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Hoteles-cueva o el placer de dormir dentro de la tierra

Los hay que son tablaos flamencos, otros museos vivos, algunos restaurantes... pero muchas de las cuevas que habitaron los moriscos en la provincia de Granada invitan a quedarse a dormir, porque han reabierto como hoteles.

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Dormir en una cueva es mucho más cómodo de lo que uno puede imaginar a primera vista, y desde luego toda una experiencia, porque puede llegar a tener todas las comodidades que exige la vida moderna, pero es que además respetan el medio ambiente y son todo un ejemplo de integración del hombre con la naturaleza y el paisaje. En el norte de Granada, especialmente en las comarcas de Guadix y El Altiplano –también en el barrio granadino del Sacromonte y en las localidad de Alhama y Nigüelasdormir en una cueva es de lo más normal, porque más de cinco mil familias todavía hoy mantienen esa forma de vida. Es más, hay localidades como Guadix, Baza, Galera, Huéscar y Purullena en las que existen barrios enteros formados por cuevas excavadas a pico y pala en las entrañas de la tierra y convertidas en viviendas .

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Un buen puñado de esas cuevas cuyo origen se remonta al siglo XV, cuando los habitantes moriscos las construyeron masivamente en los arrabales al verse relegados de las medinas después de la conquista cristiana, viven una nueva época reconvertidas en hoteles, alojamientos exclusivos en los que no hay dos habitaciones iguales porque cada cueva es diferente a las demás y su arquitectura se adapta al medio físico.

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Las tierras arcillosas, duras y secas, ofrecen poca resistencia a ser excavadas y resultan seguras, compactas e impermeables, lo que hace que las estancias resulten frescas en verano y cálidas en invierno, porque la temperatura permanece estable en su interior durante todo el año, en torno a 20 grados, aunque la mayoría cuentan con calefacción y chimeneas de leña para crear un ambiente acogedor en los días más fríos. A la agradable temperatura constante se suma que sus anchos muros ayudan a crear un ambiente de silencio, penumbra y aislamiento, ingredientes perfectos para poder desconectar del estrés diario y dormir de un tirón.

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Cada alojamiento suele estar concebido como un pequeño apartamento. Vistos desde fuera, su fachada está normalmente encalada y tiene un pequeño tejadillo con su chimenea. En el interior destaca la caprichosa forma de las estancias, con techos abovedados, arcos, paredes redondeadas y sinuosos pasillos. La primera habitación a la que se accede desde la puerta se suele destinar a sala de estar o cocina. Las habitaciones más interiores se reservan para los dormitorios –cuyos armarios, alacenas y despensas no son de mobiliario, sino que suelen ser también ganados al terreno– y los cuartos de baño. A veces, la luz natural llega al interior de la cueva por los techos, cálidamente filtrada a través de lucernarios excavados en el cerro.

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Aparte de alojamiento, los hoteles en cueva de la provincia de Granada (cuevasdeandalucia.org) suelen prestar a los alojados multitud de servicios para su estancia y actividades complementarias de turismo rural y activo. Muchos disponen de restaurante, baños árabes, zonas de juegos para niños y salas de reuniones, por supuesto, todo siempre cobijado en una cueva.

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Más información: turgranada.es

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