La influencia de los tres siglos de arte barroco –del XV al XVII– sigue viva hasta hoy. El barroco no solo se aprecia en el arte, sino que también tiene que ver con el arte de vivir. No solo está presente en edificios e iglesias, sino que también forma parte del ADN de los amberinos. Basta con visitar la iglesia de San Andrés (sint-andrieskerk.be) y fijarse en el ‘modelo’ que viste la estatua de Nuestra Señora del Socorro: un elegante y contemporáneo vestido creado por la diseñadora Ann Demeulemeester. No es el único ejemplo sorprendente del interior del templo, también una hilera de zapatos conduce hasta una silla de ruedas y a una maleta en la que podemos leer “¿Qué llevarías contigo en tu último viaje?” escrito en varios idiomas; toda una instalación sui géneris sobre ‘el camino de la vida’. En otra apartada esquina vemos un saco de boxeo colgado del techo con su respectivo cartelito que reza: “Jacob luchó contra Dios hasta el alba, y sobrevivió. Luchar contra alguien es mejor que ignorarlo” (Gen. 32:25,31).
En esta iglesia del barroco florido, y en otro contexto, también se encuentra el cuadro El martirio de San Andrés, que pintara Otto Van Veen, y que su pupilo P.P. Rubens transformaría, 40 años después, en una composición más dinámica para la capilla flamenca de San Andrés de Madrid.
PRIMER DÍA
Pasear por el entorno histórico en el que se formó como artista, vivió, amó y murió Rubens es el objetivo del tour de hoy. A destacar que por primera vez existen paseos guiados en español (topa.be) y que comprando la tarjeta Baroque Festival Card (antwerpbaroque2018.be), que cuesta 25 €, se pueden visitar todas las iglesias y exposiciones durante 48 horas.
Visitada San Andrés, nos quedan otras cuatro iglesias más. La de San Pablo destaca por su mobiliario eclesiástico en madera tallada, que se considera de los más bellos del mundo; y por su calvario exterior, esculpido en piedra en el más fastuoso estilo barroco. En la gótica catedral de Nuestra Señora se exhiben los cuatro trabajos que realizó ex profeso el maestro para este gran espacio: La elevación de la cruz, La Asunción de la Virgen, La Resurrección de Cristo y El descendimiento de la cruz, para el que el pintor hizo cambiar los coloridos cristales de las vidrieras que iluminaban directamente el cuadro para que no desvirtuaran los colores de la pintura. En el templo llama la atención una escultura del mediático artista multidisciplinar Jan Fabre, natural de Amberes, que representa a un personaje que hace malabarismos con una gigantesca cruz de plata.
De camino a la iglesia de San Carlos Borromeo vemos los murales que para homenajear a Rubens han graffiteado algunos artistas. Podemos hacer un alto en la plaza Mayor, para tomar una ‘de koninck’, la cerveza local de alta fermentación… lo que quiere decir que mejor tomarla sentado en una de las terracitas acompañada por unas crujientes frites.
El colofón del recorrido eclesiástico será ser la iglesia donde se encuentra la tumba de Rubens, Sint Jacobskerk (sintjacobantwerpen.be). El cuadro que Rubens pintó para su monumento funerario, Nuestra Señora rodeada por los santos, es, en realidad, un retrato de familia en el que San Jorge es el mismísimo Rubens.
SEGUNDO DÍA
Seguimos culturizándonos en la Casa de Rubens -Rubenshuis (rubenshuis.be)-. El pórtico renacentista que diseñó el maestro para su propia vivienda está en permanente restauración, pero el andamio no impide su visita, de hecho, se puede subir a la plataforma (provistos de casco) para inspeccionar la obra. La casa-museo alberga obras tan emblemáticas como Adán y Eva, su autorretrato y el Martirio de San Andrés ‘de los Flamencos’, que pintó en España.
