Fin de semana entre castillos, palacios y viñedos

Degustar el mejor queso del mundo, empaparte de una tierra y una cultura donde el verdejo es el rey, saborear bocados artesanales de una repostera que cocina como los ángeles, pasear por villas milenarias que guardan la historia y secretos del reino de Castilla y relajarte en un balneario único ambientado en el arte mudéjar. Esto y más es lo que espera en esta ruta del vino de Rueda donde el vino, pero no solo el vino, es el protagonista.

por EVA DE LA PARRA

VIERNES DE RELAX… UN POCO DE MIMOS Y ALGO MÁS
Comenzamos nuestra ruta por la localidad vallisoletana de Olmedo (a hora y media de Madrid y cuarenta y cinco minutos de Valladolid). Por la llamada capital del mudéjar hay que pasear para disfrutar de sus murallas –que aún conserva en gran parte–; de la espectacular iglesia de San Miguel, donde admirar la esencia de arte mudéjar y descender hacia su rincón más buscado: la cripta de la Soterraña, o buscar el monumento al Caballero de Olmedo y su Palacio, aquel al que el genial Lope de Vega situó en esta villa y que se ha convertido en su mejor embajador.

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El paseo hay que rematarlo con una visita al Parque Temático del Mudéjar (olmedo.es/pasionmudejar), un singular recinto abarrotado de réplicas exactas de monumentos de Castilla y León donde podrás sentirte como un gigante entre sus edificios a escala (entrada adultos: 4,50 €).

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Ni cinco minutos andando separan este parque temático de nuestro descanso, que ya toca, el Hotel Balneario de Olmedo (castillatermal.com/hoteles/balneario-de-olmedo/). Levantado sobre las ruinas de un antiguo convento del siglo XII, es una delicia alojarse en él. Imprescindible hacer uso de su spa, con una piscina termal en el antiguo claustro del convento (y otra exterior a la que accedes sin salir del agua por un túnel), un circuito de contrastes ambientado en un patio mudéjar castellano y la zona de relax junto a la chimenea, en las antiguas cocinas de las monjas bernardas que hacen del momento algo único. Para rematar la jornada, una magnífica opción es el restaurante Hontanar, situado en el propio hotel, con una cocina creativa maridada con los mejores vinos de Rueda, cómo no (menú degustación: 37,40 €).

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SÁBADO ENOGASTRONÓMICO, PARA VIAJEROS GOURMET
El plan del sábado lo dedicamos a los placeres gastronómicos en la tierra del Verdejo. En este rincón de Valladolid en pleno corazón de Castilla huele y sabe esta uva autóctona que da a sus vinos una personalidad única e invita a adentrarse en sus bodegas, ya sea en galerías subterráneas de época medieval o en modernas edificaciones.

Para comenzar la mañana lo mejor será hacerlo con algo dulce (no comencemos tan pronto con el vino). Para ello hay que dirigirse a Matapozuelos, a 20 minutos en coche de Olmedo, donde María Ángeles, la propietaria del obrador artesano La Giralda de Castilla (matapozuelosvillagastronomica.com/giralda), ofrece talleres de repostería tradicional entre otros y aprender de su virtuosismo con las masas, o por lo menos intentarlo. Una vez allí, imposible salir sin sus especialidades: para los que prefieran salado, empanada de conejo, absolutamente deliciosa y diferente a las clásicas, ya que la hace con un escabechado sorprendente; y si eres más de dulce, imprescindibles sus mantecados de Verdejo elaborados con el vino de la tierra. Por los dos, María Ángeles ha recibido premios, así que prepara las bolsas para llevarte una muestra bajo el brazo, acierto seguro.

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Dejando Matapozuelos, aunque solo hasta el final del día, ya que regresaremos en busca de un afamado estrella Michelin, nos dirigimos a Serrada, a 10 minutos en coche. ¿Apetece un poco de quesoturismo? En la quesería Campoveja (quesoscampoveja.com) tres generaciones de la familia Sanz maduran desde hace años sus quesos en cavas subterráneas. La visita permite admirar su proceso artesanal de maduración, afinación y ahumado y, al final, rematar con una cata donde probar el mejor queso ahumado del mundo, premio con el que les distinguieron en 2012, aunque sus otros quesos de autor, muchos también premiados, no tienen nada que envidiar. ¿Se puede comer la corteza del queso? ¿Hay diferencia entre cortarlos en forma de dado o en triángulo? Todas las respuestas las encontrarás en sus talleres y catas (visita de 30’ a la quesería con cata de quesos y vino desde 7€; o visitas premium con catas, maridajes, iniciación a la elaboración... desde 18€).

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Después, el itinerario por Serrada continúa en Diez Siglos (diezsiglos.es), la bodega de Rueda que más exporta al Reino Unido, casi nada. Allí la vendimia se hace por la noche para mantener la temperatura óptima de la uva y ralentizar así la fermentación; el resultado son unos vinos muy aromáticos y con carácter. Y una curiosidad: si vas alguna vez a una tienda Mark & Spencer su vino Nekora es nada menos que de esta bodega, embotellado especialmente para ellos. Una visita a la bodega, a los viñedos y una cata de vino es la mejor experiencia en Diez Siglos. 

