24 horas en Lugo, cómo exprimir la ciudad gallega y no dejarte nada por ver o hacer

Visitar Lugo en un día es una tarea que requiere un orden, sobre todo si, además de recorrer su muralla y conocer sus principales monumentos, se quiere ir de vinos y tapas y hacer compras en alguno de sus ejes comerciales. Mucho más este fin de semana, que revive su historia romana durante la fiesta Arde Lvcvs y estrena reconocimiento de Interés Turístico Nacional. 

por hola.com

MAÑANA
Despertarse en el hotel Balneario de Lugo (balneariodelugo.com), en las mismas orillas del Miño, no solo es abrir los ojos en un entorno natural único declarado Reserva de la Biosfera, también es la mejor manera de empezar a conocer esta ciudad de Galicia desde el principio, desde sus orígenes, porque en su interior se conservan unas termas de época romana, y junto a él la ponte vella, que recuerdan los albores de esta ciudad fundada hacia el 15 ó 13 a.C. por Paulo Fabio Máximo.

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Para entender bien cómo fue Lucus Augusti, y cómo sigue siendo la capital lucense cercada por su impresionante muralla romana, es conveniente iniciar la visita al casco histórico por el Centro de Interpretación dedicado a esta de la plaza do Campo, y después disfrutar de este gigante de piedra Patrimonio de la Unesco recorriendo su adarve, un original camino que enlaza el pasado y presente de la ciudad.

Los que no quieran hacer el recorrido completo sino solo un tramo, mejor el que va desde la porta de Santiago hasta la porta Miñá, el acceso más auténtico de la construcción romana del siglo III. A los pies de esta puerta, la sala de exposiciones Porta Miñá complementa lo aprendido en el centro de interpretación, y muestra alguna pieza tan excepcional, como el gran miliario fundacional de la ciudad, del siglo I a.C.

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A través de la Vía Romana XIX, que coincide con el Camino Primitivo de Santiago, se llega, callejeando, hasta la plaza Mayor, verdadero corazón de la vida lucense, con monumentos a los fundadores romanos y al poeta Luís Pimentel, el quiosco de la música y las terrazas de los tradicionales cafés que la animan. Aquí también se aprecian las proporciones barrocas de la Casa do Concello o la elegancia modernista del Círculo de las Artes.

Muy cerca de la plaza, en la rúa Doutor Castro, entre confiterías y tiendas de moda, se encuentra la Casa dos Mosaicos, una visita imprescindible para llegar a comprender el esplendor y el lujo que pudo llegar a vivir Lucus Augusti en sus mejores años.

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Es necesario reservar tiempo y energías en la mañana para visitar la Catedral, que regala un recorrido lleno de arte para degustar con calma. La exposición permanente del Santísimo Sacramento, la capilla de la patrona, la Virgen de los Ollos Grandes, la dedicada al patrono, San Froilán, el espléndido coro o el Museo Diocesano son algunos de los tesoros de este templo tan vinculado al Camino de Santiago que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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Si aún sobra tiempo, es posible alargar la mañana con un pequeño recorrido por la porta do Bispo Aguirre, la ronda exterior de la muralla, la porta do Bispo Izquierdo y la porta de San Pedro, descubriendo al paso A Mosqueira, la única torre que conserva restos de la original estructura del cerco romano.

Entra el hambre y es hora de sentarse a comer, que los gallegos saben mucho de esto. Se puede elegir entre uno de los clásicos de la restauración lucense, como es Casa Campo (restaurantecampos.es), que ocupa un edificio singular del siglo XVIII y lleva sesenta años haciendo disfrutar a sus clientes con los mejores pescados y mariscos de los ríos y rías gallegas. Por la cocina tradicional gallega de calidad de Casa Alberto (mesondealberto.com), en una calle peatonal del casco antiguo. O por las propuestas de autor basadas en los productos de temporada servidas en el elegante salón minimalista de Paprica (paprica.es). 

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TARDE
Después de una buena comida, buen es estirar un poco las piernas por el viejo Lugo rural y llegar a Santa Eulalia de Bóveda, un misterioso santuario tardo-romano dedicado en su origen a la diosa Cibeles que queda a 14 kilómetros de la ciudad y que resulta de lo más singular, porque se desconoce si era un lugar de culto a las ninfas, a a las aguas…

Hay que calcular bien el tiempo para, de regreso a Lugo, poder disfrutar todavía de un buen recorrido por el Museo Provincial, donde el pasado celta y romano de Lugo se prolongan en el tiempo hasta el siglo XX. Los mosaicos, el torques de oro de Burela, las cerámicas de Sargadelos o las esculturas de Asorey son algunas de las piezas que se guardan en el que fue antiguo convento de los franciscanos y cuya cocina es una de las estancias más célebres.

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A la salida del museo, las calles de Lugo brindan distintas posibilidades: para las compras, lo mejor es el entorno de la prala da Soidade, las rúas Armanyá y Doutor Castro o, mejor todavía, por el eje que forman las rúas San Pedro, Progreso y Raíña. Y para los que directamente pasen al mundo de las tapas y los vinos, no tienen más que situarse en la plaza do Campo o de la rúa Nova, centro estratégico de la zona de tapeo, con toda una larga serie de locales, como Ave César (Nova, 10), donde probar sus patatas en un local que evoca a Lucus Augusti; 101 Vinos (Miño, 6), para tomar lacón y pulpo; o La Fábrica (Noca, 15), especializada en guisos de la tierra: caldo gallego, merluza, mejillones...

Para los que todavía les queden fuerzas, el Lugo nocturno espera en los locales de la plaza de Campo Castelo, donde, si hay suerte, la música en vivo puede poner el punto y final a una ciudad muy recomendable.

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