48 horas en Girona, un paseo de arte, historia y magia de lo más entretenido

Las fachadas de las casas de colores asomadas al río Onyar, la catedral, la judería, las escaleras de Sant Domènec o la Rambla de la Llibertad son algunas de las grandes referencias de esta ciudad llena de encanto y de historia a la que habría que dedicar al menos dos días para apreciar todo lo que ofrece.

por hola.com

SÁBADO MAÑANA
El casco histórico de Girona, uno de los mejores recintos medievales de Cataluña, invitan al paseo tranquilo y al callejeo instintivo, pero si hay un lugar donde iniciar la visita a esta ciudad que propone un intenso baño de arte y arquitectura es en lo alto, donde se encuentra la catedral. En ella, además de la gran fachada barroca que se abre sobre la espectacular escalera que la comunica con la parte baja de la ciudad, hay que detenerse en la gran nave gótica –la más ancha del mundo en este estilo–, la torre de Carlomagno y el claustro, y una espléndida serie de obras de arte como el retablo de la capilla mayor, la cátedra de Carlomagno, el tapiz de la Creación o sus sepulcros. A su lado, el Museu d’Art está instalado sobre el espléndido edificio del Palacio Episcopal.

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Después de atravesar el misterioso pasadizo del Bisbe Cartañà, la ruta continúa por las rúas medievales de la ciudad alta, pasando por los jardines de la Francesa y de los Alemanys, donde se encuentra la romana torre Gironella, junta a la cual se abre un acceso al adarve de la muralla, que permite asomarse al convento de Sant Domènec, hoy sede de la Universidad. A través del portal de San Cristóbal se llega al paseo arqueológico de Girona, que constituye un magnífico jardín alrededor del lienzo norte de la muralla.

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Al final del paseo se encuentran los baños árabes, cuya visita permite descubrir el edificio más completo en su género de Cataluña, y la iglesia medieval de Sant Pere de Galligants, donde se pueden recorrer las salas del Museu d’Arqueología de Catalunya. Junto a la iglesia de Sant Pere, la arquitectura de la pequeña joya románica de Sant Nicolau cierra un conjunto medieval extraordinario. Y luego está Sant Feliu, otro gran espacio sagrado donde se superponen iglesias de diferentes épocas.

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Así se ha ido haciendo hambre y es hora de comer. Como será imposible sentarse a la mesa de El Celler de Can Roca (cellercanroca.com), por mucha antelación que se haya planeado la visita, donde los hermanos Roca muestran su talento en su restaurante elegido varios años el mejor del mundo, habrá que optar por otras propuestas, como la cocina de mercado de Massana (restaurantmassana.com), con una estrella Michelin; la carne del Divinum (divinum.cat) o el clásico Cafè Le Bistrot (lebistrot.cat), en un bello rincón del Barri Vell.

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TARDE
El itinerario vespertino se centra en la judería, con La Força como la calle mayor del call judío gerundense, antes cardus maximus de la ciudad romana y eje de la Girona medieval. Después de admirar en la plaza de la catedral el edificio de la Pía Almoina, ocupado en su día por viviendas judías y hoy Colegio de Arquitectos de Girona, se llega al Museo de Historia de la Ciudad, que guarda entre sus salas el valioso Mosaico del Circo, del año 300, y ofrece un didáctico recorrido por la trayectoria de Girona a través de los siglos, con el acicate de la visita a algunas salas como la cisterna, la carbonera, la bodega, el patio o el cementerio del antiguo convento de Sant Antoni, sobre el que está instalado. 

En la misma calle de la Força está el Museo de Historia de los Judíos, instalado sobre la que fuera última sinagoga de la judería gerundense y que ofrece un recorrido completo por los principales aspectos de la vida y la historia de los judíos de Girona. El paseo puede acabar recorriendo las calles de Sant Llorenç o de Manuel Cúndaro y así saborear al máximo el call judío. 

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A la caída del sol, habrá que ir en busca en esas callejuelas del casco antiguo que bajan desde la catedral por la calle de la Força, donde abren sus puertas locales con terrazas que invitan a la tertulia o a tomar una copa y así despedir el día. Para alojarte, el hotel Ciutat de Girona (hotelciutatdegirona.com) o los elegantes cinco estrellas Nord 1901 (nord1901.com) o el AC Palau de Bellavista (achotels.marriott.com) garantizan descanso y comodidad.

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DOMINGO MAÑANA
Después de un sábado intenso y de un desayuno, si apetece, en el bonito café La Fábrica (lafabrica.cc), que rinde culto al ciclismo, el domingo se puede dedicar a salir en busca de otros rincones, como el conjunto que forman la iglesia de Sant Martí Sacosta y el palacio de los Agullana en las escaleras de la Pujada de Sant Domènec, uno de los rincones con más personalidad de la ciudad. Caminando por la calle Ciutadans, donde se encuentra el bello palacio medieval de la Fontana d’Or, que hoy acoge las salas culturales de la Fundació Caixa Girona, se accede al barrio de los gremios, un espacio que recuerda la pujanza de los oficios gerundenses a lo largo de su historia.

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Los soportales de la Rambla de la Llibertat son otra de las grandes referencias de Girona, por donde pasarás varias veces al día, al igual que por la plaza del Vi, durante un evocador paseo que conduce hasta el puente de Pedra, abierto sobre la plaza de Catalunya y que cruza al otro lado del río.

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El último paseo puede resultar, sin duda, el más evocador. Discurre por la peatonal y comercial calle de Santa Clara, la más transitada del barrio del Mercadal, donde hay que prestar atención a los puentes que cruzan el río, también a dos buenas pastelerías más que recomendables: la centenaria Casa Castellón y Casa Moner, y disfrutar de sus espacios abiertos. Aquí puedes entretenerte un buen rato para llegar después a la plaza de la Independencia, una de las más concurridas de la ciudad, donde tomar un vermú en las terrazas de locales como Casa Marieta (casamarieta.com) o el Café Royal y deleitarte en este mirador privilegiado sobre la gran fachada fluvial gerundense. Las vistas de Girona entre sus puentes, asomada a las aguas del río, dejará en la retina toda la magia de una ciudad de lo más evocadora.

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