Una ruta de Astorga a Ponferrada enlazando pueblos leoneses con mucho sabor
Castillos, palacios diseñados por Gaudí, museos del chocolate, pueblos arrieros y saborosos cocidos llenan este recorrido de alicientes para un fin de semana con mucho por ver y degustar.
ASTORGA
Astorga es el punto de partida y de llegada de un viaje por las tierras de La Maragatería, además de una parada importante en el Camino de Santiago. Su patrimonio monumental es tan apabullante que solo ella daría para un fin de semana al completo. Ahí está su catedral de Santa María, una auténtica joya plagada de obras de arte. También el Palacio Episcopal, una recreación gótica realizada por Gaudí que acoge en su interior el Museo de los Caminos; la plaza de España, presidida por el Ayuntamiento, del siglo XVII; la Eergástula, una parte de lo que fuera el foro romano, y ahora sede del Museo Romano. Detrás del Ayuntamiento quedan los jardines de la Sinagoga, buen punto de partida para emprender el paseo a pie por las vetustas murallas hasta regresar de nuevo a la catedral. Más que curioso, apetecible a cualquier hora y delicioso resulta la visita al Museo del Chocolate, un arte culinario de lo más arraigado en la ciudad.
CASTRILLO DE LOS POLVAZARES
A cuatro kilómetros de Astorga está Castrillo, que es un pueblo leonés de rico sabor y tradición rancia que atrae por sus calles de intenso color rojo que cruzan los que recorren a pie por este tramo del Camino de Santiago, pero también por el más genuino y autóctono de los platos que se sirven en sus figones: el cocido maragato, que tiene fama internacional tanto por la contundencia de sus carnes abundantes y variadas como porque se finaliza al revés de lo acostumbrado, con la sopa. Las casas de Castrillo, declarado en su conjunto monumento histórico artístico, son de las de piedra bien puesta recubierta de la misma tierra roja que asoma por todas partes. Una fisonomía que data del siglo XVI y es fruto también de su tradición arriera. Por eso sus calles –sobre todo la calle Mayor, antiguo Camino Real y Camino de Santiago– son tan llamativamente anchas: para que dos carros pudieran pasar sin tropezarse. Y también el empedrado de sus calles y los amplios portalones y patios de sus casas en los que se guardaban carruajes y mercancías.
OTROS PUEBLOS DE TIERRAS MARAGATAS
Después de hacer la digestión, la LE-142 conduce hasta Santa Colomba de Somoza, que es otro pueblo pintoresco que convirtió la arriería en seña de identidad. Más adelante aguardan la localidad de Quintanilla de Somoza, también con buenas muestras arquitectónicas, o Val de San Lorenzo, desde el siglo XVII capital textil de la comarca y uno de los más destacados de toda la Maragatería, en cuyo Museo Batán se ubica hoy el centro de interpretación textil. Aunque haya que dar algo de vuelta por carretera, es imposible abandonar tierras maragatas sin haber visitar Santiago Millas, otro de sus pueblos señeros, que además de arquitectura arriera presume de su propia lista de maragatos ilustres y de una Casa Museo de la Arriería llena de historia.
PONFERRADA
A 65 kilómetros de Astorga está Ponferrada, que fue y es una localidad importante, estando como estaba en la encrucijada de calzadas romanas y estratégico hito jacobeo que acabó en manos de los aguerridos caballeros de la orden del Temple. Fueron estos misteriosos templarios, mitad monjes y mitad solados, los que eligieron la colina sobre la que se asienta para erigir una imponente y sólida fortaleza rodeada de un profundo foso y con numerosas torres circulares desde las que hoy se domina una buena panorámica de este antiguo emporio minero presidido por la iglesia de Nuestra Señora de la Encina y la famosa torre del Reloj. Pero además de castillos e iglesias, Ponferrada cuenta además con una buena e interesante colección de museos instalados en rehabilitados edificios de su casco histórico centrados en la historia y la actividad de la ciudad: el Museo del Ferrocarril, con sus entrañables locomotoras a vapor; Museo de la Radio, que muestra la colección de receptores radiofónicos del ponferradino Luis del Olmo, y el Museo de El Bierzo, instalado en la vieja cárcel renacentista. No hay que marcharse de Ponferrada sin hacerse con el embutido tradicional: el botillo, casi exclusivo de El Bierzo, que, elaborado con costillas y rabo de cerdo troceados, se degusta cocido y acompañado de cachelos y verduras.
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