Érase una vez la Costa Daurada (o cómo hacer un viaje en el tiempo)
Si en tu familia late el espíritu de Tadeo Jones, esta comarca ofrece el escenario perfecto para vivir una aventura inolvidable a través de experiencias con mucha historia. ¿Preparado para disfrutar en verano de una divertida y apasionante clase de historia?
Poco podían imaginar los primeros pobladores de la actual Costa Daurada que sus huellas serían hoy una inspiración para grandes y pequeños a la hora de descubrir su pasado más remoto. Por eso, nada más atractivo que empezar este viaje en el tiempo con un salto en el tiempo de 120.000 año y descubrir el origen de todo: la cueva de la Font Major de l’Espluga de Francolí (covesdelespluga.info).
Y es que esta inmensa oquedad, un mapa del tesoro del legado geológico y prehistórico de Tarragona, fue habitada desde el Paleolítico Medio. Así, su visita es lo más parecido a una ventana abierta para toda la familia al ambiente prehistórico que aún late en sus galerías. De la mano de una arqueóloga virtual y de expresivas representaciones de sus primeros habitantes, los más pequeños observarán como la cueva también fue habitada durante el Neolítico o cómo los íberos la convirtieron en escenario de sus rituales religiosos.
Tras esta primera inmersión arqueológica en el pasado más remoto de Costa Daurada, la siguiente propuesta está un poco más cerca en el tiempo (‘solo’ hace 10.000 años) pero es igualmente sorprendente: las pinturas rupestres de Capçanes (capcanes.org) y de Rojals. Las primeras, situadas en el corazón del Priorat, se han convertido en todo un referente para los amantes del arte rupestre por la concentración de pinturas en los abrigos rocosos –hay un único mural con 27 figuras humanas que parecen estar celebran un sacrificio- y por la diversidad y calidad de sus representaciones, algunas tan impactantes como un gran toro. Estas joyas pueden descubrirse gracias a las visitas guiadas (todos los sábados del mes) que organiza el ayuntamiento de Capçanes.
Por su parte, las visitadas guiadas a las pinturas rupestres de Rojals, pedanía de Montblanc, son otra sorpresa de escapada a la Prehistoria. Y es que, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco, estas pinturas de las Muntanyes de Prades son lo mas parecido a una clase de arte rupestre, con curiosidades como la figura antropomorfa de unos 40 centímetros que parece tener alas y que está tocada con una corona en cuyo centro luce una cruz.
Dejando atrás la Edad de Piedra, en este viaje al pasado de Costa Daurada la siguiente coordenada ineludible es Calafell y su impresionante ciudadela ibérica de hace 2.500 años, uno de los yacimientos más singulares del país. Los pequeños alucinarán cuando descubran el modo de vida en plena Edad del Hierro de la tribu de los cosetanos. Las recreaciones teatrales de la vida cotidiana de los íberos que vivieron aquí hace dos milenios serán solo un aperitivo si, de paso, la escapada coincide con la próxima edición del Festival Terra Ibèrica (calafellhistoric.org), lo más parecido a una escapada al mundo de la Segunda Guerra Púnica en la Costa Daurada.
Y, claro, si Astérix y Obélix pasaran por ahí no podrían dejar de decir aquello de iste romani delirant (están locos estos romanos), sobre todo si hicieran una parada en Tarraco, residencia del emperador César Augusto y capital de la Hispania Citerior durante el Imperio romano. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hay pocas ciudades en el mundo tan antiguas como esta, donde a cada paso que uno se sitúa frente a frente con la historia. Literalmente, Tarragona es un museo arqueológico al aire libre que se descubre recorriendo sus murallas o los restos de su circo, construido en el siglo I d.C.
Aunque para soñar con los ojos abiertos la Tarraco romana, nada como en las noches de verano sentarte en las gradas del gran tesoro de la ciudad, su anfiteatro romano, y disfrutar con los tuyos del espectáculo Amfiteatrvm. Del 27 de julio al 25 de agosto, esta emocionante recreación histórica -un derroche de sonido, luces y teatralización donde no faltan ni gladiadores ni patricios-traslada, literalmente, durante unas horas a la Roma imperial.
Y si ese torbellino de sensaciones no es poco para la familia, entonces solo te queda hacer una escapada a la Edad Media, lo que en la Costa Daurada es sinónimo de castillos, monasterios y cartujas, torres de vigia y muchísimas historias de caballeros, damiselas, juglares y dragones… Por ejemplo, ahí esta Escaladei, la primera cartuja de la Península Ibérica, engastada entre las montañas del Monsant. O la ciudad amurallada de Montblanc, donde San Jordi y el dragon tuvieron su legendario combate.
Aunque si hay una joya medieval que no puedes perderte es el monasterio de Santa Maria de Poblet, con el cenobio cisterciense más grande de Europa. El año 1991 se convirtio en el primer monumento de la Costa Daurada en lograr la catalogación de Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento que hace honor a la belleza de estilos, desde el románico al gótico, que late entre sus muros. Fundado en el año 1098, su comunidad monástica aun mantiene el mismo dia a dia de hace mil años, por lo que visitar en familia espacios como la iglesia, el refectorio, el claustro o las murallas es lo mas parecido a escribir leer una novela histórica.
Para acabar este viaje en el tiempo por la Costa Daurada, nada como meterse durante un rato en la piel de un minero de la Mina Eugènia. Esa es la experiencia que propone el Museo de las Minas de Bellmunt del Priorat, la explotación minera de plomo y galena más importante de Cataluña. Con 20 plantas subterráneas, Mina Eugènia se asienta sobre un entramado de 14 km de galerías. Sin duda, el gran atractivo de la visita guiada para grandes y pequeños –todos pertrechados con cascos protectores- es la posibilidad de adentrarse hasta la primera planta de la mina y recorrer 700 metros de galerías, además de descubrir, en lo profundo, la forma de trabajar de los mineros entre los años 1870 y 1920.
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Turismo de Costa Daurada