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GINEBRA
Ginebra es la ciudad más internacional de Suiza, como sede europea de la ONU y de una treintena de organizaciones no gubernamentales. Pero la ciudad de la paz, bañada por el río Ródano, es también una seductora ciudad que tiene en su encantador casco antiguo, en los paseos por el lago, en sus hoteles de lujo, en su industria relojera, en el Jet d’eau, la fuente más alta de Europa, sus símbolos de identidad. Para admirar, su catedral; para disfrutar, los vinos de la que es la tercera región vinícola más grande de Suiza; y para oxigenarse, la subida en funicular al monte Salève. © Turismo de Suiza/Christof Schuerpf .

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CASCO ANTIGUO DE BERNA
En la capital de Suiza todo va a otro ritmo, sin duda, más relajado. Caminando tranquilamente por sus callejuelas empedradas mientras se admiran sus decoradas fachadas de piedra, sus numerosas fuentes y torres, comprando bajo los soportales medievales de Lauben –una de las avenidas comerciales cubiertas más largas de Europa- o paseando por las orillas del río Aare es como mejor se disfruta de una ciudad cuyo casco antiguo medieval la Unesco ha tenido a bien declarar Patrimonio de la Humanidad. También tomando altura, para ello nada como subir a lo alto de la catedral y observar la panorámica a 101 metros del suelo. En Berna también imprescindible es visitar en el Zentrum Paul Klee, obra de Renzo Piano, la colección más importante de obras del artista. © Turismo de Suiza.

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CASTILLO DE CHILLON
Es su romántico enclave lo que enamora a primera vista de este castillo de postal, porque se ubica en un islote rocoso del lago de Ginebra, muy fácilmente accesible desde Lausana, Montreux y Vevey. Ahí lleva desde que en el siglo XIII fuera construido por la Casa de Saboya. El que sirvió de inspiración para Jean-Jacques Rousseau y para Lord Byron ofrece un recorrido que lleva desde sus mazmorras hasta la atalaya, pasando por su capilla privada y sus estancias más nobles. La construcción la forman 25 edificios y 3 patios, que a su vez están protegidos por dos anillos de murallas defensivas. © Turismo de Suiza/ Christof Sonderegger.

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LUCERNA
Esta ciudad de solo 60.000 habitantes tiene todos los ingredientes para encandilar porque resume la quintaesencia de la belleza paisajística de SuizaEstá enmarcada por un impresionante panorama alpino, lomas rabiosamente verdes y el gran Lago de los Cuatro Cantones, en cuya orilla toma asiento. Desde su emblemático puente de la Capilla, techado y de madera, parece una ciudad medieval, y en realidad lo es, con un casco antiguo de callejuelas retorcidas, fachadas inundadas de frescos, plazas pintorescas y casas reconvertidas en cafés o boutiques. Pero hay otra Lucerna más moderna, que tiene en el futurista Centro de Culturas y Congresos (KKL) de Jean Nouvel, al borde del lago, uno de sus nuevos símbolos arquitectónicos. También es punto de partida ideal para excursiones a los puntos culminantes de la Suiza Central, como la que que lleva a las montañas cercanas del Pilatus o Rigi o bien a emprender un viaje en vapor por el lago. © Turismo de Suiza.

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ZERMATT
Rodeada de 360 kilómetros de pistas y bien surtida de boutiques, restaurantes y hoteles de lujo, Zermatt podría confundirse con otros ‘Mónacos’ de las alturas que salpican los Alpes. Sin embargo, la presencia imponente del icónico Matterhorn, el monte Cervino en italiano, visible desde las calles de Zermatt, y otros cuatromiles que rodean la localidad le aporta un poso aventurero. Aquí conviven varios mundos en diferentes niveles: el pueblo, que es encantador y al que volver tras un largo día de esquí; y, sobre él, en la parte alta del valle, las praderas que, a partir de primavera se convierten en una agradable campiña atravesada por senderos y salpicada de lagos y chalets donde se mantiene el pastoreo tradicional y las posibilidades para el senderismo de altura y el turismo activo son ilimitadas. Aunque en Zermatt el deporte estrella es el esquí que, gracias a su glaciar en el Matterhorn Glacier Paradise, ofrece la posibilidad de esquiar los 365 días del año.

