Los seis faros más bellos de la costa salvaje de Almería

Desde El Ejido hasta Carboneras se puede trazar una ruta en coche que va en busca de estas atalayas desde las que se vigilaba a los piratas. Junto a ellas descubrimos salinas llenas de flamencos y las calas más solitarias del Mediterráneo.

por ANDRÉS CAMPOS

El Ejido y Roquetas son pueblos de Almería famosos por sus muchos invernaderos, un mar de plástico del tamaño de 30.000 campos de fútbol que, según los astronautas, es la única obra humana que puede distinguirse a simple vista desde el espacio (y no la Muralla China, como suele repetirse). Por eso sorprende hallar a caballo entre ambos municipios un paraje natural como el de Punta Entinas-Sabinar: 15 kilómetros de dunas costeras, charcas rebosantes de aves y playas del primer día del mundo, donde arranca esta ruta que recorre la costa salvaje almeriense.

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FARO DEL SABINAR

Al primer faro de esta ruta se accede caminando por una pista vedada al tráfico de 1,3 kilómetros de longitud que sale por la carretera más próxima a la costa, a medio camino entre Almerimar (El Ejido) y Roquetas. Una pista perfecta para pasear con el primer y el último sol viendo ánades, fochas y flamencos. Una curiosidad: John Milius rodó aquí la mayor parte de Conan el Bárbaro. Tan salvaje era (y sigue siendo) este lugar. No olvides los prismáticos para observar las aves y el repelente de mosquitos. Si quieres más actividad, la empresa Enrutados (enrutados.es) organiza rutas en bici por el paraje natural y Aquatours (aquatoursalmeria.es) inmersiones en los fondos cercanos, donde abundan los congrios, las morenas y las praderas de posidonia.

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FARO DE ROQUETAS

El siguiente faro, el de Roquetas, se encuentra en el mismo centro de la población, junto al puerto pesquero. Se inauguró al mismo tiempo que el del Sabinar (1863), pero corrió muy distinta suerte. Dejó de prestar servicio en 1945 y hoy es una sala de exposiciones que hace bonito junto al castillo de Santa Ana, en un cuidado parque con palmeras, anfiteatro y terrazas asomadas a la playa de la Bajadilla, a tiro de piedra del puerto. La entrada al faro y al castillo es gratuita.

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FARO DE SAN TELMO

Más cerca de la capital por la carretera de Aguadulce se descubre, a mano derecha, el faro de San Telmo, sobre un escarpadísimo promontorio que cierra por el oeste la bahía de Almería, a 77 metros de altura sobre el mar. Como salta a la vista, antes que un faro fue un castillo desde el que se defendía el puerto de la ciudad. En 1976 se le añadió la torre luminosa para orientar a los navegantes y, poco después, el zigzagueante camino de acceso, con escalones tallados en la roca y cortejo de pinchudos agaves. Difícil tropezarse aquí con nadie, si no es con algún pescador, y eso que el panorama justifica plenamente la visita. Desde esta altura se contemplan, a vista de gaviota, el puerto de Almería y la ciudad acostada al pie de la Alcazaba, que es la mayor construcción musulmana de España después de la Alhambra de Granada.

FARO DEL CABO DE GATA

Al otro lado de la bahía aguarda el cuarto faro de la ruta, el del Cabo de Gata, que señala el punto más suroriental de la península Ibérica. La carretera que lleva hasta el faro desde Almería, pasando por Retamar y Ruescas, bordea las Salinas del Cabo de Gata, cuyas aguas someras dan alimento y refugio a más de cien especies de aves distintas, sobre todo flamencos. Una multitud viene todas las tardes al faro, donde hay un punto de información y un mirador, a hipnotizarse con la puesta de sol y a asomarse desde el mirador de la Sirenas al arrecife del mismo nombre, así llamado por las focas monje que lo frecuentaron hasta mediados del siglo XX. La mejor vista, sin embargo, se obtiene avanzando en coche tres kilómetros más, hasta la torre de la Vela Blanca, una vieja atalaya que domina las playas más bellas y agrestes de España: Mónsul, Barronal, Genoveses…

