Zafra, un pueblo muy bonito en la ruta de la Vía de la Plata

Más allá del casco viejo de Cáceres, de la animada Trujillo como ciudad de conquistadores, del legado romano de Mérida o de los pintones valles del Jerte, con sus cerezos en flor, y La Vera, hay otros rincones rurales de Extremadura que no suenen tanto. Zafra, con el más puro sabor extremeño, es uno de ellos, una próspera y monumental ciudad de Badajoz que es, además, punto de partida para emprender una ruta por la Vía de la Plata.

por NOELIA FERREIRO

La llaman “Sevilla la chica”, pero en nada tiene que envidiar a la capital andaluza. Y aunque bien es verdad que en su entramado de calles floridas se le puede suponer un cierto aire, Zafra tiene su propia entidad, pero del más puro sabor extremeño. Da igual que sea en la plaza Chica o en la plaza Grande. La hora del aperitivo desde las terrazas soleadas de Zafra tiene ese aire inconfundible del medievo, con sus viejos soportales y casas enjalbegadas, sus balcones con barandillas de forja y la solera que le confiere el ser testigo durante tantos años del ir y venir de la gente. En la primera, labrada en un pilar, está la vara castellana de 83 centímetros que servía a los comerciantes para medir sus transacciones. En la segunda impone la vista de la torre de la Candelaria, la principal iglesia de esta próspera ciudad, tal vez una de las más monumentales de Badajoz

En sus dos plazas, muy cerca del alcázar de los duques de Feria reconvertido en Parador, transcurre la vida cotidiana, al calor de un vino de pitarra. Una vida marcada por el campo y por sus reputadas ferias ganaderas. El paseo por Zafra invita a descubrir joyas como la casa del Aljimez, el Ayuntamiento o el convento de Santa Clara (donde las monjitas continúan elaborando sus dulces). La historia y la personalidad de la localidad se debe, sobre todo, a su condición de cruce de caminos. Especialmente a su posición al borde de la Vía de la Plata, uno de los caminos imperiales que atravesaban la península de norte a sur.

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POR LA VÍA DE LA PLATA

El tramo que va de Zafra a Monesterio es solo una de las etapas de la Vía de la Plata, la calzada romana que unía Sevilla con Gijón y que, hoy también enlaza en Astorga con el Camino de Santiago Francés. Son 48 kilómetros entre ambos puntos con una dificultad media para lo que se recomienda emplear al menos un par de días, pernoctando en el camino. Señalizada con flechas amarillas y mojones de granito, también puede recorrerse en bicicleta en un noventa por ciento de su trayecto. 

La vieja calzada que pisaron los romanos se abre desde Zafra con una bonita caminata por paisajes que se pintan de colores rojizos para dejar paso a dehesas arboladas y pueblos donde nunca faltará una buena ración del más exquisito jamón ibérico.

Los mares interminables de olivos, viñas y cereales marcan el inicio de esta ruta a las puertas de Tierra de Barros, una comarca llana y despejada, abrasada por el sol. A su paso poblaciones pequeñas como la Puebla de Sancho Pérez, con su bella ermita de Belén adosada a la plaza de toros; o Calzadilla de los Barros, con su famoso retablo gótico en la iglesia de San Salvador. 

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FUENTE DE CANTOS

Muy pronto aparece la luz de Zurbarán en su pueblo natal, Fuente de Cantos. El lugar donde el pintor del Siglo de Oro vivió hasta los 15 años es ahora su casa-museo, la iglesia de Nuestra Señora de la Granada, con el pilar donde fue bautizado, y un centro de interpretación donde se da rienda suelta a la obra de su hijo predilecto. Antes de dejar Fuente de Cantos hay que visitar el convento de las Carmelitas y la ermita de la patrona, Nuestra Señora de la Hermosa.

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CASTILLO DE MONTEMOLÍN

El camino avanza hacia el sur por la Vía de la Plata. Dejando atrás las extensiones agrícolas se empiezan a atisbar suaves relieves. Una tierra que se ondula, gana en altitud y comienza a salpicarse de dehesas tapizadas de encinas. La ruta permite algún desvío, como el que conduce a Montemolín, para contemplar su imponente castillo, erigido sobre una colina, en lo que antes fueron los restos de una fortaleza almohade.  

MONESTERIO

Al llegar a Monesterio, la naturaleza explota en el sombreado borde de un embalse. Un buen lugar para descansar en sus mesas y bancos antes de sumergirse en las callejuelas del pueblo, donde el jamón de bellota cuenta hasta con un museo.

Así, con el estómago lleno, se llega a las masas boscosas que arropan, solitario y altivo, el monasterio de Tentudía. Más allá del templo, sobre el que pesa una bella leyenda, la zona permite caminatas entre pinos, castaños y alcornoques. Es el punto más alto de Badajoz (unos 1.100 metros) y las vistas se vierten magníficas a las estribaciones de Sierra Morena. En Monesterio está el Centro de Interpretación de la Vía de la Plata, donde se ofrece información sobre la ruta y los albergues del camino (viaplata.gobex.es).

MONASTERIO DE TENTUDÍA

El que fuera uno de los centros más importantes de la Orden de Santiago, afamado por su entorno natural y su singular arquitectura, data del siglo XIII. En su interior sorprende la explosión de colores de su azulejería, con la que están realizados los tres retablos: el mayor y los que presiden la capilla de los maestres y la de Santiago. También es interesante el claustro mudéjar de este templo construido en el siglo XIII por la Orden de Santiago (tel. 924 14 90 92. Cierra lunes. Entrada gratutita).

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR

Zafra se encuentra a una hora de Badajoz por la N-432 y a poco más de 400 kilómetros de Madrid por la A-5 hasta Mérida y desde allí por la Autovía Ruta de la Plata o A-66, que pasa por Zafra y la sierra de Tentudía. 

DÓNDE DORMIR

En el Parador de Zafra (parador.es), sobre un castillo del siglo XV que comenzó a construirse como residencia de los duques de Feria. Tiene una espectacular fachada, un majestuoso patio renacentista, un cuidado jardín y unos bellos interiores con artesonados, arcones, herrajes y múltiples elementos decorativos. También en Fuentes de León, en el Convento de Santiago (hotelconventosandiego.com), en medio de las dehesas de Tentudía, un hotel que ha respetado la arquitectura original de un convento del siglo XVI con un resultado fantástico entre tradición y vanguardia. Su restaurante Moba es una opción ideal para degustar la gastronomía extremeña. 

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DÓNDE COMER

En Zafra, en La Rebotica (lareboticazafra.com), donde probar la cocina de producto tradicional, pero con una elaboración de lo más vanguardista. En la Puebla de Sancho Pérez, en La Abadía (inco.nu/abadia), que ofrece exquisitos platos de la tierra a precios imbatibles.

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