48 horas en Gante, dosis pequeñas de genialidad
Esta ciudad belga es acogedora y hecha a escala humana. Una urbe joven, con una fértil historia, que exhibe una cuidada colección de lugares y monumentos que antoja husmearlos. En dos días hay tiempo para verlos todos y disfrutar de los platillos de los “Cocinillas Flamencos” y de un vaso de chupito a rebosar de su típica ginebra.
Los arquitectos medievales que construyeron Gante vaticinaron el cosquilleo que provoca contemplar el horizonte que dibujan las torres a contraluz. Al caer el día, igual que cayó el dominio español imperante en Flandes se iluminan artísticamente calles, puentes y edificios. Los mismos que se reflejan en esa agua de unos ríos que hicieron de la ciudad un núcleo comercial y artesanal allá por el siglo XIV. Sus antiguos muelles hoy son un recuerdo de su pasado gremial y el paseo obligado de todo forastero. Es momento de disfrutar 48 horas de esta ciudad belga.
SÁBADO
9.00 HORAS: NECESITAS UN CONTEXTO, VISITA EL STAM
Antes de arrancar conviene repostar, la panadería De Superette (de-superette.be) es un buen sitio para desayunar como mandan los cánones. No engullas, ni deglutes, degusta con calma. Con regusto a azúcar y a café adéntrate en el STAM, el Museo de la ciudad de Gante (stamgent.be/en), un recinto que aúna una abadía del siglo XIV, un convento del XVII y una serie de anexos acristalados del XXI. La exposición que exhibe narra de manera interactiva el devenir de Gante, lugar de nacimiento de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Monarca que no hablaba flamenco y que obligó a los rebeldes ganteses a vestirse con una camisa y con una soga alrededor del cuello, lo que se conoce como Stroppendragers. Como muestra del sentido del humor local, sus actuales habitantes hacen un guiño a sus descendientes y aprovechando cualquier festividad se atavían de esa guisa.
11.00 HORAS: LOS RASCACIELOS DEL MEDIEVO
Más modesta que otras panorámicas, como la de Pudong desde el Bund en Shanghai, aunque mucho más anterior, es la que regala la orilla de Korenlei al cruzar el puente de San Miguel, precedida por una iglesia que lleva el mismo nombre. Desde aquí se divisa la línea de las tres torres, las que dibujan la iglesia de San Nicolás, el campanario municipal (95 metros de altura) y la catedral de San Bavón, hogar del políptico de los hermanos Van Eyck La adoración del cordero místico. Algunas de sus tablas están en proceso de restauración en el Museo de Bellas Artes.
Al otro lado del río Lys, en el margen de Graslei, se suceden una serie de singulares edificios históricos. Ambas riberas acogieron los primeros muelles comerciales de Gante. Hoy son uno de los lugares más bonitos de la ciudad y también un punto de encuentro. Desde allí se puede seguir camino al Ayuntamiento, un edificio que combina varios estilos arquitectónicos, desde el gótico flamígero hasta el renacentista, y en cuya capilla nupcial muchos ganteses se intercambian el 'Sí, quiero'.
13.00 HORAS: BARRIO DE PATERSHOL
Para abrir boca nada a estas horas como darse una vuelta por el barrio medieval de Patershol, que parece sacado de un cuento de hadas. Caminar por las calles de Oudburg, un amasijo de culturas y nacionalidades, y por Kraanlei, donde aparecerá la Casa de Alijn, un museo de cultura popular, ya es una delicia, pero no habrá que despistarse del objetivo: comer. Y será difícil escoger por la gran oferta. Prueba, por ejemplo, en Ramen (eetramen.be) donde podrás degustar pasta japonesa en alguna de sus pocas mesas (hay sitio solo para 12 comensales). Y es que en Gante la comida es capital y su cocina se basaba en la tradición, maestría, innovación y calidad, hasta que desembarcaron los “Cocinillas Flamencos” y pusieron las mesas patas arriba. El resultado es una cocina, fresca, moderna, divertida y con sabores sorprendentes. No está en este barrio, pero el restaurante Volta (voltagent.be) es un buen lugar para dar buena cuenta de platos como el Waterzooi (guiso a base de pollo, pescado, verduras y crema de leche), anguila en salsa verde y mejillones con patatas fritas). Después lo que toca es deambular y entrar en cualquier café para reposar las viandas.
