Por las nubes en la isla (más) bonita de las Canarias

Descubrir Caldera de Taburiente, la imponente formación volcánica que corona la ‘Isla Bonita’, es una experiencia inolvidable. Y lo es tanto si se accede a su interior para emprender una ruta a pie, como si se la contempla desde las alturas, especialmente en el Roque de los Muchachos, donde la sensación que se obtiene es la de estar suspendido en el vacío. Así se visita uno de los mayores reclamos de La Palma.

por Noelia Ferreiro

Caldera de Taburiente, la formación ocupa el centro norte y que constituye el mejor exponente de la vertiginosa topografía de La Palma, da nombre a un parque nacional declarado en 1954, es en realidad el sobrecogedor cráter de un volcán. Un circo de ocho kilómetros de diámetro que corona la isla y cuya profundidad es una de las mayores del mundo. Un paisaje casi irreal que convierte este lugar en el gran reclamo de La Palma, una visita inexcusable en esta isla que es Reserva de la Biosfera.

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UNAS VISTAS QUE CORTAN EL ALIENTO
Antes de penetrar en su interior, a la Caldera de Taburiente hay que contemplarla desde arriba. Y esto supone remontar la carretera que asciende hasta la crestería, en el perímetro exterior del cráter. Allí la meta es el Roque de los Muchachos, donde se halla un observatorio astrofísico. Será como asomarse al abismo, un espectáculo que asusta tanto como fascina. A partir de media mañana es habitual que el fenómeno conocido como mar de nubes penetre dentro de la caldera para dibujar una imagen increíble: una capa blanca y esponjosa por encima de la cual sobresalen afilados pináculos. Por si fuera poco, entre los rayos del sol en ocasiones se distinguen también las islas de Tenerife, La Gomera y El Hierro. La sensación, en semejante escenario, solo puede ser la de flotar en el vacío.

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RUTAS A PIE
La opción de recorrer la caldera a pie, que en los meses cálidos incluso puede premiarse con chapuzones en las charcas, requiere partir de la población de Los Llanos de Aridane, donde está una de las puertas de entrada, la más habitual, al parque: la que discurre por el barranco de las Angustias.

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Desde esta localidad se debe de coger la pista, bien indicada, en dirección a Los Brecitos, lugar de aparcamiento para iniciar la caminata. Antes de llegar al aparcamiento hay que hacer varios altos en el camino. Por ejemplo, en el mirador de la Cancelita, desde el que se aprecia el murallón rocoso, o en el monumento natural del Roque Idafe.

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Después, una vez se inicia el descenso por el sendero PR LP13 a través del barranco, se podrá apreciar el valor biológico del parque. A lo largo del camino irrumpirán los diferentes ecosistemas de la isla, los riscos salvajes, las vistas espectaculares a esas paredes que en ocasiones resultan intimidatorias. Un bonito desvío es al barranco de las Rivaceras hasta llegar a la cascada de Colores. Se trata de una fuente de tonos ocres, verdes y rojizos resultado de unas aguas ferruginosas que crean estos matices en la piedra.

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MUY PRÁCTICO
Cómo llegar

Iberia tiene vuelos directos a La Palma desde Madrid y, en temporada alta, Vueling los ofrece desde Barcelona y Bilbao. En barco desde la Península solo es posible llegar desde el puerto de Cádiz con Trasmediterránea.

Dónde dormir
El Parador de La Palma (Breña Baja, parador.es). Está ubicado cerca del aeropuerto y de Santa Cruz de la Palma. Es un edificio confortable de arquitectura típica canaria y con un amplio jardín de árboles frutales y plantas autóctonas con maravillosas vistas al Atlántico. Otra buena opción puede ser el Hotel Hacienda de Abajo (Tazacorte, hotelhaciendadeabajo.com). Antigua hacienda azucarera del siglo XVII cuidadosamente rehabilitada, con una elegante decoración y en un entorno mágico, en pleno centro histórico de Tazacorte.

Dónde comer
Chipi-Chipi (Santa Cruz, chipichipi.net). Uno de los restaurantes más típicamente palmeros, en cuya carta no faltan mojos y papas, además de otras delicias locales. En el barrio de Velhoco de Santa Cruz. El Rincón de la Moraga (Los Llanos de Aridane, rincón-moraga.com). Cocina canaria de autor, sofisticada y exquisita, muy innovadora en una antigua casa señorial.