Planes imprescindibles en La Palma
Pasear por la capital de la isla para admirar su arquitectura popular, observar uno de los cielos más limpios del mundo, seguir la ruta de los volcanes, caminar por los senderos del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente o probar el vino de la tierra… Te desvelamos algunos de los secretos de esta isla verde y volcánica, paraíso de la diversidad.
SANTA CRUZ DE LA PALMA
A la capital de la isla hay que dedicarle unas horas para admirar sus numerosas muestras de arquitectura religiosa, entre las que sobresale la iglesia del Salvador, obra cumbre del Renacimiento canario, y las balconadas de madera de tea de la avenida Marítima, uno de los paseos con más personalidad de Canarias.
RECORRER EL PARQUE NACIONAL DE LA CALDERA DE TABURIENTE
En el mismo centro de La Palma, el tiempo ha dejado huella imborrable en un enorme circo de 8 kilómetros de diámetro con aspecto de caldera rodeado de cumbres que superan los 2.000 metros de altura. Por su interior, cubierto por una densa vegetación, corren torrenteras y caen elevadas cascadas. Su cima más alta es el Roque de los Muchachos, de 2.426 metros, a cuyos pies quedan las nubes y el mar.
OBSERVAR EL CIELO
Es precisamente al observatorio del Roque de los Muchachos (iac.es) al que hay que subir para observar “uno de los mejores cielos del mundo”, con el que Julio Iglesias está deseando deleitarse. Y no es para menos, porque La Palma ofrece unas condiciones inmejorables para la observación de estrellas. Durante todo el año, el Instituto de Astrofísica de Canarias ofrece la posibilidad de visitar estas instalaciones a 2.396 m. de altitud. La visita se realiza en horario de mañana, dura entre 70 y 90 minutos y consiste en una explicación detallada in situ del funcionamiento de los telescopios.
SEGUIR LA RUTA DE LOS VOLCANES
La isla más joven del archipiélago es fruto del vulcanismo más reciente y el mejor testimonio son las lavas de los volcanes Teneguía y San Antonio, que parecen petrificadas para la eternidad. La ruta comienza en el Villa de Mazo y permite admirar el volcán Cumbre Vieja –el más activo de la zona–; el de San Antonio, en cuyas proximidades se halla un centro de visitantes y cuyo cráter perfecto puede ser recorrido por un sendero con vistas sorprendentes, y las impresionantes coladas de lava de El Búcaro, otro de los volcanes del Monumento Natural de los Volcanes de Teneguía a los que merece la pena asomarse.
ADENTRARSE EN EL BOSQUE DE LOS TILOS
La Palma parece haber sido diseñada para los amantes del senderismo y entre los itinerarios imprescindibles, el que lleva desde los manantiales de Marcos y Cordero al Bosque de Los Tilos, tesoro natural del archipiélago. No solo es Reserva Natural de la Biosfera por la Unesco, es la mejor masa de laurisilva de toda la isla. Después de la caminata esperan San Andrés y Los Sauces, dos localidades con todo el sabor colonial, y las piscinas naturales del Charco Azul, de un intenso color azul, donde darse un buen chapuzón salado y cálido.
BAÑARSE EN UNA PLAYA DE ARENA NEGRA
Después de trepar por las alturas de la isla hay que dejarse arrullar por el Atlántico en alguna de sus playas de arena negra y caliente como la de Puerto Naos o Los Cancajos, los dos centros turísticos más destacados de La Palma.
CONTEMPLAR LAS PUESTAS DE SOL
Las verdes montañas de Bejenado, Garafía o Puntagorda, pero también el faro de Fuencaliente, es testigo privilegiado de las mejores puestas de sol de la isla. En verdad, son dos, el más antiguo, con su inconfundible torre de piedra volcánica, fue dañado por la erupción del Teneguía, por ello se levantó otro moderno a comienzos del siglo pasado. A su lado se encuentra un complejo salinero artesanal que no ha dejado de funcionar desde su fundación en 1967, salvo un año, el de la erupción del Teneguía. Se trata de un enclave de interés científico por ser uno de los pocos humedales de la isla, al que suma la riqueza submarina de los fondos marinos de la aledaña playa de Faro.
PROBAR EL MALVASÍA PALMERO
Y obligado probar las delicias de la tierra, como la sopa de garbanzas, las papas arrugadas con mojo y, por supuesto, un malvasía palmero, elaborado con esta variedad de uvas cultivadas en las negras laderas de los volcanes Teneguía y San Antonio, en el extremo meridional de la isla.