Para un finde: una ruta en coche por el centro de Portugal a dos pasos de casa
Pueblos encajonados entre gigantescos bloques de granito, aldeas amuralladas y panorámicas, termas donde tomarse un respiro, un laboratorio de aromas y, para rematar la escapada, un puente romano descomunal. En los límites entre España y Portugal, el sur de la comarca portuguesa de Beira es un territorio tan próximo –a solo tres horas de Madrid– como poco conocido y además está lleno de sorpresas.
RELAX EN LAS TERMAS DE MONFORTINHO
Dicen que los romanos ya disfrutaban de los aguas de Monfortinho, las mismas que hoy atraen a estas termas con las que uno se topa nada más decir adiós a España y entrar en Portugal. El entorno de naturaleza que las rodea, junto al río Erges, da para muchos pasos, pero el relax y el cuidado de la salud continúa dentro del edificio histórico, donde beneficiarse de los tratamientos de sus “aguas santas”, indicadas especialmente para afecciones respiratorias o dermatológicas.
EL DESCANSO, EN PLENA NATURALEZA
Además de las termas, es el hotel O Fonte Santa (ohotelsandresorts.com) –que forma parte del mismo complejo– el que marca la vida de la pequeña población de Monfortinho, surgida precisamente cuando empezaron a llegar viajeros de España y Portugal a la zona en busca de salud y descanso. No solo es un buen lugar para descansar, con sus habitaciones asomadas a la naturaleza, sus piscinas, terrazas, jardines y amplísimos espacios comunes, también para disfrutar de la gastronomía, abastecida en buena parte gracias a los productos del entorno y de la finca de caza en la que se ubica. Y, claro, también para apuntarte a algunas de las actividades que proponen, desde rutas en todoterreno a paseos a caballo o alquiler de bicicletas, que también es hotel bikefriendly.
PENHA GARCIA, PANORÁMICAS Y FÓSILES
Puestos en ruta, a solo 15 kilómétros de las termas queda Penha Garcia. A este pueblo de calles empinadas lo que se llega buscando es su castillo, en la cima de la peña, y sus fósiles. El primero para una vez arriba contemplar las vistas del magnífico paisaje llano que lo rodea; el segundo para caminar en busca de serpientes pintadas fosilizadas hace 490 millones de años en las rocas sedimentarias que, de camino al embalse, discurren a lo largo del río Pônsul. En el paseo se contemplan los viejos molinos que a sus orillas han sido recuperados como museo viviente de las tradiciones.
MONSANTO, ENTRE BOLOS PÉTREOS
Diez kilómetros más allá está Monsanto. Dicen de él que es el pueblo más portugués de Portugal y aunque el título esté bastante disputado, tal vez lo sea. Lo que sí resulta es de lo más curioso. Primero por estar en lo alto de un cerro que corona un castillo medieval, pero, sobre todo, por su laberíntico trazado urbano entre enormes bolos de granito, que en ocasiones sirven de techo a sus casas, delimitan calles y obligan a retroceder para evitar los insalvables obstáculos. Todos los caminos llevan hasta la fortaleza, que guarda dentro de su muralla la iglesia de Santa María y permite desde las alturas dominar la llanura. Antes de llegar, las ruinas de la capilla de San Juan y San Miguel, con sus sepulturas excavadas en la roca, invitan a una parada para coger fuerzas y seguir trepando.
IDANHA-A-VELLA, LA QUE TUVO RETUVO
Un poquito más allá está Idanha-a-Vella. Ser el lugar de nacimiento del rey visigodo Wamba y contar con catedral y obispo propio da una idea del poderío y la grandeza que llegó a tener este pequeño pueblo que tiene el honor de encerrar parte de la historia de Portugal. Es muy pequeña y está escasamente habitada, pero se precia de ser monumento nacional por la abundancia de restos arqueológicos que atesora, con murallas, acrópolis, tumbas de origen romano, el puente, también romano, que salva el río Pônsul, capillas, la torre de los Templarios y una picota manuelina. En el antiguo lagar de aceite, con su prensa y almacenes restaurados, se exponen algunos de estos restos.
LOS AROMAS DEL CAMPO
Conviene reservarse unas horas para acercarse a la finca do Valado. Dieciséis hectáreas de terreno en las inmediaciones del pueblo de Segura donde crece el romero, el eucalipto, el cantueso o la jara con los que se elaboran jabones naturales y aceites ecológicos de manera muy artesanal. Aromas do Valado (aromasdovalado.com) es una marca creada por el profundo amor por la naturaleza de sus propietarios, quienes organizan visitas pedagógicas a la finca y talleres sobre la destilación.
CRUZAR EL PUENTE DE ALCÁNTARA
Si la llegada a esta zona de la Beira se ha hecho por Coria, a la vuelta habría que cruzar la frontera de Portugal a España por Alcántara, aunque solo sea por ver ese puente que salva el Tajo y que “durará mientras dure el mundo”, como dice la inscripción que reza en él. Es el más perfecto y esbelto de los que hicieron los romanos en Hispania, que fueron muchos, con sus pilares de casi cincuenta metros de altura y fue construido reinando Trajano, al que está dedicado el arco que se erige en su mitad.