Una ruta en coche por pueblos de La Rioja con mucho arte
A 25 kilómetros de Logroño, Nájera es un lugar importante en el Camino de Santiago, así que no hay mejor punto de partida para iniciar este itinerario que, hasta Ezcaray, pasa por algunos de los lugares imprescindibles de La Rioja.
Tras cruzar la pasarela que cruza el río y divide en dos a Nájera –a un lado queda el casco antiguo y al otro la zona moderna de la localidad– lo primero es acercarse a la gran joya de su patrimonio histórico y monumental, que no es otra que el monasterio de Santa María la Real. Entre sus tesoros: el claustro de los Caballeros, el panteón de los Reyes de Navarra y de los Infantes, la cueva donde da comienzo la leyenda del origen del templo y el grandilocuente retablo del altar mayor.
Más allá del monasterio, esta localidad de La Rioja guarda otras huellas vivas de su pasado, como la iglesia de Santa Cruz, el Museo Arqueológico o el recuerdo de su puente, que Domingo de la Calzada y su discípulo Juan de Ortega construyeron para los peregrinos, pero del que ya no queda nada, porque en 1866 fue sustituido por el actual.
De camino a San Millán de la Cogolla merece la pena desviarse a 2 kilómetros para ver la basílica de Santa María de Arcos, en el municipio de Tricio, el monumento religioso más antiguo de La Rioja y ejemplo único de templo paleocristiano, con columnas romanas y visibles enterramientos bajo el suelo.
En San Millán se ubican los monasterios de Suso y Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad y cuna del castellano. El primero, que acoge los restos del santo y una hospedería, es un majestuoso monasterio de líneas renacentistas que respira cultura, historia y arte por los cuatro costados. A un paseo de 15 minutos queda el de Suso, más antiguo y donde se hallaron las Glosas Emilianenses, el primer documento manuscrito en nuestro idioma.
A 9 kilómetros de San Millán, en la localidad de Cañas, está la siguiente parada: la abadía de San Salvador, uno de los más bellos conventos cistercienses de España, donde destaca su retablo renacentista, la sala capitular con el sepulcro de doña Urraca y el claustro gótico.
Y, 15 kilómetros más allá, Santo Domingo de la Calzada, cuya plaza Mayor es el corazón de la ciudad medieval, por eso en ella se levanta el Ayuntamiento, la cárcel del Corregimiento y el costado norte de la catedral. Tomando la calle de Santo Domingo de Silos y rodeando el ábside catedralicio se entra en la calle Mayor y la plaza del Santo, a la que se abren también el hospital de Peregrinos, hoy parador, y la iglesia de Nuestra Señora de la Plaza. Pero en Santo Domingo también hay que prestar atención a los restos que conserva de la muralla que la rodeó por completo, especialmente al tramo desde el final de la calle Mayor hasta la del Cristo.
A 15 minutos por la LR-111 y tras hacer una parada en Ojacastro para contemplar el caserío y su iglesia parroquial, espera Ezcaray, que conserva el encanto de su casco antiguo, con la plaza de la Verdura como centro. La iglesia de Santa María la Mayor es visita obligada, ejemplo de templo-fortaleza, con una importante colección de retablos, y al otro otra colección única, pero esta de ángeles guardianes. Y para deleitarse, la suavidad de las mantas de mohair de la fábrica artesanal de la familia Valgañón, que suministra a marcas como Zara Home o Loewe; las invenciones culinarias del restaurante El Portal de Francis Paniego, dos estrellas Michelin; los paseos por la orilla del Oja o, más allá, el senderismo por la sierra de la Demanda. Un itinerario con mucho para admirar y para deleitarse.