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Maastricht, una incomparable feria de arte y mucho más

Esta ciudad holandesa es conocida porque en ella se firmó –hace ahora 25 años–, el tratado que lleva su nombre; pero la Tefaf, su famosa feria de arte, sus nuevos espacios de diseño y sus estrellas Michelin son ahora un reclamo turístico para pasar un exclusivo fin de semana.


14 de marzo de 2017 - 14:52 CET

BOMBONERA DEL ARTE
Situada muy al sur de Holanda, entre Bélgica y Alemania, la ciudad de Maastricht está celebrando, hasta el domingo 19 de marzo, la 30 edición de The European Fine Art Fair, más conocida como la Tefaf (tefaf.com). Una cita anual que congrega las más importantes obras de arte de todos los tiempos disponibles en el mercado. Pero la feria no solo es arte, el ambiente de lujo y distinción que rodea al evento la convierten también en el referente del show business del universo artístico.

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Tefaf, un escaparate del mejor arte en Maastrich / © Pedro Grifol.

FLASHES DE LA TEFAF 2017 
El abanico artístico que encontramos este año abarca piezas tan sugerentes como una figura de cobre dorado que representa a un Buda sentado en la postura de loto, una pequeña joya tibetana del siglo XIV valorada en más de un millón de dólares; una casa de muñecas decorada con 200 miniaturas de plata del siglo XVII –ya se ha vendido en 1,8 millones de euros–; una talla de San Francisco de Asís de Pedro de Mena (se vendió –¡en un millón de euros!– a los diez minutos de inaugurarse la feria); varios ‘picassos': Trois femmes à la fontaine, Tête de jeune fille, Nus… Una pintura de Vincent Van Gogh de su época temprana; una rara obra, casi impresionista, de Piet Mondrian, uno de los ideólogos del movimiento De Stijl (el Estilo) y del que este año se celebra su centenario, titulada Lirio de cola de zorra y valorada en 1,6 millones de €. Y también obras de Dalí, Miró, Fontana, Hirst, Tàpies…

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La talla de San Francisco de Asís de Pedro de Mena, vendida en un millón de euros a los diez minutos de inaugurarse la feria / © Pedro Grifol.
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Libro de Matisse, en la Tefaf de Maastrich / © Pedro Grifol.

Como las joyas nunca pasan de moda, la alta joyería está representada por firmas tan prestigiosas como: Buccellati de Milán; Bvlgari, de Roma; Chopard, de Ámsterdam; Graff, de Londres y la alemana Hemmerle. Y si la galerista española Débora Elvira ha vuelto a sorprender con su selección de joyas antiguas, entre las que destaca el colgante San Juanito, una pieza de 1700 realizada en marfil, oro y diamantes; y un abanico que perteneció a los Montpensier (40.000 €), sin duda, una de las piezas más emblemáticas de la Tefaf, y vendida en 225.000 dólares, es la tiara eduardiana de diamantes que perteneció a Lady Delia Spencer, tía abuela de la Princesa Diana de Gales, que ofertaba la galería inglesa Hancocks.

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Tiara de Lady Delia Spencer, tía abuela de la Princesa Diana de Gales / © Pedro Grifol.
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Collar de Lalique, expuesto en la feria Tefaf / © Pedro Grifol.

MODA, OSTRAS y BURBUJAS
Además de ser el barómetro del arte mundial, Tefaf es un escaparate para la moda y la excelencia del buen gusto. Nada de prêt-à-porter, ni jeans rotos, ni deportivas de purpurina, sino alta costura por doquier… desde clásicos conjuntos ‘de siempre’ hasta alguna de las últimas excentricidades de la pasarela más rabiosa. Eso sí: todo bajo el común denominador de la elegancia. Y el magnífico despliegue de decoración floral que adorna los espacios expositivos contribuye a que el viaje por el arte sea un verdadero placer. También las áreas chill outs ofrecen –acorde con sus visitantes– tentempiés de lujo: ostras, caviar y champán… a elegir. Increíble, pero verdad.

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El ambiente de lujo y distinción que rodea a la Tefaf la convierten también en el referente del show business del universo artístico / © Pedro Grifol.
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Ostras en los pasillos de la Tefaf / © Pedro Grifol.

UN PASEO POR LA CIUDAD 
Después de la feria hay que dedicar un tiempo a conocer Maastricht, una de las ciudades más antiguas de Holanda. Durante el paseo por sus calles se ven algunos restos de época romana; también medieval, cuando fue ciudad de peregrinaje; trazados de ciudad guarnición y ejemplos de edificios de la época en la que comenzó la revolución industrial neerlandesa. Merece la pena visitar el Hoge Fronten, un bastión militar del siglo XVII, que tiene una serie de túneles conocidos como kazermatten; y darse una vuelta por las ruinas del Hoeve Lichtenberg, el castillo más antiguo del país.

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Panorámica de la ciudad holandesa de Maastrich / © Pedro Grifol.
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Calle de Maastrich, Holanda / © Pedro Grifol.

Pero la ciudad de hoy en día (vvvmaastricht.nl) presume de ser una de las más modernas del país. Y sus estrechas calles medievales están repletas de coquetas tiendas de diseño, buenos restaurantes y más cafés que en cualquier otra ciudad holandesa.

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Kruisherenhotel, Maastrich / © Pedro Grifol.

REFLEJO DE SU PASADO
En la tónica de combinar estilos, en Maastricht convergen en un mismo edificio pasado y presente, y dos espléndidos ejemplos dan testimonio de ello. Uno es el Kruisherenhotel (oostwegelcollection.nl/kruisherenhotel-maastricht), al que vale la pena ir aunque sea a tomar una copa, ya que se trata de un monasterio del siglo XVI transformado en impactante hotel de lujo. Un lugar único donde la historia y el diseño están integrados con maestría. El otro lugar metamorfoseado es la Selexyz Dominicanen, una iglesia gótica que funciona como librería y cafetería. La colorida iluminación que entra por las ventanas ojivales fue razón suficiente para que el diario The Guardian la calificara como “la librería del paraíso”.

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Kruisherenhotel, Maastrich / © Pedro Grifol.
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Selexyz Dominicanen es una iglesia gótica que funciona como librería y cafetería / © Pedro Grifol.

ESTRELLAS MICHELIN
Según la biblia del buen comer –la guía Michelin– Maastricht es de los lugares donde mejor se come de Holanda. La alta cocina está representada en el Beluga (belugalovesyou.com) que ostenta dos estrellas Michelin; y también los fogones del Château Neercanne (oostwegelcollection.nl/chateau-neercanne) y del restaurante Tout à Fait (toutafait.nl) tienen estrella. Pero es en sus cafés-cervecerías donde más se vive el espíritu de la ciudad, y además cierran más tarde). Para no perderse, el Café d’n Elfde, el Sjinkerij de Bóbbel, y el Café Charlemagne (cafecharlemagne.nl), tres clásicos y románticos lugares.

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Restaurante Beluga, Maastrich / © Pedro Grifol.
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Maastrich presume de ser una de las ciudades más modernas del país / © Pedro Grifol.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar
Maastricht está a 210 km de Ámsterdam y 120 de Bruselas. La opción más recomendable es volar hasta Bruselas. Las compañías Brussels Airlines e Iberia tienen varias frecuencias diarias tanto desde Madrid como desde Barcelona. En el mismo aeropuerto se puede tomar el tren o el autobús que conecta con la ciudad holandesa. 

No te pierdas la galería de fotos sobre Teafaf y la ciudad de Maastricht.

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