Dicen de Granada que es un poema urbano, una despensa de pasión, una realidad infinita, abrumadora y eterna. Federico García Lorca así lo hizo sentir en su obra, por cuyas venas corre la sangre de su tierra. Nadie como el genial poeta supo retratar esta ciudad que fue para él “más plástica que filosófica, más lírica que dramática”. Una ciudad que este año, cuando se cumple el 120º aniversario de su nacimiento y el centenario de su primer libro, Impresiones y Paisajes, le devuelve su cumplido.
El autor más representativo de la Generación del 27 está presente en cada vuelta de la esquina, en las cuestas pronunciadísimas, en las gentes y las costumbres, en el lenguaje que retumba por estas calles donde “se limita el tiempo, el espacio, el mar, la luna, las distancias…”. Por eso, en el Año de Lorca, recorrer de su mano la ciudad supone transitar por su recuerdo y admirar a cada paso su legado. Empaparse de embrujo nazarí para seguir la estela de un poeta inmortal.
DOS ENCLAVES ÚNICOS
La Alhambra, cómo no, ha de ser el punto de partida. Aquí, en el Patio de los Aljibes, de acceso libre, Lorca descubrió que la música estaba hecha para Granada. Esto le animó a organizar el Festival de Cante Jondo, en 1922, con la presencia de críticos, humanistas y grandes figuras del flamenco como la Niña de los Peines y un desconocido Manuel Ortega que se convertiría en Manolo Caracol. Sin salir del recinto, la iglesia de Santa María fue el lugar donde el poeta pidió fuerzas para su viaje a Nueva York.
Menos conocido, el Mirador de la Almanzora, en el barrio de La Churra, es otro rincón imperdible en esta ruta lorquiana. Y no solo porque desde aquí se despliega la más bella panorámica sobre el Albaicín, sino también porque se divisan los cármenes en todo su esplendor. Estas casas de estilo morisco (con patios, agua, vegetación…) fueron para Federico “el secreto lírico de Granada”, el lugar desde donde gozar de la contemplación de la ciudad “entre cal, mirto y surtidor”.
RECUERDOS ALEGRES Y DOLOROSOS
Seguir la huella de Lorca implica pasar por la plaza de Isabel la Católica, en la que antaño se alzaba el Centro Artístico y Literario donde recitó su primera obra. También tomar unas cañas (con sus tapas infalibles) en el restaurante Chikito, emplazado allí donde estuvo el café Alameda, el hogar de las acaloradas tertulias con sus amigos (Manuel de Falla, Fernando de los Ríos…) siempre en el mismo rincón ("los del rinconcillo", les llamaron de hecho).
Pero, sobre todo, supone visitar la Huerta de San Vicente, la soleada casa familiar en la que transcurrieron muchos de sus veranos y donde dio a luz a algunas de sus obras más célebres (Bodas de Sangre, Romancero Gitano…). Entre estos gruesos muros, hoy convertidos en museo con interesantes reliquias, fue donde, tristemente, los padres recibieron la noticia de su fusilamiento.
EN LOS ALREDEDORES
Nadie que quiera seguir los pasos de este “poeta entre poetas” debería perderse el flamante Centro Federico García Lorca, a donde han llegado más de 90.000 documentos procedentes de la Residencia de Estudiantes. Un espacio cultural en una céntrica plaza de la ciudad, destinado a la difusión de su obras, así como a generar actividades artísticas (exposiciones, teatro, talleres…) vinculadas a su figura.
Pero para completar la ruta lorquiana hay que saltar a los alrededores. Concretamente a la vega de Granada, donde se emplazan los pueblos de Fuente Vaqueros y Valderrubio. En el primero pervive la casa natal del autor, en la que vivió hasta los once años. Un lugar donde rastrear aquella infancia que es tan recurrente en sus escritos. En el segundo encontramos otra de las residencias familiares, así como los aspectos sociales que inspiraron sus famosas escenas: las humildes vidas de Romancero Gitano, las mujeres cantando en el río de Yerma y hasta la misma Casa de Bernarda Alba, que existió en la realidad, habitada por una viuda entregada a la condena del luto.
MUY PRÁCTICO
El Barceló Granada Congress (barcelo.com) es una buena opción de alojamiento en la ciudad, a un corto paseo del centro y con todas las comodidades de un hotel moderno y confortable.
Para comer, el nuevo gastro-bar Jamar (calle Alhamar), a cargo del creativo chef Silverio Ramos. Está ubicado en el céntrico hotel Occidental Granada y propone cocina cien por cien casera y con productos de temporada. Y en el apartado de tapas, clásicos como La Esquinita de Javi (laesquinitadejavi.es), La Tana (labotilleriagranada.es/tana) o Los Diamantes (barlosdiamantes.com) resultan imprescindibles.
No hay que perderse el último grito de la ciudad, el rooftop B-Heaven, que es la primera terraza de hotel abierta a todo el público. Está en la azotea del Carmen Granada, con espectaculares vistas, una piscina orientada a la Alhambra y un toque underground pero muy chic. Y para los amantes del flamenco están las míticas Cuevas del Sacromonte con espectáculos todas las noches, entre las que destacan la Cueva Los Tarantos (cuevaslostarantos.com) y la Cueva La Rocío (cuevalarocio.es).