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De Serrada hay que poner dirección La Seca, a 10 minutos en coche, una pequeña localidad de unos 1200 habitantes y cerca de una veintena de bodegas, que dicen es la auténtica cuna del Verdejo. Muchas son las bodegas visitables, así que habrá que elegir (o volver en distintas ocasiones). En una fantástica casa solariega del siglo XVIII se encuentra Campo Eliseo (francoislurton.com/es) ¿Su secreto? A unos cuantos metros bajo tierra, en sus cavas subterráneas, una serie de galerías te guían entre barricas y unos curiosos tanques ovoides de hormigón donde envejecen sus vinos. Modernidad y tradición conviven en una misma bodega donde dos familias de viticultores franceses se instalaron en los años 90 enamorados de la calidad y los matices de la uva Verdejo (se organizan visitas a la bodega más catas, menús en la bodega y degustaciones en su Terraza Wine). 

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En La Seca otra buena opción es la visita a la bodega Javier Sanz (bodegajaviersanz.com), en la que varias generaciones de viticultores de la familia propietaria elabora vinos con una uva Verdejo casi extinta llamada Malcorta y rescatada tras años de investigación para crear un vino único. Acaba de lanzar al mercado la V Malcorta, una buena oportunidad para degustar un verdejo diferente (visitas de unas dos horas de duración 8€ sin cata y entre 10-15€ con cata; también realizan comidas en la bodega previa petición).

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Tenemos que abandonar La Seca para terminar inexorablemente en Rueda, a 6 minutos en coche de La Seca, la población que da nombre a esta denominación de origen y a la ruta de los vinos. Habrá que dar un paseo y disfrutar de la localidad y luego elegir entre sus más de veinte bodegas. Os proponemos una que será el broche de oro perfecto a esta ruta: la bodega Finca Montepedroso (fincamontepedroso.com), en un enclave privilegiado, sobre las terrazas del río Ebro, a 750 metros de altitud, donde ver atardecer es una maravilla. Hormigón, ladrillo y cristal en un diseño de vanguardia abierto completamente a sus viñedos e integrado con el paisaje, un broche de modernidad para rematar la jornada. En esta bodega se rodaron algunas de las escenas exteriores de la serie de televisión Gran Reserva y no extraña nada viendo su entorno (visitas desde 6€, visitas más degustaciones de vino y quesos 12€, y cursos de iniciación a la cata de dos horas 28€). 

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En la bien merecida hora de la cena hay que regresar a Matapozuelos, a 20 minutos desde Rueda en coche, donde nos espera La Botica de Matapozuelos (laboticadematapozuelos.com), el único restaurante con estrella Michelin en la ruta, donde vivir una increíble experiencia gastronómica. El chef Miguel Ángel Cruz apuesta por un menú degustación llamado Un paseo por el entorno (152 €), basado en los productos locales. Aquí descubrirás que las piñas de los piños piñoneros se pueden exprimir, y un montón de sabores nuevos que recuerdan a sus bosques, huertas y ríos cercanos. El menú da para mucho así que hay que ir con apetito y tiempo para disfrutarlo.

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Para el descanso el Parador de Tordesillas (parador.es), a 20 minutos de Matapozuelos, es una buena elección, desde donde comenzar la ruta cuando el cansancio y el sueño lo permitan.

DOMINGO, VILLAS PARA LA HISTORIA
Después de un buen descanso y un mejor desayuno toca visitar dos grandes villas cargadas de historia. Junto al Duero está Tordesillas, el lugar donde recalaron los grandes reyes de Castilla. La villa da para mucho, pero desde luego no hay que perderse el Real Monasterio de Santa Clara, uno de los mejores ejemplos de arte mudéjar en Castilla (y donde comprar los excelentes dulces de las monjas clarisas que te ofrecerán a través del torno); las Casas del Tratado, donde los Reyes Católicos firmaron el famosísimo tratado de Tordesillas en el siglo XV; y el casco histórico, con casonas de estilo medieval, la plaza mayor o el puente de piedra sobre el río. 

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De Tordesillas a Medina del Campo hay solo 25 minutos en coche, donde rematar un fin de semana que envidiarían hasta los propios Reyes Católicos. Y como Medina vuelve a dar para una escapada por sí misma esta vez habrá que quedarse con lo esencial y el Museo de las Ferias (museoferias.net. Cierra lunes. Precio: 2€) lo resume. En él se repasa la historia de lo que fue Medina, una ciudad de feriantes y centro de las grandes transacciones económicas de la corona española allá por el siglo XVI. Libros de contabilidad, balanzas, documentos y un montón de piezas interesantes se exhiben en este museo imprescindible para conocer uno de los centros financieros más importantes de Europa en los siglos XV y XVI. No hay que perderse el Archivo Simón Ruiz perteneciente al museo, un archivo personal único en toda España. No se puede abandonar Medina sin pasar por el Castillo de la Mota (castillodelamota.es), uno de los castillos preferidos de los Reyes Católicos que de lejos impone por su perfil dominador y de cerca asombran sus proporciones, el más perfecto punto y final para este recorrido por la ruta del vino de Rueda (rutadelvinoderueda.com/es).

Ahora, cargados de sensaciones, ¡que nos pongan un verdejo! Y a soñar con la próxima visita.

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