Frigiliana, no hay un pueblo blanco y andaluz con más encanto
Uno de los rincones más bellos de la comarca malagueña de La Axarquía –ese pequeño paraíso de almendros, olivos, viñas y casas de labor– es este pueblo blanco de paredes encaladas, calles estrechas y sinuosas de herencia morisca. Perderse por su casco antiguo es como hacer un viaje en el tiempo.
A los pies de la sierra de Almijara y asomado al Mediterráneo, Frigiliana es un pueblo bonito a rabiar, con un casco antiguo de los mejor conservados de la provincia de Málaga. Queda a solo 6 kilómetros de las playas de Nerja y, sin embargo, es un rincón idílico para escapar del bullicio costero, pues aquí lo único que se escucha es el murmullo de los vecinos que salen a charlar a las puertas de sus casas.
POR EL CASCO ANTIGUO
Para empezar, su casco antiguo, declarado conjunto histórico artístico, es una joyita, que fue galardonado con el premio nacional de Embellecimiento. Caminando por sus estrechas calles empedradas, entre casas encaladas y salvando un sinfín de escaleras, se llega –leyendo paneles de cerámica que narran la historia del pueblo– a su zona más singular, la de Barribarto, a la que hay que acudir tanto de día como de noche, para respirar en ambos casos el encanto que desprende.
El urbanismo andalusí se hace notar en los adarves, pasillos que dan acceso a las casas que no tienen salida a las calles y que eran muy característicos en este tipo de ciudades musulmanas. A lo largo del paseo habrá que detenerse en edificios como la iglesia de San Antonio de Padua, a la que se llega subiendo la calle Real, un sencillo templo de estilo renacentista que cuenta en su interior con tres naves cubiertas de madera. Y después la Fuente Nueva, del siglo XVII, y la ermita del Ecce Homo.
DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO A LA FÁBRICA DE MIEL
Pero, sin duda, la Casa del Apero merece una parada detenida, porque lo que fue un granero siglos atrás alberga hoy el Museo Arqueológico de Frigiliana, donde se reúnen más de un centenar de piezas, que van desde cráneos del Neolítico hasta vasijas fenicias, con una importante representación del legado morisco que se mantuvo en este rincón malagueño hasta el siglo XVI.
También su tiempo te llevará visitar el antiguo Palacio de los Condes de Frigiliana, llamado el Ingenio, hoy sede de la fábrica de miel de caña de Nuestra Señora del Carmen, la única en Europa que elabora este producto de forma artesanal y tradicional.
UN PASEO POR EL JARDÍN BOTÁNICO
Para acabar el recorrido por Frigiliana antes de dar cuenta de sus platos típicos –el choto frito, los potajes de verduras, las migas, las recetas con la miel de caña…– nada como un paseo relajado su Jardín Botánico, donde entre cientos de plantas podrás contemplar algunas de las que han sido útiles en la vida de los vecinos del pueblo, como el olivo y la caña de azúcar, para usos alimenticios, o el tomillo y el romero, medicinales.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Frigiliana está a 59 kilómetros de la capital malagueña y a 45 minutos en coche del aeropuerto de Málaga, conectado con la mayoría de ciudades españolas por diferentes compañías aéreas.
A LA HORA DE COMER
Uno de los sitios más especiales para comer es The Garden Restaurant (thegardenfrigiliana.com), con unas vistas espectaculares del pueblo y una carta que combina ingredientes de la gastronomía andaluza con nuevas tendencias. Y en pleno casco antiguo, de ambiente y carta tradicional, el restaurante El Adarve (restauranteeladarve.com).
Y PARA DORMIR
Si se desea dormir en el centro de Frigiliana la mejor opción será el Hotel Villa Frigiliana (hotelvillafrigiliana.com). Para una estancia llena de encanto, La Posada Morisca (laposadamorisca.com), un hotelito con 12 habitaciones simulando cada una de ellas un pequeño cortijo con unas vistas mágicas al mar y a la montaña.
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