Diez pueblos valencianos requetebonitos ¿prefieres en la costa o en el interior?

by hola.com

MORELLA
Morella sigue teniendo un encanto inagotable, desde su inconfundible silueta recortándose en el horizonte y protegida por sus dos kilómetros y medio de cincho amurallado hasta su laberinto de calles empinadas y escalonadas a las que asoman caserones nobles e iglesias antiguas de gran valor artístico que hacen de esta localidad de Castellón la ciudad gótica más interesante de la Comunidad Valenciana.

 

DÉNIA
En el litoral alicantino, Dénia es un pueblo bonito pegado al mar, rodeado de un entorno de urbanizaciones diseminadas, y adornado con un castillo de factura musulmana y torres –que por algo fue capital de un reino taifa árabe–, calles con encanto, un puerto donde se asiste a la subasta del pescado en su lonja o se toma asiento en atractivos restaurantes para cenar junto al mar. Aunque para deleitarse con la gastronomía más vanguardista, el restaurante Quique Dacosta, tres estrellas Michelin.

 

ARES DEL MAESTRAT
En lo alto de un cerro rocoso, donde se hallan las ruinas de un antiguo castillo, Ares del Maestre ocupa un privilegiado enclave desde el que domina el accidentado paisaje de El Maestrazgo castellonense. A sus pies se extiende el pequeño trazado urbano, en el que sobresale la iglesia parroquial, la plaza Mayor, los Porches, la cárcel, el Ayuntamiento y, en su entorno, un conjunto de cinco molinos de agua de los siglos XVII y XVIII.

 

BOCAIRENT
Al sur de la provincia de Valencia, Bocairent es un pueblo de lo más pintoresco. Lo tiene todo: un hermoso paisaje –se ubica en uno de los costados montañosos de la sierra de Mariola–, una copiosa historia, un nutrido catálogo de monumentos en su barrio medieval –con calles estrechas y laberínticas, que derivan en pequeñas plazoletas, decoradas con fuentes, arriates y escalinatas–, frente a él, les Covetes dels Moros –un conjunto de 53 oquedades horadadas en un afilado barranco– y un puñado de leyendas que enfatizan su misterio y sorpresa.

 

VILLAJOYOSA
Conocido en la comarca de la Marina Baixa alicantina como La Vila, este pueblo de tradición pesquera y chocolatera abierto al mar tiene en el barrio del Arsenal una de sus señas de identidad, con las fachadas de las casas del antiguo barrio de pescadores pintadas de colores, que les servían para identificar desde lejos su casa cuando regresaban de faenar.

 

XÁTIVA
Atalaya privilegiada de la historia, el Castell preside Xàtiva desde las alturas, cuyas imponentes murallas y torres son de imprescindible visita. Es el mejor testimonio del lugar destacado que esta localidad valenciana ha ocupado desde siempre en la historia, que fue sede episcopal visigótica, llegó a ser la segunda ciudad del Reino de Valencia y cuna de renombrados personajes, como la familia Borja, que dio dos papas, o el pintor El Españoleto. Hoy su núcleo antiguo está declarado conjunto histórico artístico, con un espectacular catálogo monumental.

 

PEÑÍSCOLA
Gracias a su empedrado casco histórico, a su ciudadela medieval protegida por las murallas y coronada por un castillo templario que vio envejecer al Papa Luna y que fue construido en lo alto de una pequeña península cuyo istmo está hoy repleto de restaurantes y flanqueado por dos hermosas playas, Peñíscola, en Castellón, es una de las ciudades más bellas del Mediterráneo.

 

GUADALEST
Encaramado en una peña de la sierra de Aitana, a 586 metros de altura sobre el nivel del cercano mar, El Castell de Guadalest, en Alicante, se ha conservado tal como lo plantaron los árabes, sin más reformas que las lógicas renovaciones obligadas por las guerras y los terremotos. Intramuros se apiñan las casas del pueblo antiguo, las cruces del cementerio y ocho museos, nada menos, entre los que se torna imprescindible la Casa Orduña, porque además de lo que allí se enseña, da acceso al castillo y a las mejores vistas.

 

VILAFAMÉS
A 25 kilómetros de Castellón y a medio camino entre la zona montañosa del interior y el litoral, Vilafamés conserva un casco antiguo con mucho encanto. Un paseo por su calles transporta a sus orígenes árabes, con calles estrechas y zigzagueantes, construcciones de piedra roca, un castillo en lo alto y una pequeña iglesia a sus pies.

 

ALTEA
El que fuera un viejo pueblo de pescadores de casas blancas, encaladas, con flores en sus muros y calles laberínticas es hoy todo un emblema en la Costa Blanca. Allí han recalado artistas como Benjamín Palencia o Rafael Alberti. Asistir a la lonja de pescadores donde en las tardes se subastan las capturas del día y cenar en alguno de los coquetos restaurantes que por la noche sacan sus mesas con velas a la calle es disfrutar de algunos de sus encantos.