La esencia checa de Moravia del Sur, en diez imprescindibles
A poco más de una hora y media de coche desde Praga, por la autopista D-1 en dirección a Brno, se descubre Moravia del Sur. La región del vino, herencia de su pasado romano, y del sol, tiene decenas de tesoros culturales, históricos, religiosos y naturales para disfrutar con calma.
TELC Y SU PLAZA MAYOR
Seis monumentos con la vitola de Patrimonio Mundial de la Unesco deslumbran en Moravia del Sur. El primero que te encuentras cuando vienes desde la capital checa se encuentra en Telc, un encantador pueblo donde todas las calles conducen a su joya, la plaza Mayor, de forma triangular y enormes dimensiones, que tuvo su origen en el siglo XIII y que ahora preside la columna de la Virgen (1716). Hay que fijarse en las fachadas renacentistas de sus 72 casas burguesas, de gran colorido, y en sus soportales y galerías, donde puedes comer o tomar un buen café.
CATAS DE VINOS
Casi toda la producción vinícola del país se concentra en Moravia del Sur. Sus caldos blancos han ganado fama en los últimos años y se producen mayoritariamente, sobre todo, en el entorno de Mikulov, con su microclima fresco y sus soleadas laderas orientadas al sur. En muchas bodegas se puede apreciar la calidad de estos caldos, aunque hay dos opciones muy recomendables: el Salón Nacional de Vinos, en Valtice, donde se dan a conocer los mejores bodegueros del país y cualquier visitante puede disfrutar de una cata variada, o en Vrbice, visitando las Bodegas Sedlacek, en un original edificio.
EN KAYAK POR EL RIO DYJE
Znojmo, al borde de la frontera con Austria, concentra iglesias como San Nicolás o San Wenceslao y murallas medievales con un marcado toque renacentista. En esta ciudad fortificada se instaló Napoleón Bonaparte en 1805, antes de la batalla más exitosa de su carrera militar en Austerlitz, debido a su magnífica ubicación en la cima de una colina. Sus vistas siguen siendo hermosas. Una buena idea es recorrer todo su perímetro por las frías aguas del Dyje alquilando un kayak.
EL KARST MORAVO
A unos 25 kilómetros de Brno hay una zona espectacular de colinas calizas que se conoce como el Karst moravo. Esta área de bosque destaca por sus barrancos y sus formaciones rocosas que ocultan kilómetros de cuevas y túneles. La más famosa de las cuevas es la de Punkva, que se puede recorrer en bote por el agua con una sorpresa final: el abismo del barranco de Macocha, que cae 138 metros desde el punto más alto. Conviene madrugar porque el acceso a estas cuevas siempre está lleno de turistas, especialmente durante el verano.
EL INVERNADERO DE LEDNICE
Imagina un imponente palacio neoclásico, protegido por la Unesco, con un interior espectacular y un exterior rodeado de canales y tres lagos creados en el siglo XVII, otro natural y un romántico minarete turco. Ese lugar lleva el nombre de Lednice y ha pertenecido a la familia Liechtenstein durante 700 años. Otro gran aliciente de la visita es su invernadero de hierro fundido, el más grande del imperio austrohúngaro, con sus 92 metros de longitud y más de 250 especies botánicas tropicales diferentes, incluyendo alguna palmera de más de 500 años.
ZIDLOCHOVICE, EL PALACIO DE LA TATARABUELA DE FELIPE VI
El palacio de Zidlochovice es otra de las sorpresas de Moravia del Sur. Se trata de una residencia de estilo imperio que alcanzó fama por la caza y la cría de faisanes; lo que no conoce tanta gente es que en sus estancias nació y se crió la tatarabuela de nuestro actual rey, Felipe IV, la reina María Cristina de Habsburgo, regente en España hasta que Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad. Hoy este edificio es un hotel frecuentado por cazadores rusos con ocho suites. La número 5 ocupa la estancia donde nació la segunda esposa de Alfonso XII, cuyo busto figura en la escalera de honor del palacio.
EN BICI POR LOS VIÑEDOS
Nada menos que 18 rutas de vino en bicicleta propone Moravia del Sur por toda la región. Son 1.200 kilómetros entre viñedos y bodegas que permiten descubrir el folclore, los monumentos y, naturalmente, sus preciados vinos blancos. Una época ideal para realizar estas excursiones es el otoño, durante la vendimia. Vrbice, Kobyli, Boretice y, sobre todo, Velke Pavlovice y Velke Bílovice, son los mejores puntos para descubrir los viñedos, a veces incluso desde algunas torres de observación que aparecen en el camino.
LOS SARCÓFAGOS DE MIKULOV
El castillo que preside esta ciudad es moderno porque los nazis lo volaron en la II Guerra Mundial, pero sus bodegas ocultan una cuba de vino del siglo XVII, probablemente la mayor de Europa, con capacidad para cien mil litros. El edificio perteneció a la familia Dietrichstein, la más poderosa del área, y muchos de sus miembros están enterrados en una impresionante cripta en la iglesia de la Santa Cruz. El tour a pie alrededor de los 44 sarcófagos impresiona.
BRNO, LA CAPITAL
La guinda final del viaje. A poco más de 200 kilómetros de Praga, se levanta sobre dos colinas: Brno, la capital morava y la segunda ciudad más poblada del país, en un histórico cruce de caminos entre Austria, Eslovaquia y la República Checa. Durante su visita son imprescindibles la catedral de San Pedro y San Pablo, el Ayuntamiento Viejo, el monasterio Minorita y el castillo real de Spilberk, la fortaleza barroca más famosa de los Habsburgo, conocida como “la prisión de las naciones”, que fue utilizada para encarcelar a los adversarios políticos de la centenaria dinastía centroeuropea y reutilizada por los nazis como prisión. Se pueden recorrer las mazmorras, las cámaras de tortura y las impresionantes casamatas, los espacios oscuros de la fortaleza empleados originalmente como refugio de soldados y que fueron destinados a albergar a los criminales más peligrosos.
LOS TRAJES TÍPICOS DE STRADNICE
Hay muchos festivales folclóricos en la República Checa pero ninguno como el de Stradnice, que se celebra cada año a finales de junio. Inaugurado en 1946, este certamen destaca por su bullicio y porque muestra algunas viejas tradiciones artesanales, como las piezas de cerámica pintadas a mano, con detalles folclóricos y otras piezas de arte que se exponen en el museo del castillo. Lo más vistoso son, sin duda, los trajes típicos y las melodías tradicionales que interpretan bandas y grupos corales, acompañadas siempre de bailes populares.
MÁS INFORMACIÓN
Turismo de República Checa, czechtourism.com y midestinoeschequia.com