48 horas en Zaragoza… la ciudad en continua evolución

Apenas dos días tal vez sea una visita escasa para una urbe bimilenaria como Zaragoza. Sin embargo, la gran ventaja es que las extraordinarias comunicaciones que posee con otros puntos de la península, permiten que sea muy fácil volver y retomar la visita donde la dejamos en la última ocasión. Pero de momento vamos a aprovechar al máximo esta escapada y comencemos nuestro intenso recorrido.

por Armando Cerra

VIERNES
Una vez dejado el equipaje en el hotel, conviene dar un paseo para estirar las piernas y tomar el pulso a la capital aragonesa. ¿Cómo? Imitando a los maños, es decir, dando una vuelta bajo los soportales de Independencia. Una zona donde nunca falta gente ni tampoco bocacalles por las que desviarse en busca de sitios donde tomar algo.

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A veces tras un viaje no sabemos si nos apetece tomar algo fresco, comer ligero o sentarnos a cenar, así que encamínate hacia la plaza de los Sitios. Allí tienes todas esas posibilidades. Desde beber algo en La Tierra (latierra.org) hasta cenar en dos de los restaurantes más de moda, ubicados casi puerta con puerta, el Bokoto (zaragoza.bokoto.es) y el Smooth (restaurantesmooth.es). Y si quieres picotear unas tapas, entonces ve al Café Monumental que tiene todas sus exquisiteces en la barra. Con una pizca de suerte habrá en la propia plaza algún evento de los que aquí son habituales, como ferias de artesanía y alimentarias, o representaciones teatrales. Lo que seguro verás es el volumen del Museo de Zaragoza, por supuesto ya cerrado, pero puedes apuntarte su ubicación para los próximos días, por si acaso. Aunque te espera un fin de semana intenso y quizás no vuelvas a pasar por aquí. Así que será bueno irse a descansar al hotel, que os recomendamos que esté lo más céntrico posible. Los encontrarás de 5 estrellas como el Hotel Palafox, de 4 como el NH-Gran Hotel o el Zenit Don Yo, o de 3 como el Hotel Oriente.

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SÁBADO
Comenzamos la mañana en Palacio de la Aljafería. Su aspecto de gran fortaleza amurallada al exterior no te ha de engañar, ya que tras salvar su foso y sus torreones se entra en lo que los musulmanes llamaron en el siglo XI 'El Palacio de la Alegría'. Merece la pena una visita a su interior (abierto todos los días con visitas guiadas) en la que es posible además visitar el parlamento ya que el edificio es actualmente sede de las Cortes de Aragón.

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Desde el viejo castillo nos dirigimos a construcciones más actuales. En primer lugar al CaixaForum instalado hace pocos años en Zaragoza para incrementar sus propuestas culturales. Y un poco más allá se encuentra el remozado Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC). Un lugar donde conviven las creaciones del genial escultor de vanguardia Pablo Serrano con las exposiciones de artistas emergentes.

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A un paso, nos enfrentamos de nuevo con la historia. Has llegado a la Puerta del Carmen. Una obra neoclásica que ha resistido guerras e incluso autobuses empotrados. Para descubrir los episodios sufridos por estas piedras, acércate al cercano Café Levante (cafedelevante.es). Mientras tapeas, contemplarás fotos e ilustraciones de cómo ha evolucionado la Puerta del Carmen y también el propio café, inaugurado en 1895 en plena Belle Époque maña.

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Este paseo desde la Aljafería nos ha acercado al centro y también a la hora de comer. Afortunadamente en esta zona en torno a Gran Vía y plaza Paraíso hay muchos sitios para saciar el hambre. Uno es el edificio histórico del Paraninfo de la Universidad donde  es posible comer los modernos menús del restaurante Trufe (trufe.es/portfolio/restaurante-paraninfo). Otra posibilidad es caminar 5 minutos hasta la plaza Aragón y entrar al palacete donde halla el Novodabo (novodabo.com) con sus platos de vanguardia. E incluso también se puede desandar parte del camino y retornar al IAACC, sede del Restaurante Quema (restaurantequema.com) que dirige el Chef Manolito con sus fusiones de lo clásico y la novedad.

A la salida de todos esos establecimientos verás cómo destaca un gran edificio acristalado. Es la oficina central de Ibercaja, y salvo que tengas que usar sus cajeros, no te llamaríamos la atención sobre él sino fuera para proponerte la idea de concebirlo como una gigantesca urna de vidrio que guarda un tesoro (además del dinero). Hablamos del Patio de la Infanta. Un patio de un palacio renacentista zaragozano, que por azares del destino acabó siendo desmontado y trasladado a París por encargo de un anticuario. Sin embargo, la entidad bancaria, lo recompró, lo volvió a desmontar piedra a piedra, y lo reconstruyó aquí, donde es visitable.

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Esta visita es la última que proponemos de carácter cultural. Es sábado por la tarde y lo mejor será irse de tiendas por la zona más comercial de Zaragoza, por el área que rodean el Paseo Sagasta y el de la Constitución. Entre ambos se teje un entramado de calles plagadas de tiendas y negocios. Allí están presentes las grandes marcas internacionales, al igual que otras españolas cuyos productos son tendencia hoy como Algo Bonito, Systemaction o Indi & Cold. No obstante, quizás lo interesante sea ver las propuestas locales. Una bien puede ser Skandalo de Luxe (skandalodeluxe.com) donde cualquiera, sea cual sea su talla, puede encontrar una prenda que llevarse. Y si se buscan zapatos, entonces hay que ir a Gallery Carrile (gallerycarrile.es). Aunque no solo se ven escaparates de moda. También es posible comprar flores en Blanca Marsé (blancamarsedecoracionfloral.es), delicatesen en Mantequerías Sanz (mantequeriasanz.es) o hacer un curso de repostería en La Tartería (latarteria.org).

