Seis pueblos donde dar esquinazo al calor
En verano hace calor y para refrescarnos nuestra primera intención es buscar un lugar donde mojarnos. Sí, en la playa se está muy bien, pero mejor aún pasar la noche tapado con una pequeña manta. En estos pueblos del centro-norte de la península que te presentamos las temperaturas medias en esta época no pasan de 20º y además tienen el encanto de donde están enclavados, una tentadora invitación a huir de las altas temperaturas. Aquí da gusto salir huyendo de la gran ciudad.
TORLA
Glaciares, espesos bosques de hayas y abetos, picos de más de 3.000 metros de altitud… con este panorama, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido no se está tan mal cuando aprieta el calor en el resto del país. Tampoco a las puertas de él, donde queda Torla, que regala una de las imágenes más fotografiadas de toda la cordillera pirenaica: la que ofrece la torre de la iglesia de San Salvador con el fondo de la imponente mole del Mondarruego cerrando su horizonte. Un pueblo de casas de piedra donde pasarse el verano en plena naturaleza, como en otros tantos que bordean el parque nacional: Oto, Viu, Linás, Broto, Fanlo, Nerín o Sercué.
MOLINA DE ARAGÓN
En invierno obligado es en Molina sacar el abrigo, enfundarse los guantes y prepararse para recibir al frío, porque las temperaturas que se gastan estas tierras son de órdago. No hay año que no se batan récord. Hasta 28º bajo cero han llegado a marcar los termómetros. Es el pueblo de Guadalajara con las temperaturas más frías y en verano, aunque no hay comparación, no se está nada mal. Con chaqueta o sin ella, según el día, se puede ir descubriendo el impresionante patrimonio de su casco antiguo, que se desgrana en iglesias, palacios y una arquitectura tradicional bajo su formidable castillo-fortaleza.
PIORNEDO
En el noroeste de León y lindando con Lugo y Asturias, la sierra de los Ancares es un lugar de cumbres y valles, ríos y vegetación, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, donde el hielo ha hecho su labor creadora dejando valles glaciares, pequeños circos y lagunas. En este escenario no se pasa nada de calor ni en pleno verano, más bien lo contrario, así que desde muy antiguo, para refugiarse de las inclemencias del tiempo, los hombres construían unas características construcciones de planta circular llamadas pallozas que hoy dan testimonio de un lugar aislado y de cultura ancestral. En el pueblo de Piornedo, en pleno corazón de la sierra, se ven muchas, un conjunto etnográfico de origen prerromano, en las que hasta hace poco convivían hombres y animales bajo sus muros de piedra y tejados cónicos de paja. No es el único lugar también Vilarello, El Cebrero, Balouta, Balboa o Campo del Agua conservan otras. Para entretenerse más aún, las rutas que parten desde Piornedo y se internan en centenarios robledales donde abundan lobos, osos y urogallos.
NAVACERRADA
En la sierra madrileña no se está nada más en verano, porque cuando comienza a anochecer no hay casi día que no haya que echar mano de un jersey para salir de paseo. El pueblo de Navacerrada es un buen ejemplo, más aún si se asciende un poco más y se alcanzan las alturas de su estación de esquí. La que es uno de los lugares preferidos de los madrileños cuando llegan las primeras nieves, en verano es un lugar privilegiado donde no se pasa nada de calor. Como en Cercedilla, en Guadarrama, en Lozoya…
ZUMAIA
Desde la ermita de San Telmo, asomada a la playa de Itzurun, uno no puede por menos que sentirse a las puertas de un litoral único. Y así es, porque en los imponentes acantilados que, hasta Deva, envuelven este arenal rico en yodo se esconde un singular tesoro natural: millones de años de historia geológica escritos en sucesivos estratos rocosos que la acción continua del mar ha dejado al descubierto y que se conocen con el nombre de flysch. Es un lugar imprescindible en el verde entorno de Zumaia, un pueblo delicioso de la costa vasca con buenas temperaturas perfecto para alejarse del calor. Así que no será ningún agobio pasear por sus estrechas y empinadas calles del casco antiguo mientras se descubre la iglesia gótica de San Pedro, el Museo de Zuloaga o alguno de los escenarios donde se rodó la escena de Ocho Apellidos Vascos.
BELLVER DE CERDANYA
La Cerdanya es un paraíso en miniatura para pasarse el verano fresquitos haciendo actividades en la montaña. Hace millones de años esta pequeña comarca catalana era un lago que, con el paso del tiempo, se evaporó y dejó su lugar a uno de los valles más grandes de Europa. Atravesada por el río Segre y sus afluentes y aislada por la gran barrera natural de los Pirineos y las sierras del Cadí y Moixeró, ha conseguido preservar todo su encanto, con parajes de montaña extraordinarios. En este entorno está Bellver de Cerdanya, un agradable pueblo crecido en alto y muy bien comunicado a través del túnel del Cadí con tramos de muralla, calles en cuesta y miradores sobre la sierra. Muy cerca quedan otros pequeños pueblos de montaña que, por sus iglesias románicas, merece la pena visitar, como Santa Maria de Talló, Sant Julià de la Pedra y Santa Eugènia de Nerellà.
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