16.00 HORAS: VISTAS ENTRE ALMENAS
Descansado y alimentado es buen momento para descubrir los castillos que salpican Gante. Desde Patershol no lleva mucho tiempo acercarse al castillo de los Condes, en cuyo interior se puede ver una muestra de instrumentos de tortura, así como ascender a lo alto de la torre del homenaje y contemplar una amplia panorámica de la ciudad. La otra fortaleza es el castillo de Gerardo El Diablo, que primero fue cárcel y luego convento, orfanato, asilo de enfermos mentales, estación de bomberos y hoy Archivo del Estado.
20.00 HORAS: CHUPITOS DE GINEBRA
Después del deber cumplido toca la recompensa. El premio es un chupito de ginebra servido en el pequeño y acogedor local de Dreupelkot (dreupelkot.be), regentado por el bueno de Pol. Siempre a rebosar y animado, su lista de sabores abarca desde el clásico, pasando por la de grosella, limón, manzana, café y hasta ¡crema catalana! Más animado, es momento de dejarse llevar y contagiarse de la jovialidad y animación de Gante en los locales de moda de Oude Beestenmarkt, los clubes de Vlasmarkt o en Overpoort, donde se concentran bares frecuentados por estudiantes.
23.00 HORAS: A LA LUZ DE LA NOCHE
Si no se te hecho tarde, de camino al hotel disfruta de un paseo para ver cómo los edificios que viste por el día ahora están iluminados sacando a relucir detalles que horas antes se te pasaron por alto.
DOMINGO
10.00 HORAS: PLANES PÍOS
Después del ajetreo de la víspera nada mejor que empezar el día con un poco de sosiego en alguno de los tres beaterios que flanquean Gante. Estas chiquitas aldeas son: el antiguo beaterio de Santa Isabel, compuesto por una iglesia católica, ortodoxa y protestante, el gran beaterio de Santa Isabel y el pequeño beaterio de Nuestra Señora Ter Hoyen, los tres declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Puedes continuar la mañana dándote una vuelta por alguno de sus mercados: el de las flores en Kouter, el de antigüedades en la plaza de Beverhoutplein y el de productos artesanales en Groentenmarkt.
13:00 HORAS: OSTRAS Y CHAMPÁN
Si el tiempo acompaña la jornada matutina la puedes finalizar a lo grande en el Blauwe Kiosk regalándote un homenaje a base de ostras y champán.
15:00 HORAS: LAS FORMAS DE GANTE
A modo de complemento, déjate caer por el Museo del Diseño (designmuseumgent.be), que propone un viaje en el tiempo a través del mobiliario de los siglos XVIII y XIX y otros objetos de la primera mitad del XX. Y, como contraste, descubre después qué edificio se ha colado entre ese horizonte de torres románicas y góticas de Gante. Sí, así es, se trata del Pabellón Municipal, cuyo diseño, a base de vidrio, madera y hormigón, y su cubierta, tardaron en digerir los vecinos. Hoy este lugar de conciertos y espectáculos es uno más en la ciudad.
18:00 HORAS: UN FINAL DULCE
Retrocede sobre tus pasos y vuelve a entrar en De Superette (www.de-superette.be), esta vez para merendar. Ya se te han desvelado muchos de los secretos de Gante, te falta uno. El dulce deleita en forma de poepkes, muilkes, cuberdons (por su forma se conocen como 'nariz'), pralines y gofres, los que te recomendamos que pidas para que emprendas la vuelta a casa de buen gusto.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
La mejor combinación para llegar a Gante es volar desde Madrid o Barcelona a Bruselas (son varias las compañías con vuelos directos con ofertas desde los 45-50€). En el mismo aeropuerto de Zaventem hay que tomar un tren directo (belgianrail.be). El trayecto dura algo menos de una hora. Una vez en la ciudad lo mejor es desplazarse a pie o en bici, todo queda a mano.
Para dormir
Una buena recomendación es el hotel 1898 The Post (zannierhotels.com), un hotel instalado en el antiguo edificio de Correos de Gante, en el que sus estilosas habitaciones responden a los nombres de Sobre, Sello, Carta y Postal.
Y si te coincide…
A finales de enero de 2018 se celebra una nueva edición del Festival de la Luz (gentsefeesten.stad.gent), un momento único para disfrutar de los secretos de Gante gracias a una sofisticada iluminación.
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