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LA CUMBRE DEL JUNGFRAU
A seis euros por kilómetro, Subir al Jungfrau, en el Jungfraubahn, es probablemente uno de los trayectos ferroviarios más caros del mundo, pero vale la pena.  El tren parte de la estación de Kleine Scheidegg para adentrarse en las profundidades del Eiger, donde realiza dos paradas en sendas estaciones subterráneas con ventanas a la cara norte y al glaciar. El destino final es la Jungfraujoch, la estación de tren más alta de Europa, a 3.345 metros de altura y a los pies de los 4.158 de la cumbre del Jungfrau. La vista, espectacular, domina todo el nacimiento del glaciar Aletsch, que, con 22 kilómetros de longitud, es el más largo de los Alpes.

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VIÑEDOS DE LAVAUX
Entre Lausana y Montreux se extiende una de las zonas de viñedos más grandes y pendientes de Suiza, el Lavaux. Las terrazas construidas en las laderas, que desde 2007 forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco, invitan a una ruta placentera por viñedos encantados y ciudades medievales con bodegas tradicionales, unidas por una gran red de senderos. Lavaux puede visitarse a pie, o a bordo de dos pequeños trenes con ruedas (el Lavaux Express y el Lavaux Panoramic) que recorren sus caminos peatonales vitícolas haciendo un alto en varias bodegas, como el complejo Vinorama, en las que se puede disfrutar de una merecida degustación de sus vinos chasselas, muy afrutados, secos y de aromas sutiles que dejarán un delicioso recuerdo.

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GSTAAD
Pequeñas calles peatonales perfectamente cuidadas, chalets de estilo alpino con los techos repletos de nieve, emblemáticos hoteles como el Gstaad Palace, las tiendas más caras y exclusivas, sus más de 250 kilómetros de pistas de esquí, el único glaciar esquiable del Oberland bernés, el Glaciar 3000... todo ello rodeado de bosques, prados y lagos, y enmarcado por los impresionantes Alpes suizos, han hecho de esta estación el it place de royals, grandes fortunas y celebrities de todo el mundo. En Gstaad el esquí es tan importante como el après ski. © Turismo de Suiza.

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TRENES PANORÁMICOS 
Pocas experiencias tan impresionantes como la de atravesar los espectaculares paisajes suizos a bordo de alguno de los ferrocarriles panorámicos que recorren el país helvético, mientras se van descubriendo glaciares, gargantas impresionantes, puertos de montaña, lagos e idílicas aldeas. Entre estos trenes que forman parte del sistema de transporte público suizo (Swiss Travel System), el más denso del mundo y que permite con un solo billete recorrer todo el país en estos trenes, pero también en autobuses postales, urbanos y barcos, el más famoso es el Glacier Express, el tren ràpido más lento del mundo, que recorre a lo largo de un día el trayecto entre Zermatt a St. Moritz/Davos. También espectaculares son el Bernina Express, cuyo trayecto entre Albula y Bernina es Patrimonio de la Humanidad, la línea Golden Pass, entre Montreaux y Lucerna o el Centovalli Express, que parte de Locarno y lleva hasta Domodossola, en Italiam a través del Centovalli (Cien Valles).

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GRUYÈRES, UN PUEBLO CON SABOR A QUESO
En la región de Friburgo se fabrica uno de los quesos más conocidos del mundo: el Gruyère, de un aroma y un sabor inconfundible. En La Maison du Gruyère se elabora desde 1969 este producto de manera tradicional con la leche de las vacas de los campesinos y se puede ver, con audioguía en castellano, y probar, cómo es su proceso de fabricación en esta quesería situada a los pies de Gruyères, la localidad que le da nombre. Un pueblecito de cuento con tres calles donde los coches están prohibidos, casas primorosamente conservadas del siglo XV y, en lo más alto, el castillo de St. Germain. © Turismo de Suiza.

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