¡Ojo con que llenarse!, porque entre todos esos escaparates también abundan los restaurantes. Así que ir echándoles un ojo para decidir donde cenar. Aquí van unas cuantas ideas. Si te apetece pescado, entonces el Riskomar (restauranteriskomar.es). Si quieres sabores muy elaborados, ve a La Granada (restaurantelagranada.com). Buscas contundencia, entra al Bula (bulatapas.com). Y si no sabes que comer, déjate sorprender en el ambiente desenfadado del Ric 27 (ric27.com).
Cuando salgas de cenar, verás que la zona sigue tan viva como a media tarde. A las tiendas les han relevado los bares de copas. No abuses para aprovechar el domingo, pero un trago no mata nadie.  Podrás beber un buen gin tonic en El 35 (el35.com), probar infinidad de cócteles en el Maremoto (maremotobarzaragoza.webs.com). E incluso si has viajado con un grupo de amigos, os podéis animar a cantar en el Karaoke tu voz. Un consejo, no hagas gorgoritos porque luego quizás salgas en su facebook.

DOMINGO
No pensarías irte de Zaragoza sin ver la plaza del Pilar. Si lo haces, no se lo digas a ningún maño. Además te perderías contemplar la plaza más grande de la Unión Europea, si bien no es famosa por su tamaño sino por acoger dos catedrales. La original, La Seo del Salvador, y la más visitada, la Basílica del Pilar. Entrar en domingo a los templos es cosa tuya. En el caso del Pilar es gratis y todo el mundo se sitúa bajo los frescos de Goya y ante el manto que ese día luzca la pequeña figura de la Pilarica. Mientras que para admirar la Seo hay que pagar, a cambio los amantes del arte disfrutan de su mezcla de estilos románico, gótico, mudéjar, renacentista, barroco, neoclásico,… o sea, un paseo por la Historia del Arte con mayúsculas.

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Ver los dos grandes monumentos zaragozanos merece tomarse un tentempié. Y allí mismo, en la Plaza del Pilar encontraremos el Pasaje del Ciclón, la primera galería comercial de la ciudad  abierta en el siglo XIX. Una reliquia del pasado recuperada en la última década. Tras años de abandono, ahora luce radiante con nuevos restaurantes y elegantes cafés, como el Café Botánico, uno de los más asiduos en instagram (#cafebotanicozaragoza).

Y si has visto la plaza del Pilar, también hay que asomarse al Ebro. Lo tienes justo detrás de la basílica. Ahora es mucho más transitable que tiempo atrás. Esa mejora se debe a la pasada Expo 2008, cuyos pabellones aún se conservan aguas arriba del río. Nosotros no iremos allí, pero sí que merece la pena caminar a orillas del río entre sus dos puentes más antiguos: el de Piedra y el de Hierro. Este paseo conduce a una de las propuestas culturales más interesantes y recientes en Zaragoza: el Centro de Historias. Es el viejo convento de San Agustín transformado en espacio cultural polivalente, donde caben eventos y exposiciones de las temáticas más variopintas. Y entre ellas suele haber propuestas realizadas en el mismo barrio La Magdalena donde está el centro.

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Estas calles tan antiguas, hoy rebosan vitalidad y dinamismo. Basta con fijarse en sus escaparates. Algunas de esas propuestas se agrupan en el Modalena Showroom (modalena-showroom.blogspot.com.es), y otras están desperdigadas por el barrio como los creadores de camisetas Kamikaze (http://www.kmikze.com) o los ilustradores de Mitte (mittezaragoza.jimdo.com) capaces de aplicar sus dibujos a infinidad de soportes. Se puede decir que en estas calles se respira una atmósfera creativa y joven, y con iniciativas muy personales como los joyeros de Taller dedos o el vestuario que propone Esenzia.

En fin, que sin darnos cuenta es la hora de almorzar. Y por aquí tenemos básicamente dos opciones. Una de ellas es dejarnos llevar por el espíritu innovador del barrio, ahora llevado a los fogones del Meli Meló (restaurantemelimelozaragoza.com/es) o del Gastrobar Morris. Mientras que la segunda posibilidad es optar por platos tradicionales, con el ternasco a la cabeza. Si es lo que te apetece, entonces entra en El Fuelle (el-fuelle.com) o en Casa Dominó (casadomino.com).

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Tradición y modernidad, la Zaragoza de los abuelos y la de los smartphones, una dualidad que inunda la ciudad. Y en la gran mayoría de no hay fricción entre lo antiguo y lo contemporáneo. Se trata de evolucionar en convivencia respetuosa, lo que no impide que pueda ser chocante y hasta extravagante en ocasiones. Un ejemplo, El Plata (elplata.com/cabaret) donde se programan los renovados números de cabaret que creó el genial Bigas Luna antes de morir. Pero esa es una visita de la que habrá de disfrutar en próximas escapadas. Ya dijimos al principio que 48 horas en Zaragoza eran pocas.

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