, y durante casi siete siglos, latió entre los muros del tesoro de esta población de la comarca del Alt Camp: el Monasterio de Santes Creus, el último vértice –junto a Poblet, declarado Patrimonio de la Humanidad, y Vallbona de les Monges– del triángulo de arquitectura, historia y espiritualidad que es la Ruta del Císter. Recorrer la belleza de su claustro gótico, recrearse en el virtuosismo de sus capiteles y las tumbas reales convierten el cenobio en uno de los conjuntos monásticos cistercienses más bellos de Europa en los que el tiempo adquiere otra dimensión.
Esta Costa Daurada pausada, de relax, es también un destino foodie de primer orden donde la gastronomía con carácter, basada en productos de proximidad y al ritmo de las estaciones, son los protagonistas. Una primera coordenada gasto para comprobarlo es el restaurante Quinta Forca (quintaforca.cat) y de la mano del chef Xavi Fabra, máximo impulsor del slow food en la comarca del Alt Camp. Situado a un paso de una de las catedrales del vino más bellas de la comarca, la bodega modernista de Nulles y rodeado de un mar de viñas, la carta de este restaurante la marca el ritmo de la Naturaleza y la excelencia de la calidad de los productos de terruño.
Y para una escapada slow nada mejor que disfrutar de privilegiados espacios naturales y playas de arena dorada, como la playa natural de Els Muntanyans, en la comarca del Tarragonès. Situada en el extremo norte del paseo marítimo de Torredembarra y a un paso de Creixell, es un espacio prístino entre cuyos cañizos y la vegetación típica de las dunas no es difícil contemplar aves (gaviotas, gavilanes, cormoranes, alcatraces, flamencos) y una flora con altísimo valor medioambiental.
Otras opciones no menos sugerentes son las playas Sant Salvador, el Francàs y Coma-ruga, todas pertenecientes a la ciudad de El Vendrell, capital del Baix Penedès. Y de paso, para ponerle una banda sonora original a esta escapada relajada, recomendable visitar en esta ciudad el museo dedicado a su ciudadano más reconocido mundialmente, el compositor y violonchelista Pau Casals, autor del Himno de la Paz de la ONU.
Pero, ¿qué sería de un viaje sin los contrastes? De ahí que, tras esta Costa Daurada slow, nada como una inyección de velocidad, adrenalina y mito. La que ofrece Ferrari Land, en PortAventura World (portaventuraworld.com), donde disfrutar en familia de, por ejemplo, del Red Force, el acelerador vertical más alto y rápido de Europa, que alcanza los 180 km/h en solo 5 segundos.
Menos adrenalítica, pero novedad para los más pequeños es la nueva área infantil de Ferrari Land, donde los niños podrán disfrutar de una auténtica experiencia Ferrari. Ambientada en el famoso mundo de las carreras y del Cavallino Rampante, cuenta con 5 nuevas atracciones que encarnan el espíritu de la escudería italiana.
Y si Junior Red Force es una mini montaña rusa heredera del icónico Red Force que permitirá a los pequeños sentir la misma sensación de velocidad del acelerador vertical adaptada a todas las edades; Kids’ Tower es una torre de rebote y caída libre de 9 m, y Crazy Pistons se inspira en el movimiento de los pistones de un motor Ferrari. Para acabar, dos últimas atracciones para añadir adrenalina a la experiencia: Champions Race, una divertida oportunidad para que toda la familia pueda sentir la sensación de conducir un mítico Ferrari 250 Testa Rossa, y Flying Race, para intrépidos pequeños pilotos.