La otra exposición que tenemos que ver es la primera exposición general de la obra de Michaelina Wautier (1604-1689), una primicia mundial que nos permite contemplar el talento extraordinario de una pintora que trabajó en un periodo en el que las artes plásticas eran ‘cosa de hombres’. La exposición de la gran dama del barroco, exhibida con gran pompa y circunstancia en el Museo MAS (mas.be) se podrá visitar hasta el 2 de septiembre. La apoteosis absoluta llega con su monumental lienzo Cortejo de Baco (un óleo de 295 x 378 cm.), donde la artista, caracterizada como una bacante semidesnuda, forma parte del colorido cortejo de compinches ebrios.
Ojo al restaurante del MAS: t’Zilte (tzilte.be), ya que el chef Wicky Geunes tiene dos estrellas Michelin. Y se puede volver aquí para cenar.
Como este año el verano ya está activo en los Países Bajos, las terrazas con vistas al río Escalda es una buena elección para almorzar. La más moderna es la del RAS (ras.today), donde podemos probar los espárragos a la flamenca, un clásico que nunca decepciona. Más informal es el LocalStore (local-store.be), sopas y bocadillos (incluido menú para veganos).
El Festival Barroco continua en el parque Middelheim (middelheimmuseum.be/nl) con esculturas al aire libre de artistas de todas las edades, de todos los tiempos y de todos los estilos.
Para cenar, el marco del Het Pomphuis (hetpomhuis.be) es lo más fascinante; pero el lujo está en The Jane (thejaneantwerp.com), el restaurante que abrió el prestigioso chef Sergio Herman el pasado otoño. El nuevo restaurante de culto al paladar se encuentra en la capilla del antiguo hospital militar, en el número 1 de Paradeplein.
TERCER DÍA
A Amberes, en el siglo XVI, se la adornaba con el título ‘de triomfelycke coopstad’, que traducido significa ‘la triunfante ciudad de las compras’. La afirmación sigue vigente. La anchísima Meir (meir-as.be) es la calle peatonal de las compras, pero hay muchas más. Como ya llevamos todo el viaje asombrándonos con el arte, no nos extrañará ver tiendas monotemáticas de guantes, sombreros, quesos, tés, chocolates, cervezas, o diamantes.
Algunos diseñadores belgas que han adquirido renombre y fama mundial tienen sus raíces artísticas en esta ciudad. Desde los años ochenta del pasado siglo, los talleres de la llamada Academia de Moda no han dejado de crecer, pero como no tenemos mucho tiempo… una opción puede ser visitar la tienda de Dries Van Noten (driesvannoten.be). Espectacular.
Si quieres despedirte con un recuerdo con el logo de Amberes Baroque 2018 (visitantwerpen.be/baroque), parece que Rubens también ha inspirado a algunos artesanos para elaborar ediciones especiales de sus productos comestibles: Bakery Goossens buscó inspiración en libros de recetas del siglo XVII y lanzó un pan barroco; la cervecería De Koninck (dekoninck.be), ha lanzado un pack con cuatro botellas etiquetadas con el estilo del festival; el té de flores, de Lulin Teas (lulin-teas.com), se ha rediseñado especialmente para el evento Baroque 2018; el chocolatero Jitsk (jitsk.com) ha creado un sabor nuevo con un toque de lujo; y ‘las manos de Amberes’, las galletas más famosas de la ciudad, también tienen una edición limitada y empaquetada en una caja personalizada. Estos productos están disponibles en las tiendas de los museos y en el Pop-up Bar Barok (Nationalestraat, 45).
Y si no te importa facturar una botella en el aeropuerto, hágase con un Elixir d’Anvers (elixirdanvers.be), un licor con propiedades digestivas (está en los supermercados), preparado a base de 32 plantas y hierbas de todo el mundo según una tradicional fórmula que data de 1863. Feliz Arte.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo ir
Vuelo directo hasta Bruselas. Desde el mismo aeropuerto tren directo hasta Amberes (50 minutos)
Dónde alojarse
Como habrás llegado en tren, una buena opción es el hotel Lindner (lindnerhotels.be), casi dentro de la estación de tren. Para los curiosos, es interesante el Hotel Julien (hotel-julien.com), absolutamente ‘básico-minimal’.
Más información: maestrosflamencos.com