48 horas en Delft, la ciudad de ‘La joven de la perla’

Hoy en día, Delft casi puede considerarse como un barrio de La Haya, pero la pequeña ciudad tiene su propia identidad y es un buen destino para descubrir detenidamente. Principalmente, es conocida por ser el núcleo de producción de la cerámica Azul de Delft; y por ser ciudad natal del pintor Vermeer, el maestro de la luz. Aquí pintó toda su obra. Quizá la más conocida sea ‘La joven de la perla’. 

por PEDRO GRIFOL

Johannes Vermeer (1632-1675), pintor nacido y fallecido sin pena ni gloria en Delft, está considerado hoy en día como un virtuoso de la luz. Los efectos de iluminación ‘natural’ de sus difuminados retratos de mujeres, llenos de claridad y delicadeza, parecen pintados por los rayos del sol. Del pintor, por otra parte, poco prolífico, se conservan apenas 35 obras. La joven de perla, su obra más conocida, no fue vista por el gran público hasta que apareció en una subasta en 1881, donde fue adquirida por un coleccionista que pagó por ella dos florines y treinta céntimos. En ese momento, su estado de conservación era muy malo. A. des Tombe,  su propietario, murió sin herederos y donó su colección al Museo Mauritshuis de La Haya en 1902, lugar donde actualmente está expuesta. 

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En España, ‘el mito Vermeer’ conmocionó el Museo del Prado en 2003, donde se expusieron por primera vez nueve cuadros del pintor holandés. Ese mismo año se estrenó también la película La joven de la perla –con Scarlett Johansson dando vida a ‘la joven’ y Colin Firth en el papel de Vermeer–, colaborando así en la difusión de la vida y obra del mago de la luz.

PRIMER DÍA

Metidos ya en la vivencia existencial del gran artista del Siglo de Oro holandés, el primer día podemos empezar visitando el Vermeer Centrum Delft (vermeerdelft.nl), ubicado en la Voldersgracht, cerca del Markt, donde se nos propone un viaje virtual por el mundo del pintor, adentrándonos en cada una de sus 35 obras conocidas, analizando sus técnicas y jugando interactivamente con la luz como lo hiciera el auténtico maestro. No es un museo, ni se presenta como tal. Es una experiencia. No hay obras originales de Vermeer expuestas, pero, para quien tiene en mente conocer la magia de Vermeer, es una excelente visita. Sumamente claro y didáctico, permite profundizar en la obra de este magnífico artista y, de alguna manera, sentir el efecto de su luz. El centro está abierto todos los días, se ofrecen visitas guiadas, y tiene un audio en español.

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A la salida nos podemos sentar en una de las terrazas del Markt, la gran plaza del casco antiguo, e ir pensando en el recorrido a seguir. A tener en cuenta también que, desde abril hasta finales de octubre, todos los jueves y sábados se planta un mercado de flores y antigüedades en el Markt, donde podemos encontrar piezas de la famosa cerámica Delft Blauwe…. Hay que tener medida del tiempo para abandonar el variopinto mercado porque ofrece un deambular muy atractivo. 

Como ya habremos visto de qué se trata la cerámica Azul de Delft, después podemos hacer una visita (aunque sea solamente para contrastar precios) a la factoría Royal Delft (royaldelft.com), la única que sigue en activo desde el siglo XVIII. Allí nos instruyen sobre esta cerámica esmaltada. Se accede a través de un jardín con paneles de azulejos que le dan un de aire fantástico lugar. Una vez dentro, se pueden ver reproducciones de famosos cuadros realizados con cerámica, como una a tamaño real de la Ronda de noche de Rembrandt. 

Otros lugares donde podemos comprar alguna pieza de cerámica azul son en el taller De Candelaer (candelaer.nl) y en De Blauwe Tulp (bluetulip.nl).

PASEAR POR LOS CANALES

Atravesar los cóncavos puentes de ladrillo y pasear por las arboladas orillas de los canales de las pequeñas ciudades holandesas siempre es un placer; y Delft, en esto, es una ciudad modelo. Elegantes casas blasonadas a lo largo del Canal Viejo (Oude Delft). A fijarse en el nº 39 (Oostindish Huis), que tiene una veleta en forma de barco, porque luce una fachada digna de foto; y en el nº 167, una antigua (data de 1520) casa noble con una fachada profusamente decorada y con relieves policromado. Otra opción es recorrer los canales en barco, para lo que hay que ir a la Koornmart (canalhopperdelft.nl), que es donde se encuentra el embarcadero y las empresas de bateau-mouche Rondvaart (rondvaartdelft.nl).

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La ciudad tiene dos iglesias: la vieja y la nueva. La más interesante es la vieja, Oude Kerk (oudekerk-delft.nl), porque allí está la tumba del insigne Vermeer. Desde el puente de Nieuwstraat, que está al lado, se disfruta de una vista espectacular del canal en su conjunto. Después, la capilla gótica de las hermanas del Espíritu Santo también merece la pena.

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En el paseo comprobaremos que el arte urbano es muy corporativo, es decir, las estatuas o elementos decorativos tienen que ver con obras de Vermeer o están inspiradas en la famosa cerámica azul. No hay (apenas) grafitis reivindicativos y en su lugar hay murales con azulejos blancos y azules. Nos toparemos con esculturas de piedra como La lechera, que hace referencia a un lienzo de Vermeer, o con un banco blanco y azul (como no podía ser de otra manera) realizado con la técnica del trencadís. 

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SEGUNDO DÍA: MÁS CULTURA… ¡Y CROQUETAS!

Aparte del Vermeer Centrum Delft, el otro museo que merece la pena visitar es el Prinsenhof Delft (prinsenhoff-delft.nl). Aquí se conserva, entre otros muchos más cuadros del Siglo de Oro y cerámicas salvadas de guerras, un peculiar invento. Se trata del prototipo de microscopio que inventó Anton van Leeuwenhoek (1632-1723). 

Se da la casualidad que Vermeer y van Leeuwenhoek nacieron en Delft en mismo año, y fueron bautizados en la misma iglesia. Probablemente los dos hombres se cruzarían con frecuencia en la calle, pero no hay constancia de que se conocieran. Los dos vivían entregados a dos búsquedas distintas, pero relacionadas ambas con la exploración de la mirada. Los dos tenían en común una fascinación por los nuevos instrumentos ópticos. Probablemente vivían recluidos durante muchas horas en habitaciones con los postigos entornados, de modo que solo las alumbrara un hilo de luz... Parece que nadie antes que Vermeer captó con tal clarividencia los tesoros que caben en una simple habitación iluminada por una ventana lateral; y desde luego nadie había visto lo que empezó a ver Anton van Leeuwenhoek con sus lentes de aumento superpuestas: millares de criaturas vivientes que se agitaban en una sola gota de agua… Había inventado la microbiología con los microscopios cuya fabricación él mismo perfeccionó.

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Ya es momento de probar las bitterballen, típicas croquetas del lugar. Las del Het Konings Huis (hetkoninghuys.eu) tienen fama reconocida, y es un restaurante con terraza. También es recomendable probar las del Café Belvédère (bbcbelvedere.nl), que, como sus propietarios son belgas, también tiene un buen surtido de cervezas.

Para cenar hay varios restaurantes exóticos: La Tasca (latasca.nl), de cocina mediterránea; Mekhong (mekhongdelft.nl); Toros Santiago (torossantiago.nl)… Pero donde se juntan los lugareños es en LEF (lefresrestaurant.nl), una brasserie con terraza que tiene aire parisino y además tiene carta de cócteles.

Volviendo a Vermeer. Es importante saber que el tranvía nº 1 conduce hasta la puerta del Museo Mauritshuis de La Haya (mauritshuis.nl). El trayecto urbano dura aproximadamente media hora. Allí se puede ver la excepcional colección de pinturas del Siglo de Oro holandés; y, entre ellas, La joven de la perla, que hace apenas un mes que acaba de salir del quirófano, donde ha sido minuciosamente restaurada. 

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO IR

Vuelo hasta Ámsterdam. Desde el mismo aeropuerto de Schiphol se puede coger el tren directo hasta Delft, un trayecto de 50 minutos. 

ALOJAMIENTO

Dos buenas opciones para alojarse son en el centro de la ciudad son el Hotel de Emauspoort (emauspoort.nl), con toques de decoración romántica, y el Johannes Vermeer (hotelvermeer.nl), situado en una antigua fábrica de tabaco, cuyo restaurante La joven de la perla está pintada en la pared.

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