FARO DE LA POLACRA

Dentro también del parque natural del Cabo de Gata se encuentran los dos últimos faros de la ruta: el de la Polacra, en Rodalquilar, y el de la Mesa Roldán, entre Agua Amarga y Carboneras. La torre de los Lobos, atalaya erigida en el siglo XVIII para prevenir los ataques de los piratas berberiscos, sirve de base al primero, que es el más alto de España, pues se erige sobre un promontorio de 265 metros desde el que se abarca con la mirada todo el parque natural. Con buen criterio ecológico, la carretera de acceso a esta cima diáfana y bienoliente, alfombrada de palmitos, espartos, tomillos y jaras de rosa flor, está cortada al tráfico, lo que obliga a subir al faro caminando (en unos 45 minutos) desde el valle de Rodalquilar. Antes o después de subir merece la pena visitar las viejas minas de oro de Rodalquilar y el ecomuseo La Casa de los Volcanes.

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FARO DE MESA ROLDÁN

Al que sí se puede subir en coche es al faro de la Mesa Roldán –último de la ruta–, que está en otro lugar bien alto y vistoso: en el borde de una meseta caliza a 200 metros sobre el mar, cerca de la famosa playa de los Muertos, en el término de Carboneras, un kilómetro de grava blanca asombrosamente rectilíneo bañado por unas aguas cristalinas. Al lado hay una antigua torre vigía que nunca sirvió para gran cosa, pues su artillería, desde tan alto, no era eficaz. Bueno, sí que ha servido para algo: para hacer de Meereen, la ciudad de las pirámides, en la sexta temporada de Juego de tronos.

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Bucear con tiburones toro, grises y nodriza en el Aquarium Roquetas (aquariumroquetas.com), ya sea en el interior de una jaula flotante o sin jaula, esta modalidad solo para los titulados en buceo. También hay un estanque diseñado para acariciar a las rayas, que es el espacio favorito de los niños. Los miércoles y los domingos a mediodía, cuando alimentan a los escualos, son los mejores momentos para visitar el acuario.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

El primer faro de la ruta, el del Sabinar, se halla a 49 kilómetros de la capital almeriense por la autovía A-7 hasta El Ejido (salida 409) y por la carretera A-389 hasta Almerimar, para luego bordear el litoral en dirección a Roquetas. A partir de aquí, la ruta continúa siguiendo la costa almeriense hacia el este, por Roquetas, Almería, Cabo de Gata, Rodalquilar, Agua Amarga y Carboneras. Desde el faro del Sabinar hasta el de la Mesa Roldán hay un total de 144 kilómetros, que se pueden recorrer cómodamente en un par de días.

Cuándo ir

Es una ruta ideal para invierno, época en la que se disfruta más del cálido clima almeriense y de una menor afluencia de visitantes en sus playas salvajes.

Dónde dormir

En Rodalquilar, en Oro y Luz (oroyluz.com), un resort con suites decoradas con fotogramas de películas rodadas en el Cabo de Gata, jardín, piscina y un restaurante que causa sensación; y en Los Patios (lospatioshotel.es), un antiguo cortijo rehabilitado camino de la playa del Playazo, donde se disfruta el lujo de lo simple y lo ecológico.  Ocho habitaciones (algunas con patio) y un restaurante gourmet. En Agua Amarga, en Mikasa (mikasasuites.com), un hotel con encanto a 150 metros del mar con piscina, jardín, spa, gimnasio, pista de tenis y club privado en la playa.

Dónde comer

En El Ejido, en La Costa (restaurantelacosta.com), con una estrella Michelin, donde las protagonistas son las verduras perfectas que se cosechan en el mar de plástico. El restaurante Alejandro (restaurantealejandro.es), en Roquetas de Mar, de cocina creaticoa (también con estrella) es familiar y refinado y se nutre de los pargos, salmonetes, quisquillas y gambones rojos que los trasmallos traen al puerto cada mañana. En Agua Amarga, buena elección también es La Chumbera (asadorlachumbera.com), un restaurante apartado y tranquilo de aire rústico al que se viene a tomar pescados del día de la zona y carnes